“Es muy triste darse cuenta que durante años dejaste tu vida en las manos de otra persona, pero ya me di cuenta, ahora, tomo mis propias decisiones”, dijo Paulina, trabajadora del hogar. Su mayor motivación para trabajar es demostrar que es una mujer libre y enseñarle a sus hijas que ellas no deben depender de un hombre, compartió en entrevista con La Cadera de Eva.

A los 18 años, Paulina se casó, a los 19 años tuvo a su primera hija, Fabiola y a los 20 se fue a vivir a Estados Unidos con su esposo. Durante cuatro años se dedicó al trabajo de campo en Georgia, específicamente en las hortalizas trabajando lechuga y cilantro. Su marido también trabajaba en el campo y él recibía el sueldo de ambos y administraba todo el dinero. “Durante toda mi vida dejé que él tomara todas las decisiones”, expresó Paulina. 

Regresó a la Huerta Capula cuando tenía 24 años y siguió trabajando en el campo. Afirmó que el trabajo requería de mucho esfuerzo físico y demasiado tiempo bajo el sol.  

A pesar de todo el trabajo las ganancias eran muy inestables ya que los precios del producto cambiaba todos los días. 

Paulina se embarazó de nuevo y tuvo a su primer varón, Alejandro, que actualmente tiene 16 años; pocos años después nacieron sus siguientes hijas Yadira de 14 y Carolina de 12 años, y por último, nació Omar que actualmente tiene 8 años. 

Actualmente Paulina es trabajadora del hogar en la Ciudad de México y cada 15 días visita a sus hijos en La Huerta Capula. 

Paulina está ahorrando para en un futuro regresar a La Huerta Capula y poner su propio negocio, una Fonda de comida económica en la carretera de Ixmiquilpan. 

Las trabajadoras del hogar

Históricamente las trabajadoras del hogar han sido objeto de discriminación y desigualdad en cuestión de derechos laborales y según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) la mayor parte de la sociedad no considera al trabajo del hogar como una ocupación “real”. Sin embargo, diferentes iniciativas gubernamentales y no gubernamentales han impulsado normas para garantizar los derechos de las trabajadoras del hogar para combatir la grave situación de vulnerabilidad que han vivido durante años. 

En diciembre de 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó inconstitucional excluir a las trabajadoras del hogar del régimen obligatorio del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); un años después, en diciembre del 2019 se ratificó el Convenio 189, el cual ofrece protección a las personas trabajadoras del hogar estableciendo sus derechos y principios básicos para una vida digna en el trabajo del hogar. 

 Trabajo, una forma de independizarse

Paulina Rodríguez Tepetate es trabajadora doméstica desde hace cinco meses en la Ciudad de México. Para ella el trabajo ha sido una forma de independizarse y convertirse en una mujer libre, contó para La Cadera de Eva. 

Nació en la Huerta Capula, Ixmiquilpan, Hidalgo; tiene 40 años y cinco hijos (tres mujeres y dos hombres). Cuando cumplió diez empezó a trabajar en el campo, a lado de su padre sembrando tomate y jitomate, porque afirma que antes sí se daba. Una vez que empezó a trabajar nunca lo abandonó, pero también se dedicó a estudiar la educación básica en su comunidad. 

La Huerta Capula tiene una población aproximada de 250 personas, los habitantes de la comunidad hablan Otomí, lengua indígena y se dedican a trabajar la tierra en su mayoría, según datos de Nuestro México. 

En 2017, su marido enfermó y Paulina vino a la Ciudad de México con él porque requería de una operación delicada que en Ixmiquilpan no podían realizar. Para que se llevará a cabo la cirugía Paulina tuvo que reunir aproximadamente 180 mil pesos, “me di cuenta que yo no tenía nada, a pesar de todos los años de trabajo”, compartió Paulina. En esos momentos sus familiares le ayudaron a reunir el dinero y un mes después su esposo fue operado. 

Durante los meses de enfermedad y recuperación, Paulina se hizo cargo de todas las decisiones de su hogar y de la administración del dinero, a parte de cuidar a su marido e hijos. Una vez que se recuperó él decidió trabajar de nuevo en el campo, pero Paulina no quería regresar porque ya estaba muy cansada y su cuerpo no aguantaba más. 

Decidió ir a Tulancingo y consiguió un trabajo de cocinera donde estuvo casi un año, hasta que una de sus tías la recomendó en un empleo de la Ciudad de México como trabajadora doméstica. Paulina se separó de su marido y tomó el trabajo en la ciudad, “los primeros meses me costó mucho trabajo estar sola, nunca había estado sola”, compartió Paulina. 

En México hay 2.1 millones de personas que realizan trabajo del hogar, según cifras del Inegi y se estima que percibe un ingreso anual de 78 mil pesos en promedio. Para 2020, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimo (Conasami) presentó un estudio que proponía un salario mínimo para los y las trabajadoras del hogar de 248.72 pesos diarios.