La primera vez que escuché las palabras “gestación por contrato”, “gestación por sustitución”, “maternidad subrogada”, “vientre de alquiler”, “renta de úteros” fue hasta que mi madre señaló que yo podía ser el vientre posible de mi hermano mayor, en caso de que quisiera tener un bebé.

Estas palabras volvieron a resonar en mí cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aprobó, el 07 de de junio, que cada estado puede regular las condiciones económicas para la práctica de los vientres de alquiler o dejarlo a decisión de las partes privadas. Esta práctica sólo se permitía en Tabasco y Sinaloa.

El proyecto fue elaborado por la ministra Norma Piña, cuya intención fue asegurar un marco legal para garantizar la máxima protección a los derechos humanos. Los ministros que votaron en contra fueron Juan Luis González Alcántara y Alberto Pérez Dayán, consideraron que dicha acción que era equiparable a la venta de un niño.

Además, el máximo tribunal invalidó un artículo, de la legislación de Tabasco, que limitaba este servicio sólo a ciudadanos de nacionalidad mexicana. En la corte, los ministros señalaron que limitarlo a sólo mexicanos violaba los principio de igualdad  y no discriminación.

Una de las asociaciones que se mostró a favor fue el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE),  afirmaron que “prohibir la práctica no la hará desaparecer”, porque dicha prohibición no es sólo una medida comúnmente basada en estereotipos de género y prejuicios acerca de la maternidad.

GIRE celebró la resolución del pleno, argumentaban que la prohibición fomentaría la clandestinidad, sin permitirle al Estado brindar protecciones a las partes, vigilar las condiciones de consentimiento de los contratos, ni asegurar la actuación de clínicas y agencias acorde a la ley y derechos humanos. Pero, ¿es posible que aún existan actos altruistas, o todo mercantiliza el cuerpo gestante? 

En principio, tuve una postura a favor sobre lo que legislaba la Corte, mi marco de referencia era mi experiencia. A mis 16 años, mi madre ya había decidido que mi cuerpo era para maternar. Yo lo asumía como un acto altruista y no debía pagarse por ello, hasta que entré a debate con mis círculo cercano.

Fue Tere Ulloa, directora de Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC), quien planteó un escenario de mujeres, que no eran las hermanas, ni las amigas de la comunidad homosexual que podría gestar un bebé para ellos sino mujeres en una situación económica vulnerable que ponían en riesgo su salud.

Fue a partir de esta discusión que caí en cuenta que los denominados “vientres de alquiler” configuran al cuerpo de las mujeres como objetos de transacción. Al respecto, Aimé Vega, investigadora del CEIICH-UNAM, ha señalado que el “altruismo” oculta los intereses económicos de agencias internacionales, despachos de abogados, hoteles, clínicas y buscadores de clientes.

CUANDO APRENDÍ EL SIGNIFICADO DE SER MUJER

Nací en una familia tradicional mexicana. Mis papás nos han brindado muchos privilegios a mi hermano y a mí y llevan 27 años de casados. Mi mamá es católica y muy guadalupana,  creció en una familia en la que la mujer tiene el “poder”, pero el hombre la última palabra. 

La vez que me dieron la primera atribución social de ser mujer, fue cuando bajaba de las escaleras sentada. ¿Alguna vez lo han hecho? Recuerdo sentarme en el piso y con un pequeño impulso usar las escaleras como resbaladilla. El día que dejé de jugar así, fue cuando me enteré que si lo seguía haciendo podía provocar que no pudiera tener hijos en el futuro. O eso me dijo mi madre. 

Foto Pexels

Pensar al cuerpo de la mujer como fértil y reproductivo es una norma con la crecí y aprendí a ver a la maternidad como el gran “sueño”. En ese momento, pensaba que mi vientre era mío, hasta que mi madre reveló “el secreto”.

¿QUÉ PENSARÍAS SI TU HERMANO ES GAY? 

Cuando tenía 16 años vi la película Pride: orgullo y esperanza, con mi mamá en el cine. La historia, situada en el Reino Unido de 1984. Se centra en la huelga minera, la más larga en Gran Bretaña y una alianza con un grupo de la comunidad LBGT+ que decidió reunir fondos para la causa. La reforma de cerrar las minas de carbón que impulsó Margaret Thatcher provocó un debacle económico para muchas familias que dependían de ese sector. También, alrededor de esos años llegaron los primeros casos de VIH+ y SIDA. La comunidad gay, lésbica, bisexual, transexual y más vivía en una represión que comenzaba a “cambiar”. 

Después de ver la película fui a cenar con mi mamá, considero que para ese momento tenía poca opinión sobre la comunidad LGBT+, no me causaba mayor conflicto. Nos sentamos en un café cerca de donde vivimos, y seguimos platicando. 

"¿Qué pensarías si te digo que tu hermano es gay?”, preguntó mi madre. Recuerdo haberme quedado callada, y aún no me explico la razón pero, tengo la sensación de que mis ojos se llenaron de lágrimas. “No lo voy a querer ni mucho menos ni mucho más”, recuerdo que respondí. 

Uno de los argumentos detrás de la maternidad subrogada es la posibilidad de que parejas homosexuales tengan hijos, sin embargo, algunos miembros de la comunidad LGBTQ+ están en contra de los vientres de alquiler y lo hicieron saber el la última manifestación mientras se discutía el tema en el pleno de la corte. 

Nunca me había cuestionado y hasta ese momento entendí que Miguel, aquel con el que pasaba casi todos los días, no era su “mejor amigo” sino su pareja. Mis papás sabían de la orientación sexual de mi hermano desde un año atrás y habían platicado con él para decirle que no les importaba y que lo amaban, o eso es lo que sé. Después de ese día me cuestioné muchas cosas, pero no me atreví a hablar. A la fecha, aún hay temas que no he tocado él.

VIENTRE SUBROGADOS COMO ACTO ALTRUISTA 

Meses o años después, no recuerdo con exactitud, tuve otra plática con mi mamá. En esta ocasión hablábamos de las mujeres, la familia y la maternidad. “Si tu hermano quiere tener hijos o una familia, tú vas a ser su vientre”, me dijo. “¿Yo?”, “¿cómo?”, “¿y si me quiero embarazar en ese momento?”. “¿Y si no me quiero embarazar?”. “¿Y si no me puedo embarazar?”, pensé. 

Para ese momento ya menstruaba pero mi vida sexual no había comenzado y para ser honesta tenía muchas preguntas sobre el tema. Crecí pensando que debía ser virgen hasta el matrimonio, y aunque tenía claro de la existencia de la inseminación artificial me aterraba pensar en tener al hijo de mi hermano dentro de mi vientre. Me cuestioné muchas cosas, pero no me atreví a hablar. 

“Yo creo que los vientres subrogados, como tal, son altruistas y no deben pagar porque son una práctica que tiene mucho tiempo… practica entre familia o conocidos”, explicó Teresa Ulloa para el Facebook Live de La Cadera de Eva.“Y esa no es una operación comercial, porque nadie gana dinero”, dijo.

Para Ulloa, la problemática de los vientres de alquiler radica en que las agencias, las clínicas, los doctores, los abogados y los notarios se benefician económicamente a partir de una función del cuerpo de las mujeres, a través de su aparato reproductivo y eso "es mercantilización", enfatizó.

Un acto altruista, es un acto donde las personas deciden hacer algo como acto de voluntad. Sin embargo, en el caso de la gestación subrogada, este acto se reduce a un acto transaccional. La agencia Gestación Sustituto México invita a las mujeres a ser vientres de alquiler diciendo que se buscan a “mujeres de buenos sentimientos”, para gestar al bebé.

No recuerdo ninguna vez haber escuchado a mi hermano decir “soy homosexual” en voz alta. Entiendo que no tiene por qué hacerlo. Yo no nunca he anunciado “soy una mujer cisgénero y heterosexual”. Tampoco lo he escuchado decir que quiere tener un hijo o que mi vientre sería mi primera opción. 

¿POR QUÉ ASUMIMOS LA MATERNIDAD EN LAS MUJERES?

En el verano del 2019 llegué a pensar que estaba embarazada. Lo primero que hice fue buscar en Google, pero no encontré respuestas claras. Después recé e hice un intento de meditación para que me llegara la regla. Tampoco funcionó. Le dije a mi novio y juntos fuimos a comprar una prueba de embarazo. Sabía cómo funcionaba porque había visto muchas películas, pero no imaginaba que tuviera tantas instrucciones de uso. Me hice la prueba y los minutos fueron eternos, tenía tanto miedo que la hice en el baño de un centro comercial y mi novio me esperó fuera. Exactamente cinco minutos después de haber entrado al baño me marcó por teléfono para preguntarme el resultado. Negativo. Aún no llegaba mi periodo y las pruebas tienen margen de error. Hice cita con mi ginecóloga, y hasta ese momento confirmé que no era un embarazo.

via GIPHY

No había sentido la obligación de hablar de mi vida sexual, pero decidí contarle a mi mamá lo que me había pasado durante la semana, su respuesta fue un enojo disfrazado, me dijo de una forma políticamente correcta: “En estos momentos nuestra familia no está buscando un nuevo miembro”. Horas después me enteré que mi mamá había platicado el tema con mi papá y me sentí decepcionada, enojada y triste, porque no era quien debía decidir hablar sobre mi vida sexual. 

Mi mamá asumió que mi cuerpo, desde que tenía 16 años podría maternar; pero después de años ¿por qué no aceptó que mi cuerpo también es sexual? La homosexualidad de mi hermano me ha presentado retos que había intentado ignorar. ¿Quiero ser mamá? ¿Quiero ver a mi cuerpo embarazado? ¿Quiero prestar mi cuerpo? ¿Qué es el sexo? ¿Qué es el amor? ¿Qué significa ser mujer? ¿Qué significa la familia? 

¿CÓMO USAMOS NUESTRO CUERPO?

“Nuestro cuerpo no es mercancía, la sexualidad de las mujeres no tiene precio. Las mujeres necesitamos construir nuestra propias libertades, defender nuestros derechos, una mujer pobre no está consintiendo que se representen sus derechos, (al aceptar ser una mujer gestante) están tratando de sobrevivir”, explicó la maestra Ulloa. 

El amor que le tengo a mi hermano es incondicional, y sé que si me pidiera hacer una gestación subrogada lo haría, no me tardaría mucho en pensarlo, porque en mi caso sí sería un acto altruista. Me da miedo pensar en un acto de incesto, un acto en contra de mi postura “feminista”, o una aceptación del patriarcado por la forma en la que estoy dispuesta a usar mi cuerpo, pero ahora entiendo la diferencia entre el altruismo y la mercantilización del cuerpo gestante y lo único que me quedo pensado es: “Si estoy embarazada y llevo al hijo de mi hermano, ¿quién le dirá a los que no saben?”.

Ilustración inspirada en el texto hecha por Ana Sofía Torral