Que los hombres se sientan mega capaces, que los hombres se sientan guapos a pesar de ser gordos, inteligentes a pesar de ser idiotas, simpáticos a pesar de ser insufribles, felices siendo felices es una realidad. No todos.

Los hay muy guapos, los hay muy listos, los hay muy simpáticos, y los hay infelices, no lo omitimos. Lo que resalta no es que algunos o muchos (según se les mire) sean menos inteligentes, menos guapos, de cuerpo de uva, lo que resalta es que son seguros de sí mismos. La encuesta que publicó esta semana You Gov en el Reino Unido lo vuelve a confirmar:

Uno de cada ocho hombres piensa que le ganaría en el tenis a la mujer que tiene 23 títulos individuales de torneos Grand Slam. Es escandalosa esa sobreestimación que pareciera hasta cínica. Pero no, así piensan los hombres. Y las mujeres en redes sociales han carcajeado. Sin embargo, por eso es que los hombres pueden conseguir un trabajo más fácil o un aumento de sueldo, o ligarse a la guapa con mayor facilidad que la fea al guapo.

En estos tiempos de lucha feminista también este dato podría interpretarse como que los hombres no valoran la capacidad de Serena y que la hacen menos.

Sí, por el discurso de “juegas como niña”, pero aquí debemos poner mayor atención al área de oportunidad que es la de mejorar la manera en que nos miramos a nosotras mismas y lo que nos creemos capaces de ser y hacer como mujeres.

Y eso no sucederá porque los hombres dejen de decir que le ganarían a las mujeres sino cuando nosotras seamos más audaces y nos creamos más de lo que somos, no por soberbia, sino para avanzar en ese sentido y alcanzar una mejor versión de nosotras mismas.

Lo errado del discurso feminista, y donde los hombres no nos lo comprarán jamás es cuando se les pretende menospreciar en cualquier sentido. Dejemos que los hombres piensen que le pueden ganar a Serena y empecemos a pensar que nosotros podríamos, no ganarle a Federer, porque evidentemente es una cuestión física en este caso, pero sí a Serena. ¿Es estúpido y poco realista? 

El año pasado un estudio de Stanford afirmaba cómo la actitud positiva contribuye en los resultados. “Tanto como el IQ”, comentó el doctor en psicología y director del estudio, Lang Chen. Y esto no tiene nada qué ver con el género sino con lo que uno piensa y cómo enfrenta las situaciones. “La gente que piensa positivamente normalmente visualiza infinidad de posibilidades, no únicamente tiene un día positivo”, dijo bien Richard Branson. 

Entonces dejemos de llamar machos a los hombres que responden sí a la encuesta y aprendamos de ellos. Dejemos el discurso barato de las víctimas porque eso no va a terminar con la brecha salarial ni con ninguna otra inequidad en los deportes ni en ningún otro mundo. Dejemos de malinterpretar nuestra lucha por la igualdad, de responder “esto es machismo” a todo lo que se nos cruza y afecta negativamente a pesar del machismo arraigado. Porque este tiempo no es otra cosa que una gran oportunidad de brincar hacia arriba.

De reconocerla, las mujeres saldremos victoriosas por habilitarnos, documentarnos, prepararnos, capacitarnos para eso que queremos. De confundirnos, tardaremos mucho más tiempo en poder tomarla. Así que dejemos de hacernos chiquitas desde dentro sintiéndonos incapaces, sintiéndonos feas, sintiéndonos viejas, sintiéndonos tontas, “sintiéndonos” felices cuando somos infelices, o peor aun, no sintiéndonos siquiera.

fmma