Sin duda en los últimos días hemos vivido una de las etapas más intensas del feminismo en el mundo. Chile, donde la población se ha manifestado contra el gobierno de Sebastián Piñera de una manera magistral, denuncian y resisten con el famoso cacerolazo, cantando esa hermosa canción de Víctor Jara, El derecho de vivir en Paz. Pues mujeres de ese país en llamas, como el de nosotros, teniendo como marco el Día de la eliminación de la violencia contra la mujer, lanzaron un tema que ha dado la vuelta al mundo, que se lo han apropiado, sobre todo, jovencitas que se han animado a bailar la coreografía y cantar con todo el poder de su corazón la letra de la canción.

Como ya la mayoría sabe, se trata de Las Tesis, un colectivo feminista originario de Valparaíso, formado por Sibila Sotomayor, Dafne Valdés, Paula Cometa Stange y Lea Cáceres, quienes escribieron Un violador en tu camino con el objeto de: “llevar teorías feministas a un formato escénico de una forma simple, sencilla y pegajosa para que el mensaje de diferentes teóricas feministas llegara a más personas que quizás no habían tenido la oportunidad de leer o analizar”. Y es que, a raíz de las manifestaciones, se han denunciado y proliferado feminicidios y violaciones a mujeres por parte de la policía chilena. 

 

Después del furor que causaron en diversas partes de Chile, Las Tesis hicieron un llamado para que la canción fuera replicada en diversas partes del mundo, invitando incluso a que en cada país adecuaran la letra de acuerdo con su contexto o que le implementaran nuevos elementos, es decir, que hicieran suyo el tema, y claro, la protesta, porque la violencia contra las mujeres es universal.

Así, desde Madrid, Barcelona, Londres, Berlín o París, cientos de chicas salieron a cantar. Nuestro país, uno de los más peligrosos para ser mujer en el mundo, donde mueren diariamente nueve mujeres por feminicidio, según la ONU, no se podía quedar atrás: Quintana Roo, Michoacán, Guadalajara, Ciudad de México, universidades como la UNAM, Ibero, ITAM participaron en las coreografías, una de las más emotivas, desde mi percepción, fue la de un grupo de chicas, motivadas por sus maestros, de la preparatoria General Francisco Villa 128, ubicada en Ecatepec, Estado de México, una de las entidades que reportan más feminicidios y violaciones en México. 

“Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía… el violador eras tú, el violador eres tú”, seguramente,  si eres mujer, has traído en la mente estas estrofas en estos días, no dudo que muchos de los videos te hayan conmovido hasta las lágrimas, quizá desde las cloacas de tu memoria hayan venido recuerdos de momentos que hayas querido olvidar, pero ahí estaban, escondidos entre la vergüenza y la culpa, y hoy, gracias a la sencilla pero poderosa letra de esta canción te atreves, como otras mujeres lo han hecho,  a contar tu historia, a convencerte que no tienes culpa de nada, a exorcizar esos fantasmas. 

Una vez más esta forma de manifestarse y denunciar ha causado polémica, mucha gente, hombres y, tristemente, mujeres, se han burlado, argumentan que una canción y un baile no detendrán la violencia, no se dan cuenta que este tema es un mantra que le deja claro a las víctimas, las convence, de que la culpa nunca será de ellas, como esta sociedad patriarcal hace creer.

Los más audaces, sobre todo hombres que se indignan por el vandalismo a los monumentos han tenido la osadía de decir: “así, sí”, como si las mujeres que salen a manifestarse de esta forma estuvieran esperando su validación. 

En Chile, mientras redacto estas líneas, me entero de que un grupo de feministas que hacían la coreografía frente a la comisaría de Sebastopol, en el Parque Brasil de Santiago, fue reprimido con balines y gases lacrimógenos. Lamentable e indignante.

El camino a la empatía y la justicia aun es largo, pero la unión demostrada durante esta semana, la famosa sororidad, emociona y nos da esperanza.