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Cumplieron sueños profesionales y parieron después de los 40 años

Es difícil, dicen estas mamás, pero sus hijos son ahora la luz de sus vidas, cuando creían que por edad la maternidad no les tocaría

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Escrito en NACIÓN el

Norma se embarazó por primera vez cuando tenía 43 años; Marisela, 41. Ambas son madres solteras. Por cuestiones personales postergaron su maternidad y cuando creyeron que esa puerta se cerraba, la vida les preparó una sorpresa.

Ser madre era algo que Norma deseaba. Lo pospuso debido a proyectos y metas personales, que en su mayoría cumplió. Ahora su bebé tiene dos años y medio. Aunque acepta que no es fácil, disfruta esta etapa y en este momento se siente plena con su maternidad. 

Es periodista y pedagoga. Desde que era estudiante, Norma se fijó varias metas como terminar la carrera de Comunicación y estudiar otra licenciatura. Trabajó en varios diarios y proyectos académicos, pero el tiempo pasó y a los 35 años la idea de ser madre rondó sus pensamientos. Pensó que debido a su edad ya era tiempo de intentarlo. 

Se hizo estudios médicos y comenzó a prepararse. Un día le llegó la oportunidad de solicitar una beca de doctorado en Barcelona, España. Participó y fue aceptada. Decidió suspender el proceso de maternidad e irse al viejo continente. 

Estuvo cerca de cuatro años en España y cuando regresó de manera definitiva a México tenía muchos proyectos encima; los hizo. Dio clases en la Universidad, algo que no había hecho. También siguió viajando.  

Tenía muchos más proyectos que tenía ganas de concretar antes de embarazarme. Coincidió que no tenía un novio estable. Entonces pensé que en lo que avanzaba en mis proyectos personales, voy viendo si consigo una pareja o no”.

Pasó otro poco más de tiempo, pero llegó el momento en que tenía que decidir si se embarazaba ya o se olvidaba de ser madre, y continuaba con su vida.  

Aunque la ciencia está muy avanzada y hay distintas formas de embarazarse, la parte biológica no perdona. Clínicamente el cuerpo de una mujer comienza a envejecer a partir de los 35 años, pues ya no se genera la misma cantidad de células, por lo que la edad ideal es entre los 23 y 28 años. 

Norma se sometió a una serie de pruebas para ver cómo se encontraba médicamente y si estaba en condiciones de embarazarse. Todos los exámenes salieron favorables. Además, siempre había tenido un vida sana, hacía ejercicio y cuidaba su alimentación. 

Cuando realizó las pruebas, Norma tenía una relación, se sometió a un tratamiento de fertilización y quedó embarazada. “No lo podía creer, al final lo asimilé. Al principio del embarazo por mi edad creí que iba a estar todo el tiempo acostada y en casa, pero en mi caso no fue así. Trabajé normal hasta los ocho meses, manejé, fui a natación. Tuve un embarazo bastante tranquilo, el parto igual, aunque fue cesárea”. 

Comenta que a ella la maternidad postergada le funcionó perfecto. Se acopló con su vida y metas. La decisión de retrasar este proceso fue por decisión propia para concretar los proyectos que tenía, y el otro factor fue la relación de pareja, que debido a su vida profesional desatendió un poco. 

El papá de su niño decidió alejarse, situación que a ella no la detuvo. Siempre había sido independiente y hasta el momento se las ingenia para sacar adelante a su hijo y trabajar. 

Ahora ya hay muchas formas de embarazarse sin tener pareja, pero la verdad quería agotarlo todo y hacer un proceso lo más natural posible, porque eso también es un factor que ayuda a disminuir los riesgos de cualquier problema con el bebé. Él nació muy bien y no tuvo ninguna complicación”.

Sin embargo admite que no es fácil, pues en su caso “no me generó ni genera ninguna frustración. Al contrario, estoy muy feliz con mi niño y al haber hecho esta pausa tampoco me generó suspender grandes proyectos”. 

“Veo a mi hijo y me doy cuenta que valió la pena”, dice con orgullo.

Marisela, se casó joven, pero pospuso la maternidad

Marisela Montiel es contadora. Se casó a los 27 años con la idea de formar una familia. Como no se embarazaba, con el tiempo se sometió a un tratamiento y no funcionó. Además, su esposo se resistía a realizarse pruebas. 

Decía que él no era el problema, pero después vino la presión social. Nuestras familias, los amigos nos preguntaban que para cuándo. Yo me hacía análisis y me dijeron que no tenía ningún impedimento para embarazarme”.

A los ochos años de casados, él le fue infiel y se divorciaron. Marisela continuó con su vida y trabajo. Estudió unos diplomados, salió con amigos y se divertía. 

Me dediqué a conocer gente y ya para ese tiempo me había hecho a la idea de que ya no iba a ser madre. A los 40 conocí a alguien que salió de la nada. Nos fuimos a vivir juntos, teníamos ocho meses y quedé embarazada”.

Para Marisela fue una sorpresa su embarazo, a pesar de que años antes lo había buscado. Le cambió la vida y los planes. Decidió tener a su bebé. 

A los tres meses de embarazo se le subió la presión y tuvo una crisis. Se atendió en el Instituto Nacional de Perinatología y ahí llevó su proceso. Estuvo a dieta, porque tenía en su sangre índices de que podría padecer preclampsia. 

A pesar de los pronósticos y gracias a los cuidados, Marisela tuvo un embarazo estable. Le permitió trabajar y hacer su vida normal; no guardó reposo absoluto. Su parto fue cesárea y su hijo Ángel nació el 2 de enero de 2013. 

Para Marisela la maternidad sorpresiva le movió sentimientos encontrados. “Ya tenía 40 años y ya estaba acostumbrada a no estar en la casa. Al principio me costó mucho trabajo adaptarme”. 

Ahora es madre soltera. Vive con su hijo en un departamento que ella construyó a un lado de la casa de sus padres, quienes la ayudan a cuidar a Ángel. Disfruta su maternidad, aunque reconoce que la edad sí le pesa, se cansa más y está consciente que en unos años se le acabará la energía. 

Trato de echarle ganas, a veces todo se complica, pero la verdad cuando llego a casa exhausta y veo a mi niño, todo se borra. Es como si fuera el farol de mi vida, mi motor. Lo veo y pienso que valió la pena”.

ams