Se acerca el día de las madres y este año será diferente. Miles de personas se encuentran confinadas en sus hogares debido a la contingencia sanitaria del COVID-19.

Este hecho propicia que muchas familias no puedan reunirse de manera habitual en esta festividad, la cual representa, según el periódico El País, “la celebración familiar más importante después de la navidad” en México.

Si muchas personas no podremos reunirnos con mamá, las abuelas o nuestras figuras de crianza, resulta una buena oportunidad para reflexionar sobre la maternidad y su contexto.

Por un lado, ahora que las niñas, los niños y muchos varones se encuentran en casa, las mujeres, madres de familia, se ven saturadas por el incremento de las labores domésticas, debido a que son ellas las que fungen como principales responsables de estas tareas.

   

Aun en la actualidad, podemos observar que, pese al mayor ingreso de las mujeres al espacio público, los hombres siguen sin involucrarse de manera equitativa en el ámbito privado, obligando a las mujeres a cumplir “doble o triple jornada” de trabajo.

Por otro lado, y no separado de lo anterior, el confinamiento ha elevado la violencia contra las mujeres en sus hogares, porque es ahí, donde muchas veces se encuentran los agresores. De acuerdo al INEGI (2019), 43.9% de las mujeres ha enfrentado agresiones por parte de la pareja. Además, Naciones Unidas afirma que “debido a la tensión en el hogar que se genera durante una crisis, las niñas y las mujeres pueden encontrarse en mayor riesgo de sufrir violencia doméstica”.

La violencia sexual es una de las principales formas en que se presenta este problema, y existe un gran desconocimiento de lo que significa, pues es común que la violencia sexual se asocie únicamente con el uso de la fuerza física y un agresor desconocido. Lo real es que no siempre incluye la fuerza física y se vive frecuentemente dentro del hogar, tomando como principales víctimas a las mujeres, niñas y adolescentes que lo habitan. De modo que, prohibir el uso de anticonceptivos a la pareja, presionar, amenazar y/o chantajear para que acceda a tener relaciones sexuales y obligarla a realizar prácticas sexuales que no desea, también es violencia sexual.

Cuando esto ocurre, pueden resultar embarazos no deseados y maternidades obligadas, lo que nos lleva a otro aspecto importante al hablar de maternidad: el embarazo adolescente y la penalización del aborto, dos temas que dejan en evidencia el vacío existente en materia de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, niñas y adolescentes.

El embarazo adolescente es un problema de salud pública a nivel mundial, sin embargo, los esfuerzos por mejorar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva para las mujeres no parecen dar resultado, mucho menos ahora con la pandemia entorpeciendo este sector (UNFPA, 2020).

Las causas y consecuencias de este problema son diversas, pero como punto medular encontramos la violencia de género que limita y condiciona las decisiones de las mujeres respecto a su cuerpo y su sexualidad.

Las madres adolescentes se enfrentan a riesgos como una mayor morbilidad y mortalidad por causas relacionadas con el embarazo y el parto (Ipas, México, 2018). Además, la posibilidad de seguir con sus estudios es menor, al igual que el acceso a oportunidades de crecimiento personal y profesional.

Desde GENDES, creemos necesario repensar la situación de la maternidad en México y la prevención del embarazo adolescente con perspectiva de género y enfoque en las masculinidades, dado que, en ningún caso, las mujeres son las únicas responsables. Es preciso reconocer y demandar el involucramiento de los varones en la prevención y la crianza, puesto que estos fenómenos son respuesta de las prácticas sociales y culturales que tienen como base la desigualdad entre mujeres y hombres. Por ejemplo, en el ejercicio asimétrico de la sexualidad, la falta de corresponsabilidad y conciliación entre la vida laboral y familiar, y las demandas que se empeñan en obligar a las mujeres a ser madres, aun cuando no desean serlo.

Debemos reflexionar sobre la maternidad, pero no para criticar a las “buenas” o “malas” madres, sino para reconocer los estereotipos que demandamos de las mujeres que lo son, y de aquellas que no desean serlo; porque como ya la famosa consigna feminista reconoce: “la maternidad será deseada, o no será”.

* Escrito por Karem Dayan Retama Pacheco, analista de Capacitación en GENDES, A.C.

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