El fin de año apela a un cierre de ciclo y rituales que se practican alrededor del mundo. En muchos países es común comer 12 uvas, correr con maletas, barrer, o usar ropa interior de color rojo o amarillo. Los rituales son transmitidos de generación en generación y apelan a diferentes deseos, objetivos o propósitos. 

En la antigua mesopotamia las mujeres tenían su propio ritual del poder femenino con Ishtar, la diosa babilónica del amor y la guerra. 

“Alabada sea Ishtar, henchida de vitalidad, encanto y voluptuosidad; de labios dulces, hay vida en su boca”, está escrito en tablillas de la biblioteca de Asurbanipal, en Mesopotamia.

Ishtar es la guardiana de las leyes cósmicas; es la representación de la sabiduría innata que lucha a favor de la vida, del goce profundo, el equilibrio y el retorno a la unidad. Se dice que la diosa es siempre virgen, no por su abstinencia sino porque recuperaba periódicamente su virginidad bañándose en un lago. 

Uno de los mitos de Ishtar cuenta que descendió al inframundo, reino de su hermana gemela Ereshkigal. En su camino tuvo que cruzar siete puertas, y en cada una quitarse una joya o prenda. Al entrar al inframundo, Ishtar ingresa desnuda y sin adornos, y queda retenida hasta que en el mundo de arriba hace falta su impulso de la fertilidad y regresa. 

 

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Rituales y feminidad 

 Este mito simboliza el camino que implica deshacerse de todo lo imprescindible para poder renacer. Es considerado un ritual iniciático femenino relacionado con las entrañas de la tierra, al fuego vital y el calor de la germinación; también, apela a la necesidad de energía femenina para que el mundo funcione. 

Otro ritual relacionado con Ishtar, a comienzos de cada año, consistía en una unión simbólica, en el que declaraba al rey digno de ocupar el trono y así garantizar un orden cósmico que se traducía en fecundidad en los campos, el ganado y las personas para asegurar prosperidad en el reino. 

 Ishtar impulsaba el deseo de conocer y ser conocida, y más importante, conocerse a sí misma. La unión de mente, corazón y espíritu para tener un crecimiento personal y fluir en la energía. Miles de años después el psicoanalista Wilhelm Reich traduce a la función de energía vital como la fórmula del orgasmo: tensión-carga-descarga-relajación, fórmula de las sacerdotisas de Ishtar. 

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Se les daba mucha importancia a los procesos naturales de la mujer como la menstruación, el embarazo y la menopausia para hacernos conscientes de una conexión con la naturaleza. La psiquiatra estadounidense Jean Shinoda Bolen escribió: “La sabiduría femenina es una sabiduría de interconexión”. En la antigua Grecia se consideraba a la mujer como “un hombre defectuoso”, no obstante la importancia en el mito de Ishtar y la energía vital de recuperar la autenticidad de la mujer como el parto o la lactancia. 

La integración de una sexualidad sana y desinhibida podría recuperar la relación entrañable con nuestro cuerpo y así como se creía en la Mesopotamia tener una conexión con la fuerza vital y la Diosa Ishtar. 

Con información de Cuerpo Mente.