En ocasiones Brenda solía masticar la comida, saborearla y escupirla, por el temor a engordar. “En mi último trabajo pedía cajas de galletas por aplicación, me las comía durante el día y fue así como me di cuenta que tenía un problema”, compartió.

“Yo no me di cuenta de que tenía un TCA  (trastorno de conducta alimentaria) hasta que empecé a tomar terapias psicológica, obviamente no está diagnosticado a nivel profesional, lo que llevé fue acompañamiento supongo que todavía lo tengo”, dijo Brenda.

El 30 de noviembre ser conmemora el día Internacional de la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) que se identifica bajo el símbolo de un lazo azul. Nueve da cada 10 casos con TCA son mujeres, de acuerdo con la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Brenda comenzó a hacer ejercicio desde que tenía 10 años. Le afectaron las crítica sobre su cuerpo, le decían que para su edad “era muy grande”, refiriéndose a su apariencia física, lo que le provocó inseguridad y un trastorno alimenticio.

“Empecé a hacer ejercicio cuando tenía 10 años y empecé a hacer ejercicio porque dentro de mi familia estaban esos comentarios de que yo estaba muy gordita, que era muy grande para la edad, en el sentido de que estaba pasada de peso, no sabía que estaba gorda y la verdad es que yo siempre fui más alta que el resto de las personas de mi entorno, para mí era normal ser así”.

Por la carga escolar, Brenda dejó de hace ejercicio y el peso que había perdido, lo recuperó. A sus 10 años intentó vomitar pero no pudo. En la preparatoria, a sus 15 años decidió regresar al gimnasio.

“Cuando tenía 16 o 17 empecé a hacer mucho ejercicio y por mucho, digo mucho ellos decía entre cinco y seis horas de ejercicios diarias y yo no, yo no era deportista profesional, o sea, yo no practicaba un reporte de alto rendimiento. Yo iba al gimnasio cinco o seis horas diarias cuando estaba en la prepa. Y ahí fue cuando me cuando empecé a restringirme en ciertos alimentos y cuando tenía hambre lo que hacía era que masticaba chicle lo que yo decía era que masticaba chicle y tomaba agua para evitar, eh, comer las cosas que se me antojaban”, comentó en entrevista.

RESTRICCIÓN DE LOS ALIMENTOS

Brenda al igual que Sofía comenzaron a restringirse los alimentos en la preparatoria. Sofía se impuso una dieta de desayunar y cenar sólo cereal y comer pechuga asada. “De niña siempre fui gordita, no me ‘bulleaban’ porque era la ñoña de la escuela”, compartió.

“Siempre he tenido un problema por mi peso, mi relación nunca ha sido la mejor, he tenido atracones es porque me da ansiedad y de momento saco la emoción así, me ha pasado que tuve un día complicado, asocio el comer con consentirme”, compartió Sofía.

Sofia reconoce que sus atracones son en la noche, cuando ha tenido un día pesado y se le olvidó comer. A veces solo desayuna una torta de tamal, trabaja durante 10 horas hasta probar el segundo alimento.

“Los atracones se fomentan al tener periodos de restricción grande de comida, es decir entre más dietas y dietas hagas más probable es que vengan los atracones”, de acuerdo con la nutrióloga Lore Herrejón.

Cuando hay un atracón, aparece el sentimiento de culpa de haber “fallado” en la dieta. “Además pueden llegar a desarrollar otro tipo de trastorno de conducta alimenticia. Todos los trastornos de conducta alimentaria se presentan con mayor frecuencia en mujeres por la presión social que tenemos en todos lados de cumplir con ciertos estereotipos que nos marca la sociedad y el marketing”, apuntó la nutrióloga Herrejón.

"Ya se identificar las señales de  alerta cuando van a pasar un atracón, hubo ocasiones en las incluso masticaba únicamente para saborear y escupir  los bocados", compartió Brenda.

ESTILO DE VIDA

Tanto Sofía como Brenda reconocen que los atracones están relacionados con su estilo de vida, éstos aparecen cuando están en un momento de estrés. Sofía identificó que cuando tenía tiempo libre, podía destinarlo a su cuidado y tomarse tiempo para concientizar lo que comía.

Para la nutrióloga Lorena Herrejón los atracones y todos los problemas relacionados con trastornos alimenticios se puedes evitar con una mejor educación nutricional.

“No permitiendo que los gurús o coaches de ‘salud’ nos digan qué hacer con nuestro cuerpo, cómo debe de verse. Y reeducando a las mujeres nutricionalmente hablando pero desde el amor propio y aceptación de nuestros cuerpos”, sugirió.