El 8 de marzo siempre ha sido un día de lucha  donde las mujeres toman el espacio público: las calles, los monumentos, las paredes y las plazas públicas. El objetivo de ello es exigir nuestros derechos fundamentales y denunciar las distintas violencias cometidas contra nosotras. 

El 8M se lucha, no se festeja 

Es lo que siempre escuchamos decir a las mujeres que conocen la historia y la tragedia por la que cada 8 de marzo, lo recordamos como el Día Internacional de la Mujer.

La historia nos cuenta la trágica muerte de 100 mujeres (algunas dicen que fueron 129) trabajadoras textiles, la mayoría de ellas migrantes, en el incendio de la fábrica de Triangle Shirtwaist de Nueva York, como consecuencia de las precarias condiciones laborales de las que eran presas.

Estos hechos ocurrieron el 25 de marzo de 1911. Sin embargo se decidió conmemorarlas el 8 de marzo porque en el marco de los movimientos en pro de la paz durante la Primera Guerra Mundial, el 8 de marzo de 1917 las trabajadoras textiles de Petrogrado (San Petesburgo) organizaron un huelga obrera que se sumó al movimiento popular que acabó con la monarquía en Rusia, según una publicación de El País.

Sin embargo,  ya había un precedente. La primera propuesta para la celebración del Día Internacional de la Mujer se hizo en 1910, durante el Segundo Encuentro Internacional de las Mujeres Socialistas, donde fue planteado como un acto de solidaridad con las huelgas textiles que se celebraban en ese momento y por la promulgación del día nacional de la mujer en Estados Unidos. 

Pero la conmemoración del 8 de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora fue institucionalizado por la ONU hasta 1975 para conmemorar la lucha de las mujeres trabajadoras y se celebra oficialmente desde 1994 en EE UU.

Por esta tragedia, y en nombre de esas mujeres que fallecieron y que mantuvieron una lucha para buscar las igualdades dentro del campo laboral, no sólo conmemoramos el 8 de marzo como día internacional de la mujer, sino que también, la fecha se ha convertido en un símbolo del feminismo. 

Ese día también nos dejó otro aporte: el color violeta para el movimiento.

  Foto: Mireya Novo / Cuartoscuro

En el libro de la escritora Nuria Varela, Feminismo para Principiantes, relata la leyenda donde, supuestamente, las telas sobre las que estaban trabajando las obreras que murieron quemadas, eran de color violeta.

“Las más poéticas aseguran que era el humo que salía de la fábrica, y se podía ver a kilómetros de distancia, el que tenía ese color”, escribe.

El incendio de la fábrica textil Cotton de Nueva York y el color de las telas forman parte de la mitología del feminismo más que de su historia, pero tanto el color como la fecha son compartidos por las feministas de todo el mundo.

La activista feminista Ixchel Cisneros, directora del Día Después, señala que no es un dia para celebrar donde se tengan que regalar flores o felicitarles, sino que es un día muy importante para las mujeres que tiene detrás una lucha para que las mujeres tengamos mejores condiciones laborales y que pudiéramos votar, así como dejar de ser consideradas como ciudadadas de segunda  categoría. 

“Más que celebrar es un día de lucha, para nosotras las mujeres, para salir a la calle, para gritar nuestras exigencias, porque a pesar de que hace muchísimos años conmemoramos el 8 de marzo, todavía hay muchas desigualdades entre mujeres y hombres “, señaló para La Cadera de Eva.