Las mujeres recurren al aborto por una gran variedad de causas y razones, entre ellas: la violencia sexual, la falta de acceso a servicios de salud y a los métodos anticonceptivos modernos, las dificultades para el uso correcto y consistente de los anticonceptivos, las fallas propias de los métodos y el hecho mismo de que muchas mujeres, adolescentes y niñas, no desean ser madres en determinado momento de sus vidas.

Nunca será posible erradicar el aborto, pero sí es posible lograr que las mujeres accedan a procedimientos seguros y de calidad, sin que se ponga en peligro sus vidas y el ejercicio de sus derechos fundamentales, afirma la investigación realizada por Ipas México A.C. 

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Violencia estructural

Las mujeres, niñas y adolescentes, un embarazo no planeado puede representar un obstáculo en su plan de vida; por ejemplo, para su permanencia escolar, una carrera profesional, laboral o deportiva, entre otras aspiraciones de desarrollo. 

La evidencia  de la investigación presentada muestra que las mujeres, incluídas las menores de edad que tuvieron hijos o hijas durante la adolescencia: alcanzaron menor nivel educativo, tuvieron menores oportunidades laborales y su nivel de ingresos económicos fue significativamente más bajo, en comparación con las mujeres que fueron madres en la edad adulta, según datos de organizaciones internacionales. 

Las condiciones o problemáticas que enfrentan las mujeres no son evidentes antes del embarazo (situación de pareja, en la escuela, el trabajo, etc.) por lo que incluso un embarazo que sí fue planeado puede convertirse en un embarazo no deseado.

Muchas mujeres, niñas y adolescentes pueden enfrentarse con la dificultad de expresar abiertamente que no desean el embarazo, esto debido al estigma relacionado con el aborto y al hecho de que la maternidad es uno de los estereotipos de género hacia las mujeres con mayor peso social, según menciona Ipas México.  

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Violencia sexual es…

También es violencia sexual cuando la persona no está en condiciones de dar su consentimiento, por ejemplo, cuando se encuentra en estado de ebriedad, bajo los efectos de algún estupefaciente, dormida o con algún padecimiento mental que se lo impida; o cuando el consentimiento se obtiene mediante la fuerza, bajo amenazas, chantaje o coerción, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La coerción sexual es una dinámica de ejercicio de poder y control sin el uso de la violencia física que implica una variedad de tácticas como las amenazas, el aislamiento, el control financiero o el abuso emocional que crean vulnerabilidades en la persona coercionada, afirma Ipas México. En ese contexto, la subordinación de las mujeres posibilita la ocurrencia de embarazos no deseados. 

Los hombres pueden tener una influencia muy determinante en las decisionesreproductivas de las mujeres. La influencia negativa de los varones está determinada por las relaciones de poder que establece la estructura jerárquica del género, en la que se impone un modelo de masculinidad dominante que ejerce distintos tipos de control y violencia contra las mujeres, afirma la investigación. 

 

Si bien culturalmente ha prevalecido el estereotipo de género que presenta a las mujeres como las principales responsables del uso de los anticonceptivos y la prevención de los embarazos, hay que insistir en que los hombres son sujetos activos de la reproducción y por lo tanto deberían de contar con habilidades de cuidado y corresponsabilidad en estas esferas de la salud, establece Ipas México. 

Por su parte, el Estado debe promover acciones y políticas que favorezcan la corresponsabilidad masculina en la salud sexual y reproductiva, con énfasis en la erradicación de todos los tipos de violencia contra las mujeres y la prevención de los embarazos no planeados y no deseados.

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Maternidades deseadas

La decisión de interrumpir un embarazo supone ir en contra de normas sociales y mandatos de género relacionados con la maternidad, la cual históricamente se ha considerado como un atributo inherente a la identidad femenina. De modo que cuando una mujer decide abortar, la sociedad interpreta esa decisión como una transgresión hacia lo que culturalmente significa ser mujer.

La evidencia sobre el aborto nos muestra que no todos los embarazos son planeados y la maternidad no siempre es deseada. 

Todas las mujeres, incluyendo las niñas y adolescentes, deben contar con las condiciones y el acompañamiento necesario para que puedan expresar libremente sus emociones, expectativas y deseos sobre el ejercicio de su sexualidad y reproducción, sin temor a ser juzgadas, estigmatizadas o incluso criminalizadas si deciden abortar.

La maternidad no puede aceptarse como una imposición social o un destino inevitable. En un escenario ideal, todos los embarazos deberían ser voluntarios y planeados, de la misma forma que todos los hijos e hijas deberían ser deseados.

Con información de Ipas México A.C.