No habría sido oportuno que por la década de 1920, alguien se atreviera a molestar a los grandes muralistas José Clemente Orozco (1893-1949), Diego Rivera (1886-1957) y David Alfaro Siqueiros (1896-1974). Habría sido inoportuno e irracional interrumpir mientras Rivera promovía a Lenin y luchaba contra el capitalismo a pinceladas o mientras la radicalidad anti-imperialista de Siqueiros hacía en trazos negros y gruesos aquellas subversiones que le garantizaban arrestos, encarcelamientos y hasta el desdén de Vasconcelos, el primer titular de la SEP.

Es probable que, inmersas en la efervescencia de los levantamientos feministas en la CNDH, los espectadores juiciosos que no calman al represor que llevan dentro no hayan notado que las compañeras radicales en su intervención al arte están construyendo una nueva corriente subversiva que simboliza, revive y representa mucho más que al Madero del cuadro que tanto se criticó.

Y tú, qué pintura intervenida eres, haz el quizz aquí 

Con mayor frecuencia, las encapuchadas en cada marcha han puesto el cuerpo y el alma, arriesgando su libertad, para dejar plasmada en monumentos, paredes y cualquier espacio las consignas y exigencias del movimiento anti-feminicida, anti-machista, anti-pornógrafo y anti-capitalista. Muchas de ellas, anarcofeministas, combaten al Estado por considerarlo machista y patriarcal. 

Todas van construyendo una revolución simbólica que en sí misma, es arte. -Y después de la toma de diferentes sedes estatales de derechos humanos, hasta una revuelta comparable con el nacimiento del EZLN-.

Las pequeñas diferencias entre Bansky y las feministas

Banksy actualmente es considerado como el máximo expositor de arte urbano o callejero y desde los 80´s no suelta el aerosol. Su nombre real es un misterio. Se burla del sistema y saltó a la fama cuando comenzó a cuestionar la guerra, el capitalismo, el sistema, la indiferencia y ahora también, realiza intervenciones al arte  Pop. 

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Comenzó como un “delincuente” del stencil en las calles de Londres y aunque el sistema que tanto ha criticado, logró apropiarse de su obra y subastarla a niveles millonarios, se hizo conocida su obra gracias a la sorpresiva explosión que provocó de su propio cuadro en plena subasta.

Banksy y las feministas tienen muchas similitudes pero grandes diferencias. Banksy es londinense y camina en solitario, pintaba ratas y changos burlándose de los políticos. Igual que las feministas combaten al patriarcado a cacerolazos y pintas. 

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Las radfem y el bloque negro capitalino son la semilla revolucionaria que se expande sin temor a la prisión, a la represión ni a la propia muerte. Mujeres que lo han perdido todo y que desafiaron antes ya cualquier mandato patriarcal como la belleza, el protagonismo, la envidia, la validación masculina y hasta la heteronormatividad. Quien no tiene nada que perder, puede darse el lujo de arriesgarlo todo.

Rayar y marchar con el rostro cubierto -entre muchas cosas- significa: 

-Seguridad para que las protestantes no sean identificadas, investigadas, amenazadas, perseguidas o desaparecidas

-Afán de NO protagonizar la lucha ni ponerle rostro a la protesta porque la causa es de todas y para todas

-Enviar un mensaje en clave de combate para romperlo todo, quemarlo todo, eliminar los mandatos sociales de moderación que nos pretende ver sentadas y bonitas.

Ni son cobardes ni son delincuentes, son luchadoras incansables. Son rostros cansados de la impunidad, son mujeres hartas de la actitud policial, son combatientes de la pasividad gubernamental. Son sobrevivientes.  

La auténtica expresión de cualquier sentimiento lograda a través del arte es la confirmación de que se encuentra vivo y vigente. Si hay acaso arte más valioso que el de la técnica, es el de la protesta porque en sus pinceladas reside todo el coraje, fuerza y subversión del amor feminista colectivo. Eso nace con los cuadros intervenidos y con todas las pintas que insisten en borrar: la revolución pacífica y simbólica de las feministas radicales mexicanas.