Estereotipos de belleza, amor de pareja, la negación de placer para las mujeres, la terrible idea del amor romántico; estos son sólo algunos de los temas que aborda María del Mar Ramón, escritora feminista Colombiana, a través de su propia experiencia, en su primer libro Coger y comer sin culpa, el placer es feminista.

“Me metí los dedos primero en la boca para vomitar antes que en la concha para acabar. Se nos fomentó tanto el castigo y se nos censuró tanto el placer”, menciona en el primer capítulo del libro.

En esta primera parte del libro, del Mar, expone la contradicción que vive al considerarse una mujer feminista y padecer bulimia, asegurando que “nos enseñaron a odiar nuestros cuerpos con saña”. Explica que el tener problemas con el peso es querer cumplir con las normas de belleza, normas que son cuestionadas por el feminismo.

Para la colombiana, residente en Argentina, la idea de amor propio que mucho se vende actualmente, no está ni cerca de convertirse en la solución a los problemas que generan los estereotipos de belleza.

“Hay una lógica despolitizada de pensar que el problema fueron los demás pero que la solución está en vos, y que si te esforzás por mirarte las estrías y decir ‘qué lindas estrías’ entonces ya está. No funciona así, porque hay una lógica social muy patriarcal sobre los ideales de belleza con los que crecemos”, declaró del Mar en una entrevista para infobae, “la lucha por destruir esos ideales de belleza tiene que ser colectiva”, puntualizó.

Para la autora el cumplir con estas normas, según el sistema, es atractivo debido a la recompensa que ofrece: el amor de pareja. Frases como “Te vas a quedar sola” son una muestra de que el castigo por alejarte de lo establecido es la soledad, enseñándonos a temerle.

“Para mí era muy importante contar con tanta crudeza algo tan horrible como vomitar, porque cuando estuve más flaca, que fue cuando tuve la bulimia más extrema y vomitaba tres veces al día, todo el mundo me aplaudía. Quería contar ese lado B, lo que cuesta esa belleza que aplauden”, platicó la autora.

Hacerse una paja no es sólo cuestión de varones

“La paja” es como nombra el segundo capítulo del libro en donde habla de la negación historia e institucional que se le ha hecho a las mujeres sobre su propio cuerpo.

“Quise contar por qué no se nos hablaba de este tema, por qué la educación sexual nunca nos habló de placer ni de ser dueñas de nuestros cuerpos, por qué fuimos criadas para que nuestros cuerpos fueran para alguien más ‘cuando estuviéramos listas y nos sintiéramos queridas”, explicó del Mar sobre este apartado.

Con esta idea aborda, como un triunfo del patriarcado, el que las mujeres se sientan ajenas de su propio cuerpo, el miedo, el pecado y la culpa que sienten al acercarse y descubrir su sexualidad.

Se apropia y revierte el sentido de frases como “mal cogida” para explicar la forma en la que los varones entienden las relaciones sexuales, “es un insulto que me llama mucho la atención: ‘mal cogida’, como si una se cogiera sola”, dice con algo de ironía.

Uno de los factores que salen a la luz al hablar de la visión masculina sobre el sexo, sin duda es la pornografía. Un referente en el que le placer gira en torno a la penetración y la durabilidad, sin pensar nunca en el cuidado o el placer femenino, factores que conducen a lo que del Mar denomina “la cultura de fingir”.

La negación del placer femenino y la idea de que los cuerpos femeninos existen para la satisfacción de los demás, llevan a que externar el desagrado hacía una práctica sexual o el verbalizar el deseo, sean situaciones muy complicadas para las mujeres. Además del temor que se tiene por lastimar a la otra persona o a una reacción violenta de su parte.

“Eso termina haciendo que sea más fácil para nosotras fingir en lugar de plantear y dialogar sobre el deseo”, concluye del Mar.

Ya para el final del libro plantea la importancia de erradicar la idea del “amor romántico” y de que el amor todo lo puede, todo lo cambia o que el amor es lo mismo que cuidado, “(…) a mí esa pareja no me cuidaba, no me acompañaba, no me resolvía nada”, cuenta sobre su propia experiencia con una de sus relaciones más largas, “(…) pero, ¿sabés quienes me acompañan, quienes me resuelven, quienes me cuidan? Mis amigas. A las mujeres nos enseñaron a competir, yo creo que es hora de empezar a ponderar el amor de las amigas”, finalizó.

Karina Sánchez

Con información de Infobae