Un grupo de ocho amigas que se dicen entre ellas mismas “las gordas”, sin forma despectiva, se dieron cita en una sesión de fotos en lencería. El objetivo era aceptar su cuerpo con ropa interior de encaje, habitarse y sentirse, dejando a un lado las ofensas de las que algunas han sido víctimas.

El fotógrafo tenía una gran responsabilidad, hacer que estas mujeres expresaran su sexualidad ante la cámara.

¿Cuál de estas prendas crees que se me vea mejor?, le preguntaron al fotógrafo, quien señaló una de ellas y agregó: “el labial va perfecto con el encaje y con el color de piel de Tere –una de las asistentes. Solo tenemos que soltarle el cabello para retratarla lo más natural posible”. Tere se sintió cómoda y aceptada con el comentario, sonrió y se mimetizó con las prendas y su labial rojo.

“No hay gorditas felices”

Estas mujeres se conocieron en una sesión de fotos de Body Positive, un movimiento que busca la aceptación y respeto de los cuerpos con sobre peso u obesidad.

En 1996 se fundó la organización “The body positive” que buscó replantear los estándares de belleza. Sin embargo, cayó en el discurso neoliberal donde se impone una forma de “ser gorda”, publicó el portal Vice.

En contra de este discurso que “fomenta ser más gordas”, Itzel Mejía, organizadora de la sesión de fotos y creadora del colectivo Sexy Curves comentó para La Cadera de Eva que este movimiento “busca explotar a las personas que llegan con traumas”.

Detrás de la gordura hay enfermedades, problemas psicológicos o traumas que no han sido visibilizados. Itzel Mejía relató dos casos de sus compañeras:

“Estas mujeres han permitido muchas cosas por el hecho de ser gorditas, una dejó que su marido la violara, la drogara, la golpeara. Después, tuvo un aborto a causa de los golpes”.

“Otra de las mujeres permitió que un tipo la estafara, le quitara la agencia que le dejó el abuelo, no era mucho, pero se la quitó”.

“Hay compañeras que les da pena ir al ginecólogo, qué van a decir de ellas”

Estos problemas no los ve el Body Positive, en el que participan muchas influencers que solo buscan sacarles el dinero a las mujeres.

“No les están diciendo que se quieren o se cuiden, sino que engorden para que se vean mejor. Para mí la frase más mentirosa que existe en el mundo es soy una gordita feliz, no es verdad”.

Algunos de los mensajes de estas influencers es que se amen y sigan comiendo, que hay tallas XXXX. Todo esto es para fomentar una forma de consumo porque al final, estas mujeres son invitadas a pasarelas donde ellas invierten dinero y tiempo.

“No te regalan la ropa que modelas, tienes que dar tu tiempo y dinero para los ensayos y maquillaje”, comentó Itzel.

Muchas de estas mujeres dicen que son felices, pero al llegar a su casa permiten insultos, humillaciones y abusos, comentó Mejía.

Con esta sesión de fotos, las mujeres se empoderaron y reconocieron que sus cuerpos no deben ser espacios donde se ejerzan violencias. 

A la sesión de fotos algunas fueron a escondidas de su familia o sus parejas. Pero una de ellas, Isela, fue motivada por su compañero a asistir, vestía un abrigo que le cubría los hombros y el pecho, decidió quitárselo por el apoyo de Tere.

“Ya Isela quítate esa madre, tienes unos pechos hermosos y te ves súper cachonda vestida así…”.

Isela aventó el abrigo, jaló una silla, la puso con el respaldo hacia el frente, se arrancó la parte superior del conjunto y dejó al descubierto sus pechos, se sentó de tal forma que el respaldo le cubriera, agarró su cabello, lo lanzó hacia enfrente, levantó lentamente su mirada, hizo contacto con la cámara y los disparos del flash comenzaron.

Al final de cada disparo, las mujeres corrían a ver la imagen que el fotógrafo había capturado y comentaba “esa no soy yo, bueno, no sabía qué podía verme así”.