Es de esas decisiones que parecen fáciles pero en realidad pueden terminar siendo peor que armar un cuadro de rubik siendo daltónica, sobre todo tomando en cuenta que para el acta constitutiva se requieren enviar diez opciones. Por eso muchas empresas tenemos un nombre oficial poco sexy como “empresa líder en su ramo S.A. de C.V.” y una marca comercial con la que nos presentamos al mundo.

Shakespeare preguntaba ¿qué hay en un nombre? Romeo y Julieta nos dejaron ver el lado negativo (o por qué no hay que tomar decisiones precipitadas en la adolescencia) y un nombre bien pensado se puede convertir en el inicio de una marca muy poderosa que te identifique a lo largo del tiempo. 

Lee: El paso cero de emprender en tacones: reconciliarse con el miedo

La importancia de una marca

Si bien México es el quinto lugar a nivel mundial en registro de marcas y patentes, me ha tocado ver de cerca a emprendedoras que no le ven valor dentro de la lista de las prioridades más urgentes y a posteriori tienen que lidiar con piratería, competencia homónima o incluso que les ganan las redes sociales. 

Más vale hacerlo a tiempo, pero sobre todo más vale diseñarla para que refleje lo que quieres de tu proyecto, no importa si es una panadería, servicios financieros o consultoría. La marca es más que logo, una paleta de color y un nombre pegajoso (o no), si me voy a definición de libro es: “todo signo perceptible por los sentidos y susceptible de representarse de manera que permita determinar el objeto claro y preciso en el cual permite diferenciar los productos o servicios de una empresa de los otros”.

Aterrizando el concepto a algo más coloquial es todo lo que te hace ser tú (como empresa o proyecto), desde el objeto social (a lo que te dedicas, dicho en abogado), hasta los mensajes que emites o aquellos diferenciadores que hacen que tus clientes te elijan. 

La historia de nuestra marca es una de las conversaciones que usamos para romper el hielo: después de una larga deliberación para sacar el top 10 de nombres, resulta que el que queríamos estaba tomado y terminamos con una razón social que ni nuestro primer contador podía pronunciar. 

Afortunadamente tiene un final feliz pues la marca estaba libre; nuestro nombre significa “el amor y la pasión que pones al trabajo''. Esa parte de ti que dejas en él”, para nosotras refleja ante todo el espíritu de la empresa y la piedra angular de los valores con los que trabajamos. 

La moraleja es que antes de aventurarte a comprar dominio, uno de esos diseñadores que hacen logos express y mandar a hacer tarjetas, vale la pena dedicarle tiempo a pensar en cómo quieres que te identifiquen en el corto, mediano y largo plazo. 

Lee: Adiós a la pena, hablemos de dinero

Lee: Emprender en tiempos inciertos ¿buena o mala idea?

Pensar en tu marca

Lo siguiente es una guía para que sin importar si hay alguien de marketing o comunicación en la sala puedas empezar a aterrizar una marca: 

¿Qué te define? Partamos del propósito de tu emprendimiento, como había platicado en otro texto, tener claro un propósito más allá de “vender, vender, vender, ganar, ganar, ganar”, es la columna vertebral para tomar decisiones y evolucionar la empresa. La marca debe ser el espejo de este propósito, con espacio para crecer y ser flexible a lo que el futuro traiga para ella. 

¿Cuál es la personalidad? Una empresa o proyecto no necesariamente tiene que reflejar la personalidad de las creadoras, lo que si es que tiene que ser un elemento pensado. Esto se refleja desde la paleta de colores que eliges hasta si queremos que luzca femenina, que use un tono formal o coloquial, que se identifique con determinado tipo de imágenes. Para esto considera también las necesidades y deseos de tu audiencia final. El espíritu debe permanecer para realmente crear reputación, recuerda que la moda no debe dictar tu planeación estratégica, crear una marca con base en lo que se lleva hoy te limitaría mucho. 

Busca homónimos: Tal vez ya hay suficientes emprendimientos con el nombre de tus sueños, de ser así es mejor saberlo por anticipado y dejarlo ir para dedicar tiempo a encontrar otro. Instagram, Google o incluso Facebook son de gran ayuda para identificar esto, si en tu búsqueda encuentras que tu perfil tendría que ser “@elbizbirijitodelponiente1750”  es la señal internacional de que hay que volver a empezar. 

¿Cuál es la historia?: De esto hablaré más en la próxima participación, pero es importante que sepas que toda marca debe tener una buena historia detrás. Imagina lo anticlimático de contestar “pues fue lo que me recomendó el diseñador” a la pregunta ¿por qué se llama XXX? Si la marca no te invita a conocer la historia detrás o te recuerda mucho a otra cosa, es momento de volver a repasar el “había una vez”. 

¿Qué puntos de contacto vas a tener?: Para pensar las distintas aplicaciones que vas a necesitar, desde empaque hasta la forma de contestar por WhatsApp o crear contenido para tus redes. Porque todo el trabajo creativo debe tener una salida consistente. Recientemente me he vuelto fan de un emprendimiento de comida rusa y un detalle que me parece buenísimo es que todo el tiempo están en personaje, partiendo del momento de pedir por mensaje hasta que cuando llega el paquete tu nombre viene en ruso en la bolsa de papel estrasa. 

Encuentra tu voz (original): La competencia es demasiado fuerte como para imitar otros proyectos, por más que la estrategia les haya funcionado. El objetivo de tener una marca es que fortalezca las características que te hacen única y ahí es donde está la principal fortaleza de un proyecto. 

La marca y la reputación se tienen que cuidar y alimentar día a día, además puede ser el punto de partida de tu marca personal como emprendedora. Se trata de una inversión de tiempo hoy que traerá frutos en el largo plazo. 

Internacionalista dedicada a la comunicación estratégica que decidió emprender para contar noticias desde Meraki México.

Twitter: @LaMarimer