Juana de Castilla es una de las reinas más conocidas de la historia. Esto se debe principalmente a las referencias sobre su supuesta locura.

Sin embargo, historiadores todavía debaten acerca de la veracidad de estos rumores. Varios argumentan que los problemas sobre la salud mental de la reina Juana fueron exagerados o incluso inventados por los hombres en su vida para poder beneficiarse del poder.

¿Quién fue Juana “La Loca”?

Juana de Castilla nació el 6 de noviembre de 1479 en Toledo, España. Fue la tercera de cinco hijos que tuvieron Isabel y Fernando de Castilla.

A los 17 años, se mudó a Países Bajos para contraer matrimonio con Felipe el Hermoso, Archiduque de Austria. Tuvieron seis hijos. La historiadora María del Pilar Queralt del Hierro escribe que “la pasión reinó en los primeros tiempos de su matrimonio,” pero que “Felipe no tardó en revelarse como un marido infiel. Como respuesta, Juana comenzó a manifestar un carácter despótico e inestable e inició una obsesiva vigilancia en torno a su esposo”.

Al morir sus hermanos mayores, Juan e Isabel, al igual que su sobrino, Juana se convirtió en la heredera a los trono de Castilla y Aragón.

Isabel la Católica, la madre de Juana, falleció el 26 de noviembre de de 1504. Su testamento decía lo siguiente: “Ordeno e instituyo por mi universal heredera de todos mis reinos y tierras y señoríos y de todos mis bienes raíces a la ilustrísima princesa doña Juana, archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña, mi muy cara y muy amada hija”. Sin embargo, añadió que si Juana “estando en ellos, no quiera o no pueda entender en la gobernación dellos", Fernando, su padre, ejercería la regencia en su nombre.

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Juana «la Loca» velando el cadáver de Felipe "el Hermoso" - Museo del Prado

Tanto Fernando el Católico como Felipe el hermoso querían el trono de Castilla. En 1506, firmaron la concordia de Villafáfila, en la que se acordaba que si Juana no quería o no estaba en condiciones de gobernar, Felipe asumiría su rol. Sin embargo, Felipe murió ese mismo año y Fernando usó la actitud de Juana tras la muerte de su esposo como una prueba de su incapacidad para gobernar. Encerró a su hija en Tordesillas a causa de su supuesta locura, en donde permaneció incluso después de la muerte de Fernando y la toma de poder de su propio hijo, Carlos V.

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La locura de Juana: el debate

Cuando Isabel de Castilla eligió a su hija como sucesora, nadie ponía en duda la capacidad de Juana para gobernar. Aunque tenía arranques temperamentales, se consideraban un rasgo heredado de su madre y su abuela materna, explica el historiador Glyn Redworth. Sin embargo, cuando Isabel redactó su último testamento, las sospechas ya existían. Se cree que esto podría explicar la segunda parte de este: "estando en ellos, no quiera o no pueda entender en la gobernación dellos".

Queralt del Hierro explica que “es indiscutible que Juana de Castilla sufrió algún tipo de patología psíquica” y que “algunos autores apuntan la posibilidad de que padeciera algún trastorno de tipo esquizoide, mientras que otros hablan de neurosis obsesiva”. Sin embargo, es imposible realizar un diagnóstico clínico.

Redworth también argumenta que existen varias pruebas que sugieren que Juana era demasiado inestable para reinar y que su familia verdaderamente se preocupaba por su bienestar. La historiadora Bethany Aram calcula que Juana de Castilla recibió por lo menos dieciséis visitas de sus hijos y nietos entre 1535 y su muerte en 1555. Redworth explica que “lo cierto es que su actitud fue tan anómala que hasta sus últimos días su familia temió sinceramente que estuviera poseída por el diablo”.

Sin embargo, el periodista César Cervera explica que los comuneros de la reina durante su tiempo en Tordesillas decían las conversaciones de Juana eran inteligentes y su mente era clara. Esto ha hecho que varios historiadores se cuestionen la supuesta locura de Juana. Cervera establece que “pudo ser solamente de carácter transitorio a causa de la muerte de muchos seres queridos en poco tiempo.”

Redworth argumenta que “muchos estudiosos han sostenido que la presunta ‘locura’ de Juana obedecía únicamente a una conspiración política masculina. Dado que suponía un obstáculo para que Felipe o Fernando ejercieran el control absoluto sobre Castilla, inhabilitarla satisfacía los intereses de ambos”.

Los reyes Felipe el hermoso y Juana la Loca (ilustración en la que se ve a Felipe vestido con las armas de la corona de Castilla y su esposa Juana).

Otro argumento es de la historia Bethany Aram, quien opina que “los cimientos de la leyenda surgen de la misma Juana y de su entorno familiar”. Aram expone que es posible que las acciones de la reina hayan sido un acto de “suprema libertad”.

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Mujeres en el poder, pasado y presente

La historiadora Helen Castor explica que a lo largo de la historia, las mujeres no han sido consideradas aptas para reinar. “Si miramos la historia de la creación del mundo, las mujeres fueron creadas a partir de los hombres: la creación de Dios es el hombre, es Adán, y Eva es creada de la costilla de Adán y el pecado original es culpa de Eva,” argumenta Castor. “Eso establece la presunción de que el hombre debería ser el que manda y si dejas que las mujeres tengan un poco de poder, sucederán cosas malas.”

La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina. Francisco Pradilla y Ortiz (1848 - 1921). Óleo sobre lienzoMadrid, Museo Nacional del Prado

Además de Juana de Castilla, varias reinas a lo largo de la historia se han enfrentado a este prejuicio y a las reglas consecuentes. Por ejemplo, Isabel I de Inglaterra fue cruelmente criticada por rehusarse a contraer matrimonio, una decisión que tomó para impedir que un hombre le quitara el poder que le pertencía. Castor explica que “en parte se debe a la dificultad de suponer que el marido tiene autoridad sobre su esposa: si una reina se casa, ¿su marido se convierte en el rey? ¿Eso significa que su marido pasa a tener autoridad sobre el reino y sobre su esposa a través de su relación?”

Castor explica que estas ideas sobre la capacidad de las mujeres de gobernar continúan hoy en día. La historiadora incluso argumenta que las monarquías presentaban una mayor oportunidad para que las mujeres llegaran al poder. “En realidad, tan pronto como te encuentras en situación de poder elegir el mejor líder en lugar del líder que nace, todas esas suposiciones acerca de que los líderes naturales son varones se reafirman,” manifiesta. “Y en la mayoría de las democracias de todo el mundo, a las mujeres les ha llevado mucho tiempo comenzar a alcanzar posiciones de liderazgo en lo más alto.”