Desde hace algunas semanas, meses, tal vez años; el tema principal hemos sido las mujeres. La violencia hacia nosotras  en todas sus expresiones y niveles; las niñas robadas de infancia, las jóvenes que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, las mujeres asesinadas por sus parejas. Lo escuchamos todxs y creo que lo sentimos todxs (unos más que otrxs). Pero, poco hablamos de otras mujeres, olvidadas tal vez por un supuesto silencio; impuesto por una sociedad de la juventud y de las redes sociales. En esta lucha y llamado a la unión, ¿dónde están las mujeres mayores? Y no me refiero a las mujeres que han luchado desde hace décadas y que se mantienen activas en su lucha, me refiero a todas las demás. Mujeres que han tenido historias similares a las contadas en los medios a lo largo de su vida y que hoy en día permanecen invisibles (o menos visibles). 

Hay que recordar que hoy en día, hay alrededor de 15.4 millones de mayores de 60 años de edad en México de los cuales el 60% son mujeres, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)

(Foto CuartOscuro)

Ser mujer y ser mayor de 60 años en México, condena de otras formas. La violencia tal vez sea de otra índole y los perpetradores otros, pero no es menos prevalente. Los adultos mayores son susceptibles de ser violentados, pero al comparar hombres y mujeres mayores, ellas tienen mayores índices de maltrato físico y sexual que ellos, señala la Encuesta sobre Maltrato a Personas Adultas Mayores en el Distrito Federal 2006.  O bien son las mujeres quienes cuidan y atienden a los nietos, enfermos o incluso otros adultos mayores. Están sujetas a su rol de cuidadoras sin salida. Es decir hay una perspectiva de género también en estos casos

Damos por hecho que las abuelas cuidarán de nosotros, pero ¿quién cuida de ellas?

(Foto CuartOscuro)

La violencia hacia las mujeres mayores es resultado del sencillo hecho de ser mujer y ser mayor. Estos factores sociales y culturales, económicos, estructurales e incluso familiares se mezclan y se potencian de formas particulares en esta etapa. Es la reproducción incesante de una familia patriarcal, donde los varones tienen poder sobre las mujeres, y donde la vejez acentúa la vulnerabilidad de ellas frente a ellos. Las mujeres mayores suelen tener peor situación económica; el trabajo en su mayoría ha sido doméstico no remunerado o informal por lo que la protección social existe solamente a través de sus esposos (si acaso existe); peor salud y tienen mayores niveles de discapacidad. Ellas simplemente no tienen el beneficio de la jubilación, en ningún sentido. 

La paradoja de la naturaleza es que las mujeres vivimos más, pero no siempre ese tiempo extra es con calidad. ¿Acaso vivir más a pesar de vivir peor, es una ganancia?

Nuestras mujeres mayores traen consigo una historia de relego social y en salud. Esa disparidad es la que tenemos que entender primero para poder cambiarla. Luchar hoy por la paridad no es sólo un asunto de la juventud, es prevenir la que será nuestra vejez como mujeres. Tenemos que luchar con el mismo fervor por eliminar la discriminación por edad, edadismo y en particular por ser mayor: viejismo. 

(Foto de Andrea Virrueta)

Ser mujer, pobre y anciana: te vuelve un blanco fácil. Las calles no están vedadas nada más para las niñas y las jóvenes; agreguen al género, la discapacidad o la demencia. No las olvidemos, no las dejemos de lado sólo porque ellas han vivido otras épocas, no las dejemos de lado sólo por su edad. Ellas seremos nosotras. 

Médica y geriatra por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente trabaja en una residencia para adultos mayores.

@nat_san_gar