En palabras de la gran activista afrodescendiente y estadounidense Cheryl Clarke, ser lesbiana implica un “acto de resistencia”, debido a que ser lesbiana en toda cultura supremacista-machista-capitalista-misógina-racista-lesbofóbica-imperialista y excluyente, implica una “resistencia emocional” (Alejandra Buggs Lomelí), resistencia que tendría que ser acogida por este mundo patriarcal y por todas las fuerzas progresistas, independientemente, de la forma en que cada lesbiana, viva su vida: ya sea dentro o fuera del closet, en espacios políticos, en sus áreas de trabajo o en la propia casa.

Ser lesbiana en un sistema opresor, involucra las presiones sociales o familiares a las que muchas veces nos enfrentamos, aún cuando en el mejor de los casos y después de todo un proceso, logremos algunas sentirnos aceptadas y respetadas.

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Sin embargo, toda lesbiana se enfrenta en muchas ocasiones a una doble, triple y hasta cuádruple discriminación, es decir, que enfrentamos a lo que nombro un “cruce de caminos de opresión”, término que desprendo del interesante concepto acuñado por la gran abogada feminista y activista afrodescendiente Kimberlé Crenshaw y al que ha llamado interseccionalidad.

Kimberlé Crenshaw, abogada feminista y activista afrodescendiente 

Ejemplo de lo anterior, podría ser: una mujer (afrodescendiente, migrante y/o indígena, que viva con alguna discapacidad, en pobreza, con poco acceso a la educación y con una expresión de género u orientación sexual diferente a la heterosexual, este cruce de caminos de opresión redunda en diferentes formas de discriminación.

Las lesbianas a lo largo de la historia se han enfrentado y se enfrentan a diferentes formas de prejuicios, violencias, invisibilizaciones y discriminaciones, además, es una realidad que en México existen pocas organizaciones que atiendan los padecimientos emocionales específicos de la Comunidad LGBTTTIQ+. (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transgéneros, Transexuales, Intersexuales, etc.)

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Hasta hace muy poco empiezan a crearse espacios con las características profesionales que se requieren para atender la salud emocional de las lesbianas, sin caer en estereotipos como pensar que toda lesbiana es alcohólica o violenta, sino que sea tratada desde un lugar de respeto, con un enfoque humanista, existencial de la Psicoterapia, tomando en cuenta este "cruce de caminos" que mencioné anteriormente, para acompañar su proceso psicoterapéutico desde su especificidad.

¿Qué lleva a una lesbiana a atender su salud emocional?

Hasta cierto punto podríamos responder, que sería lo mismo que a toda persona, sin embargo, la realidad de una persona heterosexual es muy diferente a la de las lesbianas porque se enfrentan más a situaciones de violencia, mismas que van desde insultos verbales y agresiones físicas, hasta formas extremas como "lesbofeminicidios".

La Comisión Ciudadana Contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH) ha documentado, a partir de una revisión en periódicos publicados en México, que entre 1995 y 2000 ocurrieron 213 asesinatos contra homosexuales y lesbianas, los cuales se han caracterizado por la brutalidad y violencia extrema con la que han sido realizados. La CCCOH sugiere que por cada caso que ella ha documentado existen por lo menos otros tres.

Además del trabajo de la CCCOH, existe una lamentable realidad, en México son aún pocos intentos para documentar las distintas formas de agresión que sufren, las lesbianas, los homosexuales y les bisexuales, y poco se ha estudiado y profundizado en las repercusiones en su salud mental.

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Desde la perspectiva de la salud mental y emocional, la violencia puede ser conceptualizada como causa y efecto, por un lado, es causa porque es una forma de opresión, y por otro lado, es un efecto, ya que la violencia es en sí misma un daño a la salud, porque altera la integridad psicológica y física de las lesbianas.

La violencia por odio está conformada por acciones con las que se intenta dañar o intimidar a las personas debido a su etnia, orientación sexual u otro estatus de grupo minoritario.

La relevancia de distinguir a la violencia por odio es que, representa un caso especial de violencia, debido a que tiene un gran impacto en la víctima que la recibe, y en el grupo social al que pertenece porque no se puede ser insensible ante el sufrimiento de una persona de un grupo al que se pertenece.

Al ser tanto la discriminación como la violencia dos formas de opresión, refuerzan subjetivamente la falsa y errónea idea que ser lesbiana, es una condición negativa.

Considerando lo anterior, el objetivo de este artículo es subrayar la importancia de la relación entre violencia y discriminación como una ecuación de opresión, que impacta profundamente en la salud mental de algunas lesbianas, al mismo tiempo mencionar algunos padecimientos emocionales identificados a lo largo de mi práctica profesional.

Así como sensibilizar a toda persona a quien llegue este artículo, siendo un tema que tiene que visibilizarse, estudiarse y seguir investigando sobre la importancia de atender la salud emocional y mental de las lesbianas, reconociendo que es un Derecho Humano ser atendidas en un espacio profesional, ético y de respeto, que favorezca su bienestar integral.

Cierro mencionando algunos padecimientos emocionales y mentales de lesbianas a quienes he atendido en psicoterapia a lo largo de 28 años: dificultades de comunicación, ciertos grados de depresión, sentimientos de inadecuación (generados por la discriminación y violencia), dificultad para sentir placer erótico y sexual, ansiedad (resultado del ocultamiento de su orientación sexual), crisis existenciales, crisis de pareja, conflictos familiares, no sentirse a gusto con sus cuerpos, en algunas ocasiones consumo de alcohol y autoestima baja.

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Padecimientos, a los que hay que poner más atención no solo como profesionales de la salud mental, o como mujeres pertenecientes a la comunidad lésbica, sino como seres humanos, humanas y humanes, que nos importa el bienestar de la salud mental, en este caso especial de las lesbianas.

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*Psicoterapeuta Feminista Humanista Existencial, Especialista en Perspectiva de Género e Interseccionalidad, Derechos Humanos y Diversidad Humana. Directora del Centro de Salud Mental y Género.