Elizabeth Zúñiga Gallegos ha sido madre desde hace 8 años y 9 meses. Por la pandemia por covid-19, ella y sus hijos tuvieron que mudarse para no atravesar la emergencia sanitaria solos. A pesar de eso, Elizabeth ha enfrentado fatiga e incomodidad:

“Para mí ha sido horrible [la pandemia]; tuve que mudarme con mi madre para no estar sola con mis hijos, y me considero afortunada por tener tanto apoyo. Aun así me sentía terrible y agotada” cuenta en entrevista para La Cadera de Eva.

Aunque para Elizabeth es complicado decir qué ha sido lo más difícil de ser madre durante la pandemia, asegura que hacer las tareas con sus hijos en un ambiente no adecuado ha creado estrés tanto para ella como para los niños.   

En el lugar de Elizabeth se encuentran muchas mujeres, que a causa del confinamiento han tenido que enfrentar los retos de ser mamá y cubrir las tareas de cuidados del hogar las 24 horas del día, cumpliendo una triple jornada laboral que las demanda no sólo como madres sino también como maestras, cuidadoras y trabajadoras. 

Gabriela y sus hijos.

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Covid-19 intensificó las labores de cuidado socialmente asignadas a las mujeres

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la pandemia por covid-19 incrementó la necesidad de los trabajos de cuidados no remunerados en los hogares, y son las mujeres de América Latina y el Caribe quienes han enfrentado la carga de trabajo desproporcionada. 

Según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) y ONU Mujeres, antes de la pandemia, las mujeres de esta región ya dedican el triple de tiempo que los hombres a las tareas de cuidado no remuneradas, entre las que se encuentra lo relacionado con el cuidado de las y los hijos. 

Diversos organismos internacionales han señalado que, a causa de la pandemia, los trabajos de cuidado que las mujeres atienden se han intensificado, lo que ha provocado desgaste físico y emocional. Además, hay un detrimento en el desarrollo económico de las mujeres, debido a las altas tasas de desempleo para las mujeres. 

“La crianza y maternar se empezaba a hacer más pesado cada día”

Otra historia es la de Gabriela Serralde, quien es mamá desde hace dos años. Tenía 21 años cuando decidió tener a su bebé: estaba cursando sus estudios universitarios. Para Gabriela, como madre joven, la pandemia ha sido aún más complicada porque, además de ser madre, es estudiante.

“Me embaracé cursando la universidad, así que tuve que darme de baja y cuando regresé empezó la pandemia. La verdad pensé que no sería tan difícil, que podía arreglármelas, pero sin guarderías abiertas, con mi pareja trabajando gran parte del día y mis padres lejos de donde yo vivo, me dí cuenta de  que debía arreglármelas con un bebé de casi 2 años yo sola y encerrados en casa todo el día”, contó en entrevista para La Cadera de Eva. 

Gabriela asegura que uno de los principales obstáculos a los que se ha enfrentado es atender a su bebé mientras ella estudia: 

“Mi bebé al principio se desconcertaba: todo el día me la pasaba en la laptop, y no tenemos tele en mi casa, así que no podía distraerse ni siquiera viendo una película. Lloraba mucho y se aburría: tuvimos que ingeniar formas y dinámicas nuevas para que estuviéramos bien ambos” dijo Gabriela. “No quisiera decir que ya nos adaptamos, porque un bebé en crecimiento pide más cada día: necesitas juegos nuevos, cosas nuevas que aprender y más cosas materiales como ropa, vacunas, etcétera”, agregó.

Maternar durante la pandemia no es una tarea sencilla. Gabriela cuenta que se ha enfrentado al estrés durante el confinamiento por cosas relacionadas con la maternidad y el desarrollo de su bebé. De acuerdo con la madre, hay algunas preocupaciones particulares que detonaron su estrés, como la necesidad de que su hijo aprenda a ir al baño y el desarrollo lingüístico del bebé. 

A pesar de los retos, Gabriela se siente afortunada por el apoyo que ha recibido, especialmente de sus profesoras, quienes le han brindado apoyo para que ella continúe con sus estudios:

“La verdad, la crianza y maternar se empezaba a hacer más pesado cada día. Sin embargo, he sido privilegiada. Dentro de todo esto, tuve varias maestras que pudieron comprender mi situación y me ofrecieron ayuda. He podido ver tanta sororidad de parte de algunas maestras que me abrieron caminos para poder continuar”, cuenta Gabriela.

A pesar del apoyo de algunas profesoras que le ayudaron a conseguir un lingüista para su hijo y ayuda psicológica para ella e incluso acceso a internet, Gabriela también ha tenido que lidiar con profesores que no comprenden su situación actual:

“Hay maestros que no son así; hubo algunos que aun sabiendo la situación desde el principio de semestre, aun hablando con ellos y exponiendo mi situación, no logran entenderlo y también me han complicado un poco más la virtualidad al no ser empáticos. En este momento me encuentro en una situación así con una maestra que aun sabiendo que tengo un bebé y, a veces, debía apagar la cámara ha decidido que, si ella ve que está apagada, puede poner falta, y eso me puede llevar a tener una NA (No Aprobada). No deja que grabemos clases (sabiendo que hay 2 mamás en el grupo y que algunas compañeras no cuentan con buen internet) y dice reprobar justamente a las personas que no deberían estudiar psicología clínica, pues no tienen la capacidad. No entiende que muchas veces eso que llamamos ‘capacidad’ es el privilegio de tener la ayuda o el poder económico para poder facilitar el desempeño del estudiante”.

Fotografía de Gabriela y su hijo.

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“Creo que lo más difícil para mí ha sido… todo”

“Creo que lo más difícil para mí ha sido… todo”, dice Gabriela, quien señaló la dificultad de lidiar también con los comentarios negativos respecto a su maternidad. Le han dicho que no es capaz de hacer las cosas, y la han juzgado. Esa situación la ha llevado incluso a tener una percepción negativa de sí misma. “Cualquier mujer que materna se topa con esos comentarios, de eso estoy segura, pero en este momento siento que el ‘panóptico’ soy yo. Yo me vigilo y me castigo”, dijo Gabriela. 

“Veo que voy a reprobar una materia, y pienso que quizá mi maestra tiene razón: quizá no doy el ancho porque tengo un bebé al cual tampoco he de estar criando muy bien, pues no habla aún y, aunque la lingüista crea que es el factor social el que le está faltando a mi bebé, como al de muchos otros bebés en desarrollo, me siento pésima por no poder hacer todo”, agregó.

La sobrecarga de trabajo que Gabriela ha experimentado durante la pandemia le ha llevado a pensar que no está dando su 100 por ciento como madre ni como estudiante. No obstante, Gabriela continúa firme, buscando cumplir sus metas académicas, aunque ahora todo esté pasando en la pantalla de su computadora:

“Sé que no hay un 100% en todo en este momento, pero veo a las mujeres de mi familia y escucho las historias de cómo criaban a 5 y eran ‘cabronas’. Siempre podían y yo… yo no puedo. El estar encerrada todo el día y tener que estar al 100% en clase, al 100% con mi hijo, al 100% como ama de casa, más todos los demás 100% que debo dar como administradora, pareja, hija, hermana, etcétera, todo al mismo tiempo en el mismo lugar, eso es lo que me está acabando” dijo Gabriela. “No soy mamá, no soy estudiante, no soy compañera, estoy todas enfrente de la máquina, entre mis 4 paredes en la cocina, con mi chilpayate en uno de mis brazos y mis esperanzas de poder terminar la carrera en el otro, todo pasando siempre al mismo tiempo frente a la misma pantalla”, agregó.