El texto que ahora escribimos retoma una idea central acerca de las diferencias en las percepciones del dolor presentes en el parto humanizado y en los cuidados paliativos. Dicha idea fue una de las conclusiones de nuestro texto “Inicio y fin de la vida, la humanización al centro. Análisis de normativas en torno al parto humanizado y a los cuidados paliativos en México”, en la revista Milénio,[1] y ahora queremos retomarla brevemente.

En el artículo publicado en dicha revista sosteníamos que el parir, el nacer y el morir son momentos que han sido apropiados por la medicina moderna occidental; su gestión y experiencia ha pasado de los hogares a los hospitales y, en algunas circunstancias, ha sido medicalizada excesiva e innecesariamente. De esta manera, en nuestro artículo referimos cómo ello ha sido criticado y definido por distintos agentes sociales como un daño al cuerpo, a las emociones y al ser de las personas que paren, nacen o mueren, y que es denunciado también como un daño moral: un daño a su dignidad y a su humanidad.

Con ello, como argumento central, buscamos observar cómo una parte de estas críticas ha sido recogida (aunque no en su totalidad) en diversas normativas mexicanas (leyes, normas y guías de práctica clínica) para explorar las maneras en que el parto humanizado y los cuidados paliativos eran enunciados (de maneras más o menos enfáticas); también interrogarnos si podían ser aprehendidos como dos éticas y dos técnicas que apostaban por reducir los daños de la sobremedicalización y en qué medida ello era visible en los documentos normativos analizados. No cabe duda de que las definiciones legales y de política pública actuales al respecto deben profundizarse para lograrlo y, sobre todo, en nuestro país se debe hacer un esfuerzo mayor en la creación de políticas que las respalden en la práctica. Pero nos pareció importante en el texto de Milénio rescatar algunas nociones que lograron colocarse en estas normativas y que pueden fungir como un punto de partida para humanizar y dignificar el parir, el nacer y el morir.

Así, al ir avanzando en la reflexión nos percatamos de que el dolor del parir y del morir, con sus diferencias y sus limitaciones, aparecían como un campo de acción y de definición técnica y ética para constituir una práctica médica humanizada y humanizante de estas experiencias.

El parto, una “reivindicación del dolor”

Para algunas autoras, en el parto habría una “reivindicación del dolor” como parte del proceso, el dolor sería “positivo y “útil” (purposeful),[2] e incluso un lugar de resistencia frente a la pasividad de un cuerpo sobreanestesiado y sobremedicalizado en la que es colocada la mujer parturienta por el poder biomédico.

Algunas normativas mexicanas, si bien no buscan ir tan lejos y llegar hasta la reivindicación del dolor al que algunas autoras y algunas activistas aludirían, pretenden modular la intensidad y presencia del dolor a partir también de incluir la voluntad de la que está haciendo el trabajo de parto, devolviéndole cierto protagonismo. En estas normatividades mexicanas se otorga un papel al dolor, si bien no como un lugar de resistencia, sí como una dimensión que es parte del proceso de parir, que no busca erradicarse por completo a través de una anestesia invasiva. Por ejemplo, en la Guía del 2019[3] se establece que se debe limitar el uso de prácticas clínicas innecesarias y se señalan algunas de las que han sido enunciadas por activistas y académicas desde hace tiempo.

Sobre los cuidados paliativos, en las normatividades mexicanas el dolor multidimensional del proceso de morir se concebiría bajo otras coordenadas: como una experiencia que daña el cuerpo, las emociones, la integridad, la humanidad y la dignidad de la persona en situación de terminalidad. Así, el dan~o de la enfermedad terminal no está en la muerte en sí sino en un morir doloroso que se experimenta como calidad de vida deteriorada y que se incrementa ante el abandono médico y la obstinación terapéutica.

En ese sentido, desde 2009 en la Ley General de Salud[4] se propone “Salvaguardar la dignidad de los enfermos en situacio´n terminal” a través de los cuidados paliativos como un “cuidado activo y total”, que pueden ser entendidos como fundantes de una práctica médica humanizada y humanizante.  Una nueva ética y técnica médicas que devuelven “naturalidad” y dignidad al proceso de morir en tanto se proponen abstraerlo de un partir doloroso.

Falta mucho por hacer para que en nuestro país los cuidados paliativos y el parto humanizado se ejerzan como derechos cotidianos al alcance de todas las personas. Falta mucho también en las leyes y políticas públicas al respecto.

Y más allá de las diversas aproximaciones al dolor que creemos observar, en diversos ámbitos, no solamente en el normativo, concebimos que ambas propuestas, el parto humanizado y los cuidados paliativos, están propiciando el pensar y construir espacios vitales en donde lo humano y su dignidad vuelvan a ocupar su lugar fundamental. Espacios que permitan el habitar tal cual lo entiende Marc Breviglieri (2008):[5] una manera de arraigarse al mundo (s’engager dans le monde), a aquello que habitamos y que nos habita, una dinámica de la instalación del cuerpo en un mundo familiar ya sea para traer vida, llegar a ella o dejarla. Estamos convencidas que vale la pena seguir la pista aquí apenas esbozada.

Alicia Márquez Murrieta  

Doctora en Sociología por el CEMS-EHESS de París. Miembro del SNI. Investigadora del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y miembro asociado del CEMS-EHESS, París. Una de sus principales líneas de investigación es analizar la relación entre problema público y acontecimiento en la temática de la?"violencia obstétrica".? 

Mtra. Angélica Dávila Landa 

Maestra en Sociología Política por el Instituto Mora y Licenciada en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Sus líneas de investigación son: trabajo de cuidados, cuidados paliativos, derechos humanos y problemas políticos. Actualmente, coordinadora del Seminario “Sociología Política de los Cuidados”. 

@institutomora

[1] https://revistaterceiromilenio.uenf.br/index.php/rtm/article/view/206

Dávila, Angélica y Alicia Márquez. Inicio y fin de la vida, la humanización al centro. Análisis de normativas en torno al parto humanizado y a los cuidados paliativos en México. Terceiro Milênio. Revista Crítica de Sociologia e Política. Travessias II. Dosier coordinado por José Manuel Resende. 17 (2), julio-diciembre: 18-51, 2021.

[2] https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1350506815617792

Cohen, Sara. Constructing Subjectivity through labor pain: A Beauvoirian analysis. European Journal of Women’s Studies. 24 (2): 128-142, 2017.

[3] https://www.actuamed.com.mx/informacion-medica/vigilancia-y-atencion-amigable-en-el-trabajo-de-parto-en-embarazo-de-bajo-riesgo

Guía de práctica clínica. Vigilancia y atención amigable en el trabajo de parto en embarazo de bajo riesgo. México: CENETEC-Instituto Mexicano del Seguro Social, 2019.

[4] http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5076793&fecha=05/01/2009

Ley General de Salud. Decreto por el que se reforma y adiciona la Ley General de Salud en Materia de Cuidados Paliativos. Diario Oficial de la Nacio´n. Me´xico. 5 de enero de 2009.

[5] https://repository.globethics.net/handle/20.500.12424/3350798

Breviglieri, Marc. “Penser la dignité sans parler le langage de la capacité à agir”. En Jean-Paul Payet y Alain  Battegay (coords). La reconnaissance à l’épreuve. Explorations socio-anthropologiques. Lille: Presses Universitaires du Septentrion: 83-92, 2008.