CRISIS MIGRATORIA

Migrante de Venezuela: “en mi país comía solo harina y queso”

La Central del Norte de la Ciudad de México se ha convertido en una escala obligatoria de cientos de venezolanos que no pierden la esperanza de llegar a Estados Unidos

Créditos: cuartoscuro
Escrito en METRÓPOLI el

La Central del Norte de la Ciudad de México se ha convertido en una escala obligatoria de cientos de venezolanos que no pierden la esperanza de llegar a Estados Unidos,  buscar el Sueño Americano y dejar así atrás la pesadilla económica que vivían en Venezuela.

Un caso es el de Judith, que salió desde finales de septiembre y ahora espera en la Central reunir el dinero -2 mil 947 pesos por cada pasaje- para viajar a Ciudad Juárez, Chihuahua, acompañada de su esposo e hijo, lo que equivale a casi 9 mil pesos.

Entrevistada en el estacionamiento, recostada en el suelo, acompañada de su hijo y de su esposo, con bolsas y morrales que fungen como maletas, afirma que ganaba 2 dólares al mes como enfermera del hospital  Alfredo Van Grieken y además la inflación avanzaba implacablemente.

“Mi país está en crisis. Yo era trabajadora de salud. El sueldo no daba para sostener a mi familia y tomé la decisión de salir del país. Me pagaban un dólar el día 15 y otro el último del mes. Eso me alcanzaba para un paquete de Harina PAN y un pedacito de queso”, dijo la venezolana a La Silla Rota. 

No es la única que abandonó su país por la deshilachada economía.  Otro caso es Jason, quien llegó a México el 2 de noviembre y que también se cansó de ganar poco.

“La situación está por los suelos, no consigues empleos o pagan una miseria, ya vimos la cosa muy apretada y en Colombia también se puso la cosa fea”, expresó este joven que parece ir vestido de pijama guinda, aunque en realidad es el uniforme de expulsado de Estados Unidos que conservó, luego de atravesar la frontera y ser regresado. 

Otro caso mas es el de Fabio Tello, también venezolano y quien salió el 22 de septiembre de su país. En su caso no tomó la decisión  debido al paso de la economía, sino a causa de la inseguridad. La cantidad de asaltos, secuestros y extorsiones lo orillaron a buscar salir de su país para ir en pos del Sueño Americano y cuando lo lograra, su plan era llevarse a su esposa y a su hijo. 

Pero las nuevas restricciones impuestas a partir de octubre de este año por el gobierno de Estados Unidos torcieron sus planes. 
No solo los suyos sino los de cientos de migrantes más. 

Amanda Castro, integrante del Proyecto de Migración CDMX de Médicos sin Fronteras dijo a La Silla Rota que las políticas del Título 42, del gobierno de Estados Unidos para expulsar a migrantes venezolanos que lleguen vía terrestre y enviarlos a México, ha aumentado el flujo de personas. 

“Lo que estamos viendo con esta emergencia es la consecuencia de estas políticas que no toman en cuenta el bienestar de las personas afectadas por estas decisiones. Muchas de las personas que venían en la ruta migratoria, encuentran gran incertidumbre al saber que cruzar la frontera será más complejo”, expuso.  Debido a ello han notado la llegada de más personas con malestares en salud mental, así como afecciones respiratorias y gastrointestinales, con heridas y lesiones. 

“Estamos atendiendo todos los malestares”, agregó.

SI ME REGRESAN LO VUELVO A INTENTAR 

Junto con Judith hay alrededor de 40 migrantes más, recargados en las barras metálicas que delimitan el estacionamiento frente a la Central del Norte. Algunos otros están de pie o acostados en el suelo, buscando la sombra de algún árbol cercano.
Judith comentó que aunque lleva 18 días ya en Mexico, no ha tenido problemas para cubrirse en las noches o para comer, ya que algunas personas les han ayudado con ropa, medicamentos y comida.

Ella espera dinero que le enviarán familiares suyos para irse a Ciudad Juárez, y reconoció que un escenario muy probable es que puede ser regresada en caso de cruzar la frontera estadounidense. Si eso ocurre, no dudó en decir que lo intentaría otra vez.

“Ha habido muchos venezolanos que los han regresado. En mi caso primero me encomendaría a Dios y si me regresan lo volvería a intentar”, expresó, sin atisbo de duda.

A pregunta expresa, comentó que no ha pensado quedarse en México porque desde que salió su objetivo es llegar a los Estados Unidos para mejorar su vida.

Respecto a la crisis en su país, consideró que es de tal dimensión que la gente en los hospitales llega a fallecer por la falta de un guante. 

“Mi familia se desintegró. Que tú tengas tu familia y de repente se te venga el mundo encima es muy duro”.

LO PEOR, GUATEMALA Y MÉXICO 

Fabián Tello es un hombre alegre y conversador. También un fumador empedernido. Moreno, con el cabello ensortijado, no dudó en dar la entrevista, aunque sin video, pues teme ser reconocido por los delincuentes que lo amenazaron. 

Recordó que no es la primera vez que sale de su país, ya anteriormente había ido a países vecinos, como Perú y Colombia, pero nunca había sido tan duro viajar. 

El 22 de septiembre salió de Venezuela y recorrió las selvas y montañas del Darién, en Panamá y luego cruzó Nicaragua. Hasta ahí todo iba bien. Lo complicado comenzó en Guatemala y continuó así en México. 

“Es donde nos ha tocado correr y escapar. Nos han tratado muy mal”.

Relató que en Guatemala la autoridad migratoria se montaba a los autobuses.

“Pedían una colaboración o dinero. Si colaborabas te dejaban seguir en el bus, si no, te regresaban a tu país”.

Pero en México resultó peor, porque no hay un permiso para transitar y aunque ellos buscaron uno y lo consiguieron para hacerlo por Oaxaca, para seguir a la frontera del norte tenían que sacar más dinero de su mermado bolsillo para dárselo a las autoridades.

“Si no, no te dejan seguir”, dijo, aún con rabia. Aclaró que su bronca no es con el pueblo mexicano, que lo ha tratado bien, ni con la Central, pues dejan que se queden a dormir ahí, sino con las autoridades de migración. 

En su caso, su plan es llegar a Ciudad Juárez, trabajar y esperar ahí a que Estados Unidos cambie su actual política. También está seguro que aunque Venezuela sea su patria, no regresará mientras esté el actual régimen de Nicolás Maduro. Tanto el cómo Jason eran de la misma zona, pero se habían dejado de frecuentar y se encontraron en México.

NO ENCONTRÓ QUIEN LO PATROCINARA

De los tres entrevistados, Jason es el único que ya atravesó la frontera y fue inmediatamente expulsado. 

“Necesitaba quien me patrocinara y no había nadie”.  

Cómo no se ve que esa política de migración estadounidense se modifique pronto, su plan es regresar a Tuxtla Gutiérrez y ponerse a trabajar hasta que haya cambios y pueda cumplir su deseo de trabajar en Estados Unidos.

MRV