Era difícil imaginarlo al inicio de este 2020. Regresábamos de un tradicional período de descanso que celebraba el cierre e inicio de un ciclo anual más, los planes personales aspiraban al cumplimiento de deseos, búsquedas, aspiraciones, logros; los proyectos en el trabajo marcaban continuidad y, a la vez, nuevos desafíos; las rutinas se recuperaban bajo el manto de una normalidad acostumbrada, esa que siempre nos engaña ofreciendo el espejismo de las certezas. El mundo entero estaba por cambiar. De repente, en el inmenso océano de notas que brotan día a día en los noticieros y se diseminan simultáneamente por las redes sociales, emergió el anuncio de un extraño virus que estaba afectando –allá en una distante ciudad China un tanto desconocida para la mayoría- a grupos cada vez más numerosos de personas que se contagiaban, aparentemente, mediante la inhalación de partículas emitidas por algún estornudo, un acceso incontrolable de tos, o incluso simplemente al hablar con alguien de manera cercana. Era el virus sars cov 2.

El tema fue que (lo sabríamos poco después), una vez instalado en el cuerpo de cualquier ser humano, tal virus se replica rápidamente atacando fundamentalmente el sistema respiratorio, de manera marcada a los pulmones, generando cuadros de gravedad en ciertos casos que muy pronto se traducen en muertes. En la mayoría la afectación tras el contagio resultaba leve, incluso asintomática, lo cual generó también confusiones sobre cómo afrontar la novedad, si desde el desdén, la seriedad o el pánico, no se sabía bien cómo actuar. En febrero países como Italia, España y Francia acapararon la atención global por la gran rapidez y magnitud con la que este enemigo invisible se propagaba en sus poblaciones, afectando de manera letal a personas de la tercera edad. A pesar de las medidas oficiales, el fenómeno se diseminó, traspasó fronteras, continentes y con inusitada inmediatez se tradujo en alertas de salud pública emitidas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta ser declarado, igual con gran rapidez, en la pandemia global de enfermedad por coronavirus el 11 de marzo. Así, lo distante amenazaba con alcanzarnos muy pronto.

Mientras tanto, nuestra vida en México transcurría entre intentos de dar continuidad a las rutinas cotidianas ya en marcha y, a la vez, con afanes por iniciar estrategias preventivas y planes de acción para afrontar lo que se veía venir. Es así que en GENDES, A.C., organización creada para fortalecer la consecución de la igualdad sustantiva y la convivencia respetuosa impulsando el trabajo con hombres, nos dimos a la tarea de diseñar, a principios de marzo, lo que hoy es un plan emergente de intervención para brindar respuestas que atenúen los efectos de esa gran medida de confinamiento social a la que nos ha convocado el gobierno federal para evitar el contagio acelerado y con ello salvar la saturación de nuestro sistema de salud.

Consideramos en dicho plan varios riesgos que, tristemente, empezaron a materializarse. Desde el inicio de la contingencia sanitaria se detonaron en nuestro país varias alarmas por el incremento de las desigualdades y violencias de género que la consigna de encerrarnos exacerbó al interior de los hogares. Los peligros que el aislamiento social esconde para ciertas poblaciones (mujeres, niñas y niños, personas de la tercera edad, entre otras), han motivado ya diversas publicaciones sobre las acciones que se deben tomar en cuenta para reducir tales riesgos, es decir, para prevenir y atender las violencias y abusos que se han potenciado con este encierro. Por parte de instituciones internacionales se han publicado guías y métricas que deben considerar los gobiernos, y, por otro lado, desde la sociedad civil, se han fortalecido las redes de apoyo para mujeres en riesgo o víctimas.

Así, de manera paradójica, este fenómeno nos abrió –como equipo- una nueva ventana de oportunidad para innovar mecanismos de atención dirigidos a hombres de distintos perfiles y diversas regiones del país, con la finalidad de evitar o disminuir los ejercicios de violencia en casa y que hemos puesto en marcha desde el 13 de marzo. Estos procesos de atención conllevan un enfoque integral: inician con la promoción de mensajes para el cuidado de sí mismos, incluyendo tanto su salud mental/emocional como la física, pero pasan también por colocar la importancia de aplicar sugerencias concretas para vincularse de manera respetuosa, cálida y corresponsable con sus parejas, hijas e hijos, así como con las y los demás integrantes del núcleo familiar, considerando el hecho de que las familias se estructuran a partir de una gran diversidad de posibilidades y en muy distintas condiciones materiales en el país.

A la vez, establecimos una línea telefónica de atención para que los hombres puedan verter ahí sus dudas, ansiedades, miedos, angustias, preocupaciones, enojos, frustraciones y otras expresiones que esta novedad de verse obligados a convivir encerrados con sus familias en sus hogares por tanto tiempo, puede desatar. Sabíamos que el mandato de ser proveedores en un contexto en el que el ingreso y el trabajo podrían verse amenazados, entrañaba la posibilidad de contactar incertidumbre y, desde ahí, un estrés que, de no ser procesado a tiempo y con asertividad, puede ser un factor asociado a prácticas de violencia en casa. La idea guía es que, antes de caer en estas situaciones, nos llamen al 5264 2011.

Para GENDES es importante dirigirnos a los hombres porque ellos, sin duda, también pueden ser parte de la solución. Reconociendo que las creencias y actitudes machistas ponen en mayor riesgo a ciertas poblaciones y pueden convertirse en violencia al interior de un hogar, complementamos nuestro plan con mensajes breves difundidos desde nuestras redes sociales (mediante postales digitales, infografías y videos) con sugerencias prácticas sobre lo que cada hombre, sin importar edad, estrato social o grado de educación, puede realizar para autocuidarse y cuidar a sus vínculos más significativos (pareja, hijas, hijos, familiares, amistades).

Es una campaña permanente para este período de aislamiento cuyos materiales pueden consultarse en gendes.org.mx, o en nuestras redes sociales @GENDESAC. Los objetivos son simples, aunque buscamos que sean de alto impacto: es imperativo que los hombres reconozcan este período como excepcional y complejo, que gestionen sus pensamientos y emociones de manera asertiva, que identifiquen esas frustraciones, miedos, ansiedades, enojos u otras alteraciones que los pueden llevar a ejercer violencia; que asuman una responsabilidad activa con los quehaceres y cuidados en casa; que se informen y dialoguen con sus hijas e hijos con paciencia, ternura, cuidado; que se sientan acompañados, apoyados, y que accedan a opciones para desmantelar esas actitudes y comportamientos nocivos para sí mismos y sus entornos.

Nuestra manera de contribuir en esta coyuntura es ofreciendo estrategias preventivas que, eventualmente, puedan traducirse en procesos de atención permanente para aquellos hombres que se interesen en nuestros servicios de atención individual o grupal, o bien, que deseen participar en los talleres, capacitaciones, foros y otros espacios en los que fomentamos su involucramiento activo para la construcción de un México sin violencias. No sabemos exactamente cuándo, pero sin duda la calma regresará, ello no debería equivaler a retomar la normalidad previa a este fenómeno, no. Veníamos de una dinámica de violencias creciente, coronadas por la impunidad y la indolencia. Aprovechemos entonces la oportunidad de esta obligada pausa para reflexionar sobre las ideas que inciden en cómo nos construimos como hombres, erradiquemos aquellas que nos generan daño y nos llevan a afectar a las, los y lo demás, y compartamos desde aquellos rasgos gratos, constructivos que también habitan en nosotros: seamos empáticos, respetuosos, solidarios, responsables, verdaderamente igualitarios. El cambio para enriquecer tu existencia está en ti, es posible ser otro hombre, para ello es necesario activar tu voluntad y traducirla en acción. La igualdad inicia en casa, si tienes dudas sobre cómo practicarla, en GENDES te podemos apoyar.

*Escrito por Mauro A. Vargas Urías, Director General, GENDES, A.C.

@maurogendes