Es común suponer que los hombres homosexuales, al ser parte de un grupo social que ha sido históricamente violentado —al igual que las mujeres— entenderían mejor que es sufrir en carne propia la discriminación y la violencia. Sin embargo, este hecho no los exenta (ni a las mujeres) de poder ser misóginos y machistas con algunas acciones. 

Las formas más frecuentes de violencia pueden ser las verbales: rechazo al cuerpo de la mujer y críticas infinitas a la apariencia física. Aunque también se pueden dar casos en los que se toque el cuerpo de la mujer sin su consentimiento o donde se pronuncien discursos de odio. 

Es cierto que son conductas que pueden darse entre hombres de todas las orientaciones sexuales, pero resulta aún más frustrante cuando viene de parte de quienes teóricamente deberían sentir más empatía hacia las mujeres porque saben en carne propia lo que es ser discriminado. 

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¿Por qué se reproduce la violencia machista? 

Nos hemos criado en el patriarcado y es muy común asumir que los roles de género ya están establecidos: nuestras madres cocinan, nuestras abuelas nos cuidan y los hombres trabajan. Y aunque estas creencias son algo que ha cambiado progresivamente —gracias a los movimientos feministas—, aún es necesario decidir  cambiar esta forma de ver la vida.

Y no sólo decidirlo, sino también tener acceso a la información necesaria para empezar el cambio. 

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El secretario de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales (FELGTB), Loren González en una entrevista con Código Nuevo, concuerda en que

"La comunidad gay no está exenta del sistema patriarcal, que ha atacado a la mujer por todos los flancos: vestimenta, comportamiento y cuerpo"

Es común escuchar a hombres homosexuales criticar a una mujer por ser: “muy fea”, “gorda”, “zorra” o “fácil”; también hay personas que creen tener el permiso de tocar el cuerpo de una mujer sin su consentimiento porque “no le gustan las mujeres”, no obstante, esto también puede provocar incomodidad y considerarse violento. 

Inicialmente el colectivo LGBT sólo estaba conformado por hombres pero con la llegada de lesbianas, transexuales y sobre todo del —maravilloso— feminismo, se ha logrado reformar la comunidad y, aunque aún falta camino por recorrer, las mujeres y las personas homosexuales se han vuelto unidos por tener algo en común: la resistencia a la violencia y la lucha por los derechos.