A partir de 2009 -luego de diversas acciones para concienciar sobre la relevancia de establecer relaciones diferentes con el medio ambiente-, la ONU estableció el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra. Mucho se podría reflexionar en torno a esta fecha, aunque pocas veces se hace desde el género y, menos aún, desde las masculinidades.

Más o menos se ha generalizado el concepto de masculinidades como la “construcción social referida a valores culturalmente aceptados de las prácticas y representaciones de ser hombre”;; sin embargo, desde 1995 Connell introdujo el concepto de masculinidad hegemónica para trascender la idea de la masculinidad como un conjunto de características más o menos comunes a los hombres en las diferentes culturas. A partir de considerar que “el género es una forma de ordenamiento de la práctica social”, Connell propone que las dinámicas sociales de género están fundamentalmente influenciadas por los proyectos de masculinidad que logran imponerse por medio de la autoridad, más que de la violencia -aun cuando no son excluyentes entre sí- a los que denomina hegemónicos.

Lee: La trata de personas y su relación con el consumo pornográfico

La aportación de Connell es que asume que la masculinidad hegemónica establece prácticas para la interrelación entre los géneros dentro de contextos de la política, la economía y las relaciones afectivas. En este sentido, la existencia de una masculinidad hegemónica no sólo incide en la desigualdad entre mujeres y hombres, sino también en otras problemáticas tales como la degradación ambiental, “debido a que las instituciones centrales del orden mundial mantienen una masculinidad competitiva y orientada hacia la dominación”.

Desde la economía feminista se aporta que, dada la manera de funcionar del patriarcado, es necesario “sustituir la lógica androcéntrica de acumulación por una lógica ecológica del cuidado y […] reemplazar el perverso ideal de autonomía por un reconocimiento de la interdependencia social”. Si bien el marco de análisis de la autora no incluye el aspecto ecológico, es claro que su propuesta puede extenderse a este ámbito. De alguna manera podemos trazar paralelismos entre la masculinidad competitiva y dominante referida por Connell y la forma en que se realizan los procesos de acumulación económica; en ambos casos, la antípoda es el cuidado, es decir, colocar a la vida misma en el centro de todo (la cultura, la política, la economía, la conflictividad, etc.).

Lee: Enseñar nuevas masculinidades a los niños a través de los cuentos

Por otra parte, la masculinidad hegemónica también pregona los valores del individualismo y el éxito personal; el deterioro ambiental muestra los extremos a los que se puede llegar cuando todo el sistema económico se basa en esos valores: uso irracional y sobreexplotación de los recursos naturales; falta de previsión sobre la manera menos invasiva de aprovechar o destruir los deshechos; cambio climático; etc. El reconocimiento de la interdependencia también debería incluir a la tierra, pues dependemos de ella para sobrevivir y, hoy más que nunca, requiere de nuestra intervención consciente (o de nuestra “no presencia”) para que los ecosistemas se recuperen.

En este sentido, si bien no puede hablarse de un ecofeminismo homogéneo, también es cierto que la propuesta que les unifica es “el rescate de la cultura del cuidado como inspiración central para pensar una sociedad ecológica y socialmente sostenible, a través de valores como la reciprocidad, la cooperación y la complementariedad” -es decir, valores contrarios o alternativos a los pregonados por la masculinidad hegemónica.

Lee: Nuevas masculinidades: renunciar al privilegio patriarcal

En este breve artículo se quiere dejar sembrada la idea de que días como el de la Madre Tierra no requieren sólo una reflexión desde la ecología o el medioambientalismo, sino también requiere una lectura desde el género, en el sentido de que la dinámica que hemos establecido en nuestra relación con la naturaleza y el planeta ha estado mediada por prácticas de género dictada desde la masculinidad hegemónica o el patriarcado.

En este sentido, plantear masculinidades alternativas no sólo demanda cambios individuales en los pensamientos y las conductas, sino también una participación política decidida para transformar las estructuras que generan mecanismos de opresión y dominio en todos los ámbitos de la vida social.

René López Pérez Este artículo fue escrito por René López Pérez, responsable de investigación de GENDES Género y Desarrollo.

@renelo0106

@GENDESAC