La noche del pasado lunes nos fuimos a dormir con la noticia de que el congreso de Nuevo León aprobó la iniciativa de reforma a la Ley Estatal de Salud, con la que médicos de ese estado pueden negarse a practicar abortos, atender a la comunidad LGBT, a personas con VIH y a migrantes o indígenas.

Todo lo anterior bajo una modificación que se le haría a la fracción IV del artículo 48 de la ley, que indica que los prestadores de servicios de salud pueden “excusarse de participar en todos aquellos programas, actividades, prácticas, tratamientos, métodos o investigaciones que contravengan su libertad de conciencia con base en sus valores, principios éticos o creencias religiosas”.

Según la ley, este derecho no podrá ser válido para los doctores en caso de que la vida del paciente esté en peligro.

La información se volvió tendencia en redes sociales con voces en contra y a favor, con muchas dudas y muchos juicios que no dejan de sorprender.

En Twitter, Carlos Soto, magistrado de circuito, explicaba que la ambigüedad con la que se redactó la norma podría generar actos de discriminación por parte de los médicos en contra de algunos sectores de la población, lo cual es una violación a los derechos humanos.

Parece inaudito que en pleno siglo XXI haya quienes promuevan dar pasos atrás, esta nota me hizo recordar una serie de exposiciones que el senado de Argentina realizó el año pasado con diversos especialistas para discutir la legalización del aborto, un ejercicio extraordinario que permitió ver este tema desde diferentes perspectivas que promovían la validación de los derechos de las mujeres.

Varias noches me desvelé viendo en Youtube esas pláticas y me llamaron la atención especialmente tres, que compartiré con ustedes.

Nelly Minyersky 

Empiezo con Nelly Minyersky, abogada especializada en derechos humanos y problemáticas familiares, una experimentada mujer de 90 años que con toda la lucidez y la sabiduría que la experiencia otorga, empezó diciendo:

“Parece que no estoy en este siglo porque escucho situaciones que quedaron claras no en el siglo XX, prácticamente en el siglo XIX”.

Nelly Minyersky 

Al respecto, encontré un artículo del diario argentino La Capital, indica que, en la primera parte del siglo XXI, el embrión no era considerado persona hasta que la madre embarazada sentía sus movimientos. La historiadora Leslie Reagan señala que “las leyes contra el aborto se generalizaron en la segunda mitad del siglo XIX más para evitar envenenamientos que por una cuestión moral, política o religiosa. Para 1900 era ilegal, excepto en casos donde corría peligro de muerte la madre”.

Minyersky, que además es profesora y feminista, comentó en aquella ocasión que no estábamos conscientes del momento histórico que vivimos y es importante entender que la ampliación de derechos tiene una virtud que no tiene la privación de estos: que no se obliga a nadie a hacer algo que esté contra su voluntad.

Sin embargo, hay que entender también que cuando se amplían las plataformas de derechos, se generan muchos miedos. Y sí, da la impresión de que los opositores a la legalización del aborto piensan que las mujeres saldremos corriendo a realizar esta práctica, cuando en nuestro país existen datos que indican que no es así, y que en otro momento compartiré.

Como dice Nelly Minyersky, las mujeres no queremos el aborto, es solo “una solución que da la vida a las circunstancias de las personas”.

La legalización del aborto en Argentina se quedó a ocho votos de hacerse realidad, pero para la maestra Minyersky fue un logro enorme, pues se visibilizó el tema y se despenalizó en el pensamiento de gran parte de la sociedad.

 Alicia Stolkiner

La psicóloga Alicia Stolkiner también acudió al senado a dar su exposición a favor de la legalización argumentando que un óvulo fecundado no constituye necesariamente a una madre, pues la maternidad es un rol que se nos ha enseñado.

Alicia Stolkiner

Históricamente una madre es venerada, es el ser más sublime pero no tiene derechos, entonces, para Stolkiner la legalización puede ayudar a que una mujer esté acompañada durante el proceso del aborto pues una preparación previa puede  hacer que la experiencia sea menos traumática, sobre todo por la carga de juicios que implica esta práctica. En el caso de las niñas obligadas a tener un bebé es más traumático el parto, indica la psicóloga.

Stolkiner fue cuestionada por varios senadores que estaban contra la legalización, sobre todo señalándole que también era madre, a lo que simplemente contestó: “los privilegios de uno no se pueden transformar en norma para el planeta”.

Alberto Kornblith

Finalmente, toca turno al biólogo Alberto Kornblith, quien se hizo viral por un intercambio de palabras con una senadora que lo increpó durante su discurso recriminando que promoviera el aborto, lo mejor de esa pelea fue justo el contexto, es decir, su ponencia, donde explica cómo la biología solo distingue la vida y no la vida humana.

Para esta materia la vida humana es una abstracción de convenciones sociales, jurídicas y religiosas. 

Alberto Kornblith

La vida en general, por decirlo de alguna manera, se da a través de las células, así tenemos que hay células vivas antes del nacimiento y después de la muerte de un ser humano. 

Y que, así como nos resulta complicado concebir que una persona muerta tenga células vivas es lo mismo que pasa con un embrión, por tanto, el aborto si bien no es algo deseable, es una opción para quienes, de acuerdo, una vez más, a sus circunstancias, tengan la necesidad de no llevar a término un embarazo.

Pese al rechazo del senado argentino, la marea verde de aquel país no ha parado, siguen en la lucha, me cuenta una amiga que recién estuvo por allá, no importa que tengan diferentes ideologías, las feministas tienen la misma agenda en este tema y saben que tarde o temprano será ley.

La mayoría de los detractores de la legalización o despenalización del aborto argumentan simplemente estar a favor de defender la vida desde su concepción, arropados básicamente en sus creencias religiosas y juicios moralistas, no se dan la oportunidad de abrir su mente e informarse, tampoco se dan la oportunidad de abrir su corazón y empatizar con la niña violada, con el ama de casa que ya no puede mantener más niños, con aquella mujer cuya vida corre peligro por su embarazo.

No se dan cuenta que, entre más derechos, mejor para todos, en cambio, si los negamos, también afectamos a más personas, y como ejemplo, ahí está Nuevo León.