Evitar las calles obscuras, vestirte de una forma específica porque tomarás el transporte público, tomar caminos más largos para evitar que te miren de forma lasciva son algunas de las estrategias que tomamos las mujeres para trasladarnos en la calle.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué caminamos con temor? Al respecto, la arquitecta Zaida Muxí señala que parte de esto sucede porque las ciudades están pensadas por los hombres y para los hombres. Una arquitectura con perspectiva de género podría reducir esta sensación de inseguridad.

El desarrollo de las ciudades priorizó el trabajo productivo de los hombres y dejó a un lado las labores de cuidado, que por lo regular están a cargo de las mujeres, y no son tomadas en cuentas, señaló la arquitecta. La iluminación está priorizada para los automóviles y no para los peatones. No es que los hogares estén pensados para las mujeres, en su desarrollo hay desigualdad.

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Sin embargo, Zaida Muxí señala que los cuidados no están tomados en cuenta a la hora de diseñar. “Hacer vivienda se ha convertido en un tema de ecuación, tengo unos metros, unas piezas que no son inamovibles. Si bien el espacio no lo es todo, si nos envía mensajes sobre igualdad, sobre importancia… Si tenemos una vivienda donde una habitación es de 12 metros cuadrados con baño privado, la otra de ocho y otra de seis, estamos enviado un mensaje de jerarquías. Los espacios deberían ser más iguales”, señala.

¿Cómo podemos hacer ciudades más seguras?

Zaida Muxí dice en entrevista con Sandra Sabatés que pensar en espacios donde haya comercios que fomenten el flujo de gente e iluminación adecuada, puede hacer sentir seguras a las mujeres.

El Banco Mundial advirtió que las ciudades están diseñadas por los hombres y para los hombres y eso limita el acceso a las mujeres al desarrollo social y económico. Ahora, que el Banco “el que presta dinero para las obras ponga como requisito el género, podemos ver algo diferente”.

Para la arquitecta Zaida Muxí, ha sido un desafío que la economía y el transporte sean atravesados por una mirada feminsita. Sin embargo, hacerlo de esta manera podría contribuir a la construcción de ciudades más amigables.

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Zaida Muxí no aspira a crear un edifico emblemático como la mayoría de sus colegas, su sueño es que las personas para las que construye sean felices, y su voz resuene en la aulas donde imparte clases