El reloj marca las 7:30 de la mañana y en el puesto hay tortas de jamón, salchicha, queso de puerco, pierna y huevo, así como cuernitos, hot dogs, gelatinas y café, entre otros productos. “Tenemos la típica del Chavo del 8”, bromea Vanessa Nicolás Vargas, una joven psicóloga que hace más de un año perdió el trabajo a causa de la pandemia y que encontró en el comercio informal una opción para subsistir. 

Hasta abril del año pasado, Vanessa trabajaba como reclutadora en una cadena de tiendas de conveniencia, pero cuando llegó la pandemia fue una de las afectadas por el recorte, pues apenas llevaba siete meses en la empresa. 

En febrero de 2020 había 7 millones 871 891 mujeres registradas con un empleo formal ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero entre marzo y julio de ese año 388 mil 579 de ellas perdieron su fuente de ingreso. 

A la fecha, hay 74 mil 006 mujeres que igual que Vanessa no han logrado recuperar su trabajo, pues el IMSS tiene registrados 7 millones 797 mil 885 empleos formales. 

Ellas sufrieron el mayor impacto laboral causado por la pandemia de covid, ya que siete de cada 10 mexicanos que perdieron su empleo y no lo han recuperado son mujeres. 

De acuerdo con el diario El País, las mujeres representan el 71% de quienes no han regresado a trabajar, lo que pude estar relacionado con la caída en el sector servicios y con que cambió la dinámica en los hogares, pues muchas de ellas se han visto forzadas a quedarse en casa cuidando a sus hijos.

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En una revisión por estado, la cifra de puestos de trabajo que eran ocupados por mujeres y no se han recuperado son 134 mil 249 en 15 estados del país. La diferencia es menor cuando se compara a nivel nacional porque los empleos crecieron en 17 estados, ya que reportan en junio de este año más de los que había en febrero de 2020. 

De acuerdo con los datos del Seguro Social, la mayor brecha la tiene la Ciudad de México, en donde todavía hay 81 mil 291 empleos de mujeres menos que en febrero del año pasado, le sigue Quintana Roo, con 20 mil 830. 

Por el contrario, los estados en los que hubo el mayor aumento de empleos de mujeres fueron Baja California, en donde el aumento fue de 24 mil 266, y Chihuahua, con 15 mil 959 puestos de trabajo más que en febrero de 2020.

“Para noviembre ya no tenía nada de trabajo”

Vanessa es licenciada en psicología social y además de su empleo, daba terapia a pacientes los fines de semana. Tras haber sido despedida eso fue lo que le ayudó a mantenerse durante algunos meses, pero en septiembre eso también empezaron a bajar las citas. 

“Para noviembre y diciembre yo de plano ya no tenía trabajo, andaba de aquí para allá buscando, me metía a las bolsas de empleo. Llegaban llamadas de ‘oye me gustó tu perfil”.  Yo les comentaba que ya soy egresada y tengo mi cédula profesional y era cuando me decían ‘ay, no, perdón, es que estamos buscando puros jóvenes que apenas vayan a hacer su servicio social, porque realmente no les estamos dando un pago como tal, lo que queremos es que puedan liberar su servicio’”, relató la joven de 28 años, quien se sintió frustrada. 

La búsqueda de trabajo ha sido difícil para Vanessa, quien se ha topado con empresas donde le dicen que por el momento sólo están contratando hombres.

“Ahorita con lo que me he topado mucho en cuestión de género es que en los empleos que he visto sí les dan más preferencia a los hombres. En cuestión personal sí es un poco frustrante que cuando llames a una empresa te digan, ‘no, porque eres mujer y estamos solicitando hombres’ o ‘no porque estás sobrecalificada’”, señaló Vanessa.

A Vanessa también le ha tocado sufrir acoso de quienes la entrevistan, como hace un mes en una compañía  donde la vacante era para capturista. “Llegué a la empresa y un señor de unos 45 más o menos, nada más literal me vio entrar y me dijo ‘estás contratada’, y yo le dije que ni siquiera me habían hecho la entrevista. Me respondió  ‘no, pero estás muy bonita’. Casi, casi me dijo vas a estar aquí de aparador. Solo le dije ‘ok, muchas gracias, me voy’”, relató. 

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El fin de año fue difícil para ella, pues además de la situación que enfrentaba, su padre falleció en diciembre. Entre el duelo y la segunda ola de covid, Vanessa y su familia decidieron mantenerse resguardadas en casa hasta mediados de febrero, sobreviviendo sólo con ahorros. 

Fue entonces cuando comenzó a retomar las terapias, pero veía solamente a uno o dos pacientes cada 15 días, lo que no era suficiente para apoyar en casa. Así fue como en medio de la crisis, comenzó a vender tortas. 

De las 7:30 a las 12:00 horas, Vanessa vende en su puesto ubicado en avenida Pantitlán, las tortas cuestan 12 o 13 pesos, dependiendo del relleno y  también tiene combos de café y una torta por 22 pesos. 

“Empezamos con una mesita chiquita. La torta siempre es del día, si se nos llega a quedar una o dos, nos la comemos nosotros y al día siguiente yo me levanto temprano, voy por el pan y empezamos a hacer las nuevas”, destacó la joven psicóloga. 

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Asimismo, volvió a aumentar el número de pacientes que atiende en terapia, por lo que poco a poco ha logrado salir adelante, aunque lo que gana entre esto y la venta de tortas es menos de la mitad de lo que percibía antes. 

Aunque Vanesa dice sentirse un poco más estable en este momento, sigue buscando un empleo formal para poder cumplir sus sueños de comprar una casa propia y vivir con su pareja. 

“Somos muchos y hay pocas oportunidades”

Una situación similar es la que vivió Jessica, quien también es psicóloga y trabajaba en una empresa como asistente de recursos humanos. En marzo la enviaron a laborar desde casa, pero una semana antes de que la despidieran la hicieron volver a la oficina para que elaborara el plan de retorno escalonado. 

Ese viernes de agosto del año pasado la llamaron a la oficina y le dijeron que como la empresa no estaba teniendo los mismos resultados a causa de la pandemia, iban a tener que despedirla. 

“Siendo totalmente honesta, yo me enojé, me enojé porque sentí que mi despido fue injustificado, porque había dos personas que eran gerentes de recursos humanos, ellas ganaban básicamente el doble que yo o un poco más y si lo que estaban cuidando era el tema económico, yo sentí que había personas que podían salir antes que yo”, dijo la joven. 

En los siguientes meses y tras una ardua búsqueda, Jessica consiguió un empleo en otra empresa, pero renunció por malos tratos de su jefe. “Llegó un momento en el que sentía que era muy grosero conmigo y no solamente conmigo, era grosero con todos, era una persona muy pedante, muy especial”, señaló. 

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Para ella también ha sido difícil conseguir un nuevo empleo, porque a pesar de tener experiencia, no le llamaban de las empresas a donde mandaba su currículum. 

“No creo que sea el tema de falta de estudios el que te cierre las puertas, creo que más bien somos muchos y hay pocas oportunidades o muchas empresas también tuvieron que cerrar sus puertas y si para mí fue complicado, he visto muchas personas a mi alrededor que la están pasando peor”, indicó.

Como es psicóloga clínica, Jessica se quedó solamente dando terapias y en estos meses comentó orgullosa que ha logrado triplicar sus pacientes, pues comenzó con cinco y ahora tiene aproximadamente 15 al mes. 

Actualmente dejó de buscar empleo en alguna compañía y se dedica de lleno a las terapias, aunque se siente más estable, señaló que en el futuro volverá a intentar encontrar otro trabajo, pues necesita las prestaciones que le da el sector formal, como seguridad social y acceso a otros beneficios como cotizar en el Infonavit. 

Respecto a las ganancias, Jessica explicó: “Estoy yo solita ganando lo que ganaría en una empresa, pero yo tenía el sueldo de una empresa y aparte mis terapias, entonces ahorita nada más tengo como un poco más de la mitad”.