Recientemente se popularizó  en redes sociales el uso del término “neni” para referirse a todas esas mujeres que venden algún producto a través de internet. La palabra hacía referencia a la forma en la que las vendedoras hablan con sus clientas, usando el “neni”, pero también otros adjetivos como “hermosa”, “bella”, etcétera. 

Al inicio el uso del “neni” se vió de forma divertida, sin embargo, también fue utilizado para burlarse de las vendedoras. Algunas mujeres señalaron que el “neni” se asemejaba al término “mamá luchona”, que ha sido utilizado para ridiculizar a las madres solteras. 

Mientras a algunas mujeres vendedoras el uso del “neni” les molestó, otras lo vieron como una forma de visibilizar el trabajo de las mujeres en el comercio por internet, este es el caso de Lina, quien tiene un bazar instagram de ropa de segunda mano llamado La Pizarra de Lina.

“Me gusta mucho porque se ha visibilizado la participación de las mujeres en el comercio local, la ventas de segunda mano y el reuso y reciclaje de ropa. Para mí es una forma tierna de llamar a las vendedoras y emprendedoras”, comentó Lina en entrevista para La Cadera de Eva.

Lina afirma que el uso del término “neni” no le molesta, a menos de que sea utilizado para ofender, “es distinto cuando nos reímos de nosotras mismas y hacemos recuento de los ‘gajes del oficio’, a cuando otras personas lo usan para tratar de hacernos sentir menos o para acosar”, explicó. 

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Ser “neni” no es sencillo

Las ventas por internet parecen un negocio fácil, pero requiere mucho trabajo y compromiso. Lina le dedica los 7 días de la semana a su bazar, afirma que no hay un solo día en que no haga algo relacionado con su negocio. 

Para vender ropa de segunda mano, cumplir su compromiso con el medio ambiente y tener un ingreso, Lina invierte mucho tiempo y esfuerzo. Afirma que detrás de cada venta hay un gran trabajo que implica lavar la ropa, plancharla, revisarla y arreglarla si tiene desperfectos como hilos sueltos, botones faltantes y orillas descosidas. 

Crear el contenido para Instagram también requiere demanda mucho tiempo, porque tomarle fotos al producto requiere su tiempo, “Tomo fotos de la ropa puesta y la ropa en plano, para poder verla de las dos formas. Normalmente eso me lleva dos días. Después, edito las fotos: les pongo elementos decorativos, corrijo luz, sombras y proporciones de la foto para que quede cuadrada y poder subirla a Instagram”, dijo Lina. 

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Poner a la venta la ropa en internet también implica planeación y tiempo:

“Una vez ahí empiezo a preparar los posts, elijo las mejores fotos para el carrusel y redacto las descripciones de cada prenda. Saco medidas y las añado para que las clientas ya las tengan” contó Lina, “también diseño historias de Instagram para avisar que habrá actualización, o para mostrar cuando ya llegó un paquete con su dueña. Contesto mensajitos de clientas y una vez comprada una prenda la envuelvo: la plancho de nuevo si es necesario, la amarro, le cuelgo mi logo y escribo una nota de agradecimiento”, agregó.

Lina entrega la ropa varios días a la semana de forma presencial, pero también realiza envíos por correo a otras partes del país, cuestión que requiere preparar el paquete de forma especial.

Un trabajo de tiempo completo

“Vender demanda tiempo, esfuerzo y creatividad. Es un trabajo de medio tiempo o tiempo completo”, dijo Lina, quien se apoya de su bazar para poder pagar servicios básicos, comida y transporte. Especialmente durante la pandemia, su bazar ha sido una forma fundamental de obtener ingresos, ya que la crisis le ha dificultado encontrar un trabajo.

Los bazares y las ventas por internet se han convertido en una forma de subsistencia feminista que hace frente a una realidad en la que, a raíz de la pandemia, casi 2 millones de mujeres dejaron de recibir ganancias por la realización de un trabajo, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi. 

“Creo que es resultado por un lado, del contexto económico, la pandemia y la desigualdad tanto salarial como empresarial. Muchas personas no tienen empleo o sufrieron recortes y se ven orilladas a buscar un segundo trabajo o alternativas para generar ingresos. Por otro lado tiene que ver con la independización económica: si mis padres o mi pareja no me dan dinero entonces yo lo consigo. Antes esto se veía mal porque el hombre era el que debía proveer, pero ya no es así y qué bueno porque gracias a esa independencia muchas mujeres han podido salir de sus casas, de sus relaciones violentas, han podido pagar sus estudios, viajar y vivir como ellas quieren”, dice Lina sobre las ventas en línea como sustento económico de las mujeres mexicanas.

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A todas aquellas mujeres que están interesadas en entrar en el comercio por internet, Lina, quien tiene su bazar desde hace un par de años, recomienda a las vendedoras inspirarse unas a otras:

“Que vean a los demás bazares como inspiración y a las nenis como parte de su comunidad, no como competencia o rivales”.