Criticar a una mujer por su aspecto físico o por las decisiones que toma sobre su cuerpo perpetúa una violencia machista muy grande y refuerza mandatos de género que castiga a aquellas que no los siguen, resaltó Ximena, por ello, sostuvo que un acto de sororidad es no juzgar ni opinar sobre las otras personas y mucho menos desde el desconocimiento. 

La sororidad ha sido un concepto que el feminismo nos ha regalado, hemos aprendido que se puede poner en práctica en diferentes momentos y contextos de nuestra vida diaria. Este término hace referencia a una hermandad entre mujeres y nos ha enseñado a crear nuevas formas de relacionarnos para crear vínculos y nuevas alianzas. 

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Es una decisión que podemos tomar todos los días; la primera vez que se escuchó este concepto fue en “La tía Tula”, novela escrita por Miguel de Unamuno en 1920, y hacía referencia a la solidaridad y relación entre mujeres. Años después, la activista y feminista, Kate Millet propusó la “sistrhood” como pilar central en el movimiento feminista y fomentó una alianza entre mujeres. Más adelante, Marcela Lagarde retomó la palabra y la definió como “una forma cómplice de actuar entre mujeres”. 

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La sororidad es un acto de resistencia ante el patriarcado, pues este esparció el mito de que las mujeres únicamente tienen relaciones competitivas. Sin embargo, la sororidad se enfoca en vínculos de cooperación, apoyo y acompañamiento. Este tipo de relaciones no son una novedad, históricamente las mujeres al tener algún problema buscaban a una hermana, prima, amiga, madre, tía, vecina, etc., resaltó la periodista española Rocío Mendoza en su artículo “364 día de sororidad”. 

¿Cómo podemos poner en práctica nuestra sororidad? 

Este concepto no se refiere a que todas las mujeres debamos ser amigas, sino que cada una, desde sus circunstancias intente olvidar, deconstruir y no fomentar prácticas machistas para no replicar con otras mujeres violencia normalizada o estructural y así, crear nuevas formas para generar vínculos. 

“Yo intento consumir marcas pequeñas y de mujeres, creo que apoyar a estos negocios hace una gran diferencia”, Karla compartió para La Cadera de Eva que en los últimos años ha aprendido a buscar y consumir marcas de mujeres y normalmente locales, pues considera que apoyar a estos negocios es una forma de fomentar la independencia económica.

“Creo que una forma de practicar mi sororidad ha sido dejar de criticar a otras mujeres por su apariencia física”, compartió Ximena, “desde chiquita aprendí que eso era algo muy común y a veces no me doy cuenta de que lo hago, por ello intento ser mucho más consciente de mis palabras cuando me refiero a otras mujeres”. 

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Por otro lado, Sofía compartió que intenta practicar la sororidad en el trabajo, pues a pesar de no trabajar con muchas mujeres, ha intentado crear vínculos de confianza para trabajar en equipo y construir una relación sana de trabajo donde pueda escuchar y compartir la experiencia laboral con sus compañeras.

Sofía también explicó que otra forma de practicar su sororidad es hacerse cargo de ella misma, trabajar en sus emociones, autonomía y comunicación para aprender a detectar la estructuras patriarcales con las que creció y paso a paso, intentar cambiarlas para no replicarlas. 

Por último, otros consejos para ejercer la sororidad puede ser elegir apoyar y acudir con profesionales mujeres como: doctoras, abogadas, técnicas, ingenieras, arquitectas o maestras, pues la brecha laboral sigue siendo muy amplia en la mayoría de los sectores económicos; no permitir y visibilizar los comentarios y/o expresiones machistas o sexistas en espacios públicos o privados que hagan referencia a otras mujeres; y, en medida de lo posible fomentar los espacios para nosotras.