La trata de personas es uno de los tres principales delitos a nivel internacional, junto con el narcotráfico y el tráfico de armamento; estos dos últimos son fácilmente identificables, pero la trata de personas puede ser un término menos visible para el público en general. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) el delito de trata de personas contempla tres conductas simultáneas:

-Actividades: captación, transporte, traslado, alojamiento y acogida.

-Medios: amenaza, fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de una situación de vulnerabilidad, oferta o aceptación de pagos (en el caso de menores, esto puede no estar presente).

Fines: la explotación o el propósito de explotar la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

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México no cumple con el estándar para la eliminación de trata

Al menos desde 2013, el Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos ha señalado en los reportes sobre Trata de Personas que emite anualmente que México es un país de origen, tránsito, destino y retorno de personas víctimas de trata; en el reporte de 2020, que acaba de aparecer en junio, se reitera que:

“El gobierno de México no cumple totalmente con el estándar mínimo para la eliminación de la trata de personas, pero está haciendo esfuerzos para lograrlo”.

El fenómeno de trata de personas es amplio y complejo, pero en este artículo nos centraremos en la relación que tiene con la explotación sexual y la responsabilidad masculina.

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La masculinidad de los hombres en Tlaxcala

En un estudio que realizó GENDES en 2011 se encontró que en Tlaxcala, señalada como una de las entidades donde existen grupos de proxenetas o padrotes, la construcción de la masculinidad de ese grupo de personas era bastante similar a la que tenían otros hombres de la región.

Esto implica que la objetualización de las mujeres forma parte de un sustrato cultural común a los hombres. Esta afirmación podría generalizarse al resto del territorio mexicano y ello podría explicar -entre otros factores- que los varones puedan involucrarse en el fenómeno de trata en un doble carácter: como tratantes (aunque pocos hombres transitan hacia esta posibilidad) o como consumidores o prostituyentes.

Si bien, podemos afirmar que el patriarcado está detrás de la construcción de esa masculinidad, se encontró en otro estudio de GENDES (2012) que de manera más especifica se podría señalar a la construcción de la sexualidad masculina como un elemento central que explica la alta demanda de servicios sexuales por parte de los hombres.

La pedagogía del sexo

En el estudio se preguntó a los entrevistados cuál fue el primer tipo de consumo al que tuvieron acceso y respondieron que fueron revistas y/o videos pornográficos que les mostraron adultos cuando eran muy jóvenes, o incluso niños; lo interesante es que también refirieron que la primera sensación al verlos fue repulsión, asco, miedo y confusión. Esta respuesta parece indicar que existe una pedagogía del sexo que consiste en “enseñar” a los hombres la objetualización del cuerpo femenino y la necesidad de acallar las emociones y sensaciones propias en aras del cumplimiento de un rol socialmente exigido: ser sexualmente activo.

Al seguir indagando, también se encontró que la pornografía alecciona sobre las características de las relaciones sexuales: un sexo genitalizado donde el placer está, exclusivamente, en los genitales y en la duración del coito; en esta visión, el placer de la mujer queda excluido.

Paradójicamente, los entrevistados señalaron que sus experiencias relacionadas con el consumo sexual habían sido insatisfactorias. Asimismo, al preguntarles porqué realizan consumos sexuales pagados, todos demoraron en encontrar una respuesta. Ambos elementos parecen mostrar que los hombres parecen actuar bajo una normalidad que nunca han cuestionado. A ello habría que agregar que en ningún caso se refirió cuestionamiento alguno a la situación real de las mujeres que están en situación de explotación, pues suponían eróneamente que ellas estaban allí “por gusto”.

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Hombres deben cuestionarse cómo es su relación con el sexo

El objetivo de los estudios que realiza GENDES es identificar elementos para prevenir diferentes comportamientos violentos de los hombres. En este caso, prevenir la trata de personas con fines de explotación sexual implica que los varones cuestionen: diversos aprendizajes relacionados con la objetualización de los cuerpos femeninos; la genitalización de las relaciones sexuales; la disociación emociones/sexualidad; la necesidad de aprobación de otros hombres respecto a la manera como expresan su sexualidad; y la naturalización de las historias de sometimiento que las mujeres padecen, tanto individual, como colectivamente.

Este cuestionamiento es parte de un proceso para concienciar la propia historia de género y comprometerse con formas alternas de pensamiento y de conductas. Para concluir, es importante señalar que si bien cada varón debe responsabilizarse de cuestionar esos aprendizajes, el Estado también tiene un papel relevante para propiciar que eso suceda.

René López Pérez Este artículo fue escrito por René López Pérez, responsable de investigación de GENDES Género y Desarrollo.

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