Al cumplirse un año de la masacre de Plaza Garibaldi, uno de los espacios más turísticos de Ciudad de México y donde seis personas fueron asesinadas, las autoridades solo han capturado a dos de los seis homicidas materiales y han sido incapaces de fincar cargos contra el presunto autor intelectual: José Alberto Maldonado López “El Betito”, jefe del grupo criminal la Unión.
“Mi cliente está bajo proceso por delitos contra la salud; por portación del arma de fuego no fue vinculado y las otras dos carpetas relacionadas no corresponden a los hechos de Garibaldi", señaló su abogado, Jorge Cuadra. Esta información fue corroborada por fuentes de la procuraduría.
Uno de los sobrevivientes de la agresión y principal testigo de la Procuraduría capitalina para identificar a los responsables, Daniel Ismael Verde Hernández, fue asesinado en diciembre de 2018 y desde entonces el proceso penal contra el primero de los detenidos se ha complicado, pues luego de 9 meses no se le ha podido dictar sentencia.
Se trata de Luis Fernando Aguilar López “El Rata”, quien de acuerdo con fuentes del Tribunal Superior de Justicia local está en la etapa de juicio oral por homicidio, mientras que el segundo imputado por el ataque en Garibaldi, José Mauricio Hernández Gasca “El Tomate” está en la etapa de estudio del cierre de investigación.
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Ambos forman parte de la Unión de la B, de una facción encabezada por “El Manzano” o “El Manzanas”, uno de los cinco presuntos autores materiales que falta por detener. Le siguen Víctor Hugo “El Huguito” y su hermano Irving, relacionados con otros homicidios y extorsiones a comerciantes del Centro y Tepito.
La Silla Rota accedió a un informe de la Secretaría de Gobernación sobre el caso, donde se identifica al trío, pero resaltan otros dos probables responsables nuevos: Jesús Jorge A., “ El Chucho” y Ramón O., quiénes pudieron ser los conductores de las motos en las que huyeron los pistoleros disfrazados de mariachis.
Estos nuevos presuntos homicidas están plenamente identificados pues tienen antecedentes penales, como “El Chucho”, el cual estuvo recluido en 2012 por intento de homicidio, inclusive fue sentenciado a 55 años de cárcel, pero dos años más tarde fue absuelto.
El otro es Ramón O., quien estuvo preso en 2003 en el Reclusorio Oriente por robo calificado pero dos meses más tarde obtuvo su libertad condicional tras pagar una fianza; diez años después regresó a la cárcel, otra vez por robo calificado, no obstante fue liberado unos meses antes de la matanza de Garibaldi.
Lo que sí se pudo establecer fue el móvil de las agresiones: acabar con operadores del grupo delictivo Fuerza AntiUnión que mantiene una disputa con la Unión por el control del narcomenudeo y las extorsiones en la zona centro de la capital.
Podría decirse que los crímenes de Garibaldi comenzaron a maquinarse en marzo de 2018, cuando el encargado de Fuerza AntiUnión en Garibaldi, Víctor Jesús Barajas Perdomo fue acribillado durante un partido de futbol en la calle Lerdo, colonia San Simón Tolnahuac, alcaldía Cuauhtémoc.
Su novia, Araceli Ramírez García, declaró ante el Ministerio Público, según el expediente CUH-1/UI-2S/S/D/00512/03-2018 que Víctor se alistaba para jugar cuando las luces de la cancha se apagaron y se oyeron varios balazos; cuando la luz regresó, Víctor había rodado por las gradas hasta quedar tendido sobre el piso.
“Nos dedicamos al comercio en un puesto ambulante de perfumes en Plaza del Estudiante, colonia Morelos”, aseguró la mujer en ese entonces; casi seis meses después ella se convirtió también en víctima, fue una de las seis personas atacadas a tiros en Plaza Garibaldi, todo porque presuntamente ella y su hermana Cristina -otra de las asesinadas- continuaron con la venta de droga y otros negocios de Víctor.
Su jefe, Jorge Flores Conchas “El Tortas”, fundador de fuerza AntiUnión, fue arrestado en mayo pasado, pero su organización criminal sigue vigente, lo mismo que la Unión del Betito, pese a que éste de igual modo está en prisión.
MJP