Además de medallas, historias de éxito y perseverancia entre atletas de los juegos olímpicos en Tokio 2020, también se han discutido una serie de temáticas que no son relativamente nuevas en materia de género y que han generado mucha polémica: los vestuarios y la apariencia de algunas competidoras que dejan sobre la mesa situaciones que hay que reflexionar.

Los uniformes mexicanos en la basura

Por ejemplo, en  México hace unos días se gestó una importante polémica en redes sociales sobre las boxeadoras mexicanas Brianda Tamara y Esmeralda Falcón que descubrieron en la basura los uniformes de las de las jugadoras de softbol en la Villa Olímpica de los Juegos Olímpicos de Tokio.

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Ante ello, las posturas comenzaron a dividirse. Mientras que una parte de las personas pedía un castigo severo por aquel acto, otras se enfocaban en que si bien, no fue con la mejor intención pero que su transgresión o falta no era demasiado “grave”. Se habló también, de una ofensa al pueblo mexicano considerando las nacionalidades de las integrantes del equipo y se plantearon alternativas de sanciones que podían ser aplicadas para las jugadoras.

Algunas de las preguntas que surgieron entre tweets, y posts en redes sociales fueron: ¿cómo ha sido dirigida la CONADE en esta administración? ¿En realidad los atletas mexicanos están recibiendo el apoyo adecuado para un buen desempeño, no sólo en los juegos olímpicos, sino en otras competencias?

Pero, ¿dónde queda realmente nuestro amor por México? ¿Necesitamos que exista un encabezado escandaloso, una mala conducta para repensar qué es lo que nos importa de nuestro país? ¿Qué es lo que nos indigna? ¿Qué tan importante se vuelve un uniforme en nuestras discusiones cotidianas considerando lo que ocurre a nuestro alrededor? ¿Nos estamos convirtiendo en generadores de odio?

Y, aunque las autoridades ya respondieron, algunas jugadoras ya presentaron su renuncia y su carrera seguramente será marcada por lo que hicieron, también hay que ver más allá de la polémica y de lo que fue, para comenzar a analizar cuál es el papel del país entorno a lo que dice y hace nuestro gobierno. Una crítica basada no sólo en periodicazos ni tweets, sino en todo lo que rodea lo que estamos viendo tras nuestras pantallas.  Es un hecho que tirar a la basura el uniforme de México, no fue correcto, pero ¿nos vamos a quedar ahí?

Alto a la sexualización en los vestuarios

La selección de noruega de balonmano de playa femenino fue multada por considerar que su vestimenta es “inapropiada” por utilizar shorts en vez de bikini. Las jugadoras consideraron que el uniforme les era incómodo, restrictivo y sexualizado por lo que prefirieron usar shorts durante un partido contra España donde se disputaba la medalla de bronce.

Antes de que comenzara el campeonato, el equipo consultó con la Federación Internacional de Balonmano y pidió permiso para que las mujeres pudieran usar pantalones corto, pero además de rechazar esta petición, también se les “recordó” que las infracciones a su reglamento tenían carácter punible por lo que cuando eligieron utilizar los pantalones cortos, la Federación Europea de Balonmano (EHF) impuso la multa por el equivalente a $177 dólares por jugadora por el uso de "ropa inadecuada y que, posteriormente, la cantante Pink, ofreció pagar vía Twitter.

Frente a esta discusión, que, repito, no es nueva, volvemos a encontrar con limitaciones frente a la comodidad y eficiencia del esfuerzo de una mujer frente al deporte. ¿Por qué están peleados unos con los otros? Y lo más importante, ¿por qué el vestuario de una mujer tiene que ir de la mano con la sexualización? No sólo son los deportes, es una situación común entre mujeres. Desde que vamos creciendo, las condiciones sociales nos obligan a vestirnos de cierta forma, de utilizar ciertos colores, y, en las mismas actividades que los hombres realizan, debemos utilizar la ropa de forma distinta. Una de las principales reflexiones que pondría sobre la mesa es ¿quién o quienes hacen esas reglas y por qué tenemos que seguirlas ciegamente sólo porque “ya están establecidas?

Dalia Morquecho Teniza - egresada de la Maestría en Comunicación de la Universidad Iberoamericana. Politóloga y Gestora Social por la UAM y estudiante de Derecho en la UNAM