En el transporte público, en las calles, en la escuela y hasta en casa, las mujeres estamos  expuestas todo el tiempo a sufrir algún tipo de acoso. 

Lamentablemente, el acoso se encuentra tan normalizado que, las primeras veces que lo vivimos, no lo identificamos. ¿A qué edad te diste cuenta de que algunas de tus experiencias pasadas eran acoso?

En el podcast de la semana “Aquí entre amixes, platicamos sobre nuestro primer acoso”, el equipo de La Cadera de Eva, en compañía Dinoráh Palma y Maggie Morett, hablamos sobre nuestras primeras experiencias de acoso, comentamos algunos de nuestros miedos y estrategias de cuidado.

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¿Cómo identificamos cuando una situación es acoso?

“Yo creo que es la sensación de sentirte incómoda, que invadan tu espacio y que sepas que tú no quieres eso” comentó Dinoráh. 

De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el acoso sexual es una forma de violencia en la que hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos. 

El acoso callejero es uno de los más comunes y fáciles de identificar. Seguramente te viene a la mente esa vez que un extraño te gritó un piropo o alguna obscenidad, cuando te tocaron en el metro sin consentimiento o cuando algún sujeto sospechoso te siguió por las calles de tu colonia. Es tan común y se encuentra tan normalizado que nombrarlo es algo complicado.

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La normalización del acoso conlleva a que muchas veces no nos demos cuenta de que estamos siendo acosadas. 

“Cuesta mucho trabajo reconocerte como alguien vulnerable a través del tiempo [...] Cuesta mucho trabajo ponerse los lentes feministas y admitir que era violencia de género”, comentó Maggie.

Nuestro primer acoso 

“Oye, tienes unas piernas muy bonitas. Me gusta tu cabello”, fue lo que un hombre le dijo a Maggie cuando tenía solo 12 años, e iba a comprar comida corrida a un puesto callejero. Portaba el uniforme de su secundaria. 

“Yo estaba espantadísima; no sabía qué hacer. Me paralice”

El hombre continuó acosándola en otras ocasiones. Maggie cuenta que, incluso ahora que es mayor, cada vez que pasa por la calle donde se encontraba el puesto de comida, siente miedo y enojo. “Me da pánico pasar por esa calle”.

A Dinoráh un sujeto la siguió en el metro cuando tenía 17 años. Él se le acercó y la hostigó. 

“Trató de impedir que yo me fuera a donde me estaba esperando mi abuelito. Sentí mucho miedo” dijo.

La culpa

Al sostener la charla entre amigas sobre el acoso, identificamos que es común que después de sufrir el acoso nos culpemos a nosotras mismas. “Tal vez es porque me puse esta ropa: voy a vestirme diferente” o “quizás solo estoy exagerando”, son algunos de los pensamientos frecuentes. 

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Las mujeres constantemente nos vemos en la necesidad de no usar la ropa que nos gusta para evitar sufrir el acoso, pues es algo que hemos vivido desde muy pequeñas. 

“También tuve mucho miedo de tener 11 o 12 años y salir a la calle con shorts”, comentó Maggie acerca de la ropa.

En el 91% de los casos de acoso callejero las víctimas son mujeres

En 2017, los Comités de Ética y de Prevención de Conflictos de Intereses (CEPCI), registraron 145 denuncias por presuntos casos de hostigamiento sexual o acoso sexual. 

En el 91% de los casos registrados las presuntas vi´ctimas son mujeres; el 8% son hombres, y en el 1% de los casos, no se especifica el sexo de la persona que denuncia.

El mayor nu´mero de denuncias registradas fueron realizadas por mujeres de 35 a 39 an~os, con el 12% de casos; cabe sen~alar que en el 35% de los casos no se especifico´ la edad de la persona denunciante.

Hablar sobre nuestras experiencias de acoso no solo nos ayuda a identificarnos con las otras. Debemos saber que el miedo en las calles es algo que todas vivimos y que estando juntas podemos cuidarnos y combatirlo.