¿Cuántas veces en la pista has bailando con una chica y descubriste que únicamente habla en lengua indígena? ¿Cuántos restaurantes tienen disponibles sus cartas en náhuatl? ¿Cuántas películas en los grandes cines se han proyectado en mixteco? ¿Has visto una obra de teatro en zapoteco? Al responder estas preguntas, te darás cuenta que: no discriminar, no es lo mismo que incluir.

Desde hace dos décadas se proclamó el 21 de febrero como el Día Internacional de la Lengua Materna, he de confesar que me enteré hasta esta semana de la conmemoración; ante esa situación caí en cuenta de los pequeños grandes privilegios que tenemos las mujeres mexicanas que hablamos español dentro del territorio nacional: podemos ir a un restaurante, ordenar lo que comeremos y beberemos; ir al cine, ver una película doblada o subtitulada; tomar clases; ir al teatro; incluso vender cosas en el transporte público sin la necesidad de pasar un papelito que diga que somos de alguna comunidad indígena, etc.

Frente a esa reflexión, investigué sobre el tema y me encontré con que, en Bangladesh, durante la Conferencia General de la UNESCO a finales de la década de los noventa del siglo XX se aprobó la iniciativa de proclamar el Día Internacional de la Lengua Materna, que tuvo como finalidad preservar las lenguas en peligro de desaparición, así como la diversidad cultural e intelectual.

Al respecto, la Constitución Mexicana reconoce al país como una nación pluricultural y a partir del 23 de marzo de 2017, todos los establecimientos mercantiles deben contar con la Placa por la no discriminación señalando:

“En este establecimiento, no discriminamos. Se prohíbe negar, excluir o distinguir el acceso o prestación del servicio a cualquier persona o colectivo social por su origen nacional, lengua, identidad indígena, apariencia física (…) o cualquier otra razón que tenga como propósito impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos”.

Pero… en la realidad ¿se toman las medidas necesarias para que la no discriminación se convierta en inclusión? ¿Realmente los espacios públicos, recreativos y educativos existentes tienen espacio para las mujeres que únicamente hablan lengua indígena? Entonces, ¿No discriminar, es lo mismo que incluir?

Nos encontramos ante el reto de acercar a los grupos minoritarios, en este caso las mujeres, a los derechos colectivos, que les garanticen un desarrollo en condiciones igualitarias, sin que ello implique una pérdida de su identidad.

Para lograr este objetivo es necesario la suma de esfuerzos del gobierno, la comunidad académica, industrial, comercial y de la sociedad civil para formular y adoptar políticas que respeten la diversidad lingüística. Ya que de acuerdo con los datos de la encuesta Intercensal realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2015, en México, la población indígena asciende a 12 millones 25 mil 947 personas. De las cuales, 6 millones 146 mil 479 son mujeres. De éstas 3 millones 786 mil 673 únicamente hablan lengua indígena. Tan solo en la Ciudad de México, se hablan 55 de las 68 lenguas indígenas; entre las que destacan: náhuatl, mixteco, otomí, mazateco, zapoteco y mazahua.

Y tú, a las mujeres indígenas: ¿No las discriminas?; ¿Las incluyes?, o ¿ninguna de las anteriores?