Si algo positivo tienen las redes sociales es que nos permiten tener un poderoso acercamiento visual a múltiples realidades de manera simultánea. La abismal desigualdad global en la que vivimos puede ser ejemplificada por un solo día en dos países vecinos: una manifestación de personas subidas en sus coches en México, un empresario lanzando su cohete al espacio como parte de su objetivo de colonizar Marte y miles de personas en decenas de ciudades de Estados Unidos protestando contra la brutalidad policiaca que refleja el racismo histórico y estructural y su biopolítica. Todo esto, cuando la pandemia del covid-19 que había acaparado toda la información mediática y desplazado diversas problemáticas prexistentes, continúa siendo un problema; particularmente para las poblaciones de por sí vulneradas.

¿Por qué esto es importante para las feministas? 

“Aún cuando digo que soy feminista, eso no es todo lo que soy… lo importante son las posiciones que una sostiene” dice Judith Butler en un pequeño libro de conversaciones llamado “Vidas en lucha”. Esto es importante porque si bien el feminismo es diverso en su teoría y práctica, su vertiente liberal se quedó muy corta, al ignorar que el reconocimiento formal de los derechos de las mujeres no eliminaría las injusticias, pues éstas descansan en relaciones de poder estructurales que incluyen género pero también clase, raza, etnia, edad, orientación sexual, discapacidades, etc. y determinan la posición de privilegio y opresión o subordinación que ciertas poblaciones ocupan en la sociedad.

“La raza, la clase y el género importan porque siguen estructurando a la sociedad de formas en las que se valora más unas vidas que otras…. porque siguen siendo el fundamento de los sistemas de poder y desigualdad que determinan la vida de las personas”, dicen Margaret Andersen y Patricia Hill.

Por ejemplo, el movimiento #SayHerName en Estados Unidos puso sobre la mesa que la violencia policiaca contra las mujeres negras estaba siendo hasta cierto punto invisibilizada cuando se hablaba de la brutalidad policiaca contra las personas afroamericanas. De la misma manera, en México las mujeres indígenas y afromexicanas han llamado la atención sobre la manera en la que los privilegios de las mujeres blancas y con dinero son causa de su opresión.

En este sentido, la denominada matriz de dominación nos permite ubicar los varios niveles de relación entre las categorías que nos identifican y nuestros propios privilegios en esos niveles. Porque, además del género, ocupamos varias categorías de manera simultánea.

Como dice Vandana Shiva, “el capitalismo está generizado, racializado y es ‘anti-naturaleza’”.

En otras palabras, está construido por y para hombres, blancos, propietarios (y con su propia definición de producción). “…En tanto que las mujeres, las personas indígenas, las y los campesinos y agricultoras (es) son tratados como menos que seres humanos” (a estas categorías podemos agregar otras, como personas negras, personas trans, personas con discapacidad, migrantes, personas de ciertas religiones dependiendo el contexto, niñas y niños, etc.).

Este sistema podría ser lo que Sina Kramer llama exclusión constitutiva, es decir cuando un cuerpo político se define por la exclusión de diferencias que le son intolerables, pero que permanecen dentro de él como un punto ciego epistemológico, siendo ignorado o reprimido. La agencia política está determinada por estos márgenes.

En tiempos en los que la mayor crisis económica de la historia amenaza a la humanidad -con la consecuente profundización de desigualdades y discriminaciones-, el feminismo debe servir para articular la agencia política desde la mayor diversidad posible, reconociendo las opresiones de diversas poblaciones cuyo sufrimiento puede explicarse a partir del privilegio de muchas de nosotras. En la medida en que tengamos el valor de poner ese privilegio al servicio de derechos accionables para todes, el feminismo podrá seguir avanzando, reafirmando su relevancia y pertinencia para los tiempos que corren.

*Maria Fernanda Salazar Mejía es politóloga y maestra en derecho constitucional y derechos humanos. Feminista. Me gusta bailar, la playa y el deporte. Mezcalera y cervecera. 

@fer_salazarm