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Las historias detrás de las cifras por explosión en Tlahuelilpan

De las 68 que murieron en el lugar, solo 16 han sido identificadas y entregadas a sus familiares, por lo que 52 restos permanecen como desconocidos

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La cifra de muertos por la explosión de un ducto de Pemex en Tlahuelilpan ha aumentado cada día desde la noche del viernes 18 de enero. Van 120. El pueblo no ha descansado desde entonces. Aún hay muchas personas desaparecidas y más de 30 han sido sepultadas en el panteón municipal.

El gobierno del estado de Hidalgo informó que de las 115 personas fallecidas, 68 fueron durante la explosión y 47 en hospitales. De las 68 que murieron en el lugar, solo 16 han sido identificadas y entregadas a sus familiares, por lo que 52 restos permanecen como desconocidos. Su identificación podría tardar meses.

Se eleva a 120 los muertos por la explosión en Tlahuelilpan

Desde el siniestro, 81 personas han sido atendidas en hospitales hidalguenses, mexiquenses y de la Ciudad de México. De ellas, 32 permanecen internadas, a dos se les dio de alta y 47 fallecieron. En relación a las personas reportadas como desaparecidas, la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo (PGJH) ha levantado 69 carpetas de investigación. 

En voz de los familiares y habitantes de Tlahuelilpan es la peor tragedia que han sufrido. Por el número de víctimas directas, vidas trastocadas y sueños truncados. El drama va más allá de las cifras. Con cada nombre hay una historia rota. Niños que quedaron huérfanos. Mujeres viudas. Padres que perdieron a sus hijos.

Esto es muy triste. El pueblo está de luto y no sólo aquí. Vino mucha gente de los alrededores a sacar gasolina de la fuga. Ahora con las famosas redes sociales supieron en poco tiempo: ‘Vengan que aquí hay gasolina’ y vino mucha gente. Tengo conocidos y vecinos que estuvieron ahí, algunos no los encuentran y otros ya han sido sepultados”, señaló Martha Sánchez Trejo, originaria de Tlahuelilpan.

Con el paso de los días, autoridades y testigos han reconstruido los hechos. Decenas de testimonios arrojan que mucha gente atendió el llamado que se hizo en redes sociales sobre que “regalaban gasolina”. No sólo fueron habitantes de Tlahuelilpan, sino de otros poblados como Teltipan, Tlaxcoapan, Munitepec, Tezontepec y Mixquiahuala.

De manera oficial todavía no hay una cifra exacta de cuántas personas estaban en el lugar de la explosión. Hay datos aproximados en relación al número de víctimas. Sin embargo, hasta que se identifiquen todos los restos y ubique a las personas desaparecidas, se tendrá más certeza de lo que ocurrió.

“IDENTIFICACIÓN DE RESTOS SERÁ TARDADO”

Patricia González Valencia, directora general del DIF-Hidalgo, reconoció en entrevista con LA SILLA ROTA, que ha sido complicado identificar a algunos de los fallecidos, debido a las condiciones en que se encuentran sus restos. Indicó que es complejo también saber el origen. “Su identificación nos va a llevar tiempo. Afortunadamente hay una gran colaboración de los familiares. La mayoría ha presentado sus carpetas de investigación. No todos y eso también dificulta”.

Agregó que darles nombre a todas las víctimas será un trabajo que lleve tiempo. “Las pruebas científicas genéticas no es un tema que se va resolver en pocos días. Va a tardar. Eso también nos permitirá darle la completa certeza a las familias de que los restos que se entreguen corresponden efectivamente a su familiar. Eso nosotros lo tenemos que garantizar y lo estamos garantizando”.

También, dijo, existe la probabilidad que varias de las personas reportadas desaparecidas, puedan corresponder con algunos de los restos que todavía están sin identificar. Aunque esto lo confirmarán las pruebas científicas, apuntó.

Tlahuelilpan es un municipio de Hidalgo que está enclavado en una zona catalogada por autoridades estatales y federales de robo y venta de combustible. Incluso, sus pobladores reconocen que en algunas colonias de esta cabecera municipal es donde se realiza esta práctica y que no era la primera ocasión que se registraba una fuga en una toma clandestina.

No obstante, sí llamó la atención que llegara tanta gente. Los mismos pobladores admitieron que no todas las personas que acudieron ese 18 de enero al campo de alfalfa donde estaba la fuga, se dedicaban al robo y venta de combustible.

Toda la gente que estaba aquí, no se dedicaba a eso del huachicol, sino fue gente que vio la ocasión y aprovechó la situación. A esas personas se les hizo fácil venir a llenar sus garrafones para sus autos. Era mucha gente que se dedicaba al campo o al ganado y que no sabía lo que iba a ocurrir. Fue muy lamentable y triste para todos los familiares”, indicó un joven que días después de la explosión buscaba a un “pariente desaparecido” en la llamada “zona cero”.

“NO TODA LA GENTE SE DEDICABA AL HUACHICOL”

A 14 días de la explosión, LA SILLA ROTA ha realizado la tarea de identificar algunas de esas historias que están detrás de los números y ha encontrado entre las víctimas a personas que se dedicaban al campo, ganado, mecánica, albañilería y comercio; en su mayoría eran jóvenes que iban a recolectar un poco de gasolina o que la curiosidad los llevó al lugar.

Tragedias entrelazadas como es el caso de la familia Reyes. Ese día, el señor Mario acompañó a su hijo y yerno. Un vecino les contó que había una fuga y “estaban regalando gasolina”. Fueron los tres al campo de alfalfa. A don Mario, lo encontraron muy grave en un hospital de Hidalgo. Un día después de la explosión falleció, su cuerpo fue sepultado el domingo.

Mientras que su hijo, Alejandro y yerno Isaac, permanecen en calidad de desaparecidos. Los tres eran albañiles; participaban en la construcción de la escuela de San Primitivo, una de las colonias aledañas al predio donde se registró la explosión. Don Mario tenía cuatro hijos, Ale, tres e Isaac cuatro.

Los tres vivían en la colonia El Depósito, también es contigua al campo donde se registró la fuga. Además, don Mario Reyes era tío de José Enrique Reyes, un joven de 17 años que la noche del viernes acompañó a unos amigos y por salvar a uno de ellos, fue alcanzado por las llamas. No falleció en el lugar, sino dos días después en el hospital de Tula.

“Quique”, como así le decían a José Enrique Reyes, era primo de Jorge Reyes Flores, también sobrino de don Mario. Cada uno, acudió por su cuenta al lugar de la explosión. Jorge tenía 38 años y dejó a dos niños huérfanos, murió a ocho días del siniestro.

mlmt