Hemos pasado por un fin de semana memorable, con dos eventos que están cambiando la relación entre mujeres y hombres: la marcha del 8M y el paro del 9M. Las protestas comenzaron desde el sábado con las fuentes de la Diana Cazadora, en la CDMX, y la Minerva de Guadalajara, cuyas aguas fueron teñidas de rojo como símbolo de la sangre de las mujeres asesinadas en nuestro país.

Fue un buen augurio.

Llegó el domingo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con mi pequeña manada nos encontramos temprano, decidimos usar transporte público e ir a desayunar. Al toparnos con un grupo de unas 10 jovencitas en el metro, con sus playeras moradas, paliacates verdes y flores, sonreímos cómplices con las señoras que las acompañaban. Una característica de la marcha fue la cantidad de madres que fueron con sus hijas a marchar: mamás de todas las edades y de hijas, hablamos de niñas, adolescentes y adultas. 

(Foto: Cuartoscuro)

Decidimos desayunar en un restaurante cercano al Monumento a la Revolución, durante el camino veíamos a más mujeres saliendo de entre las calles, de una en una, o en pareja o tríos, todas acudiendo al llamado. Un llamado orgánico, pues desde mi perspectiva, en los días previos no percibí que se hablara mucho de la marcha en redes y medios, pero se hablaba entre nosotras.

En el restaurante donde desayunamos pasó lo mismo, más sonrisas cómplices, más grupos violetas, tomando energía para la jornada que nos esperaba. 

Y llegó la hora de encontrarnos con nuestro contingente, Sin modestia, un grupo de mujeres donde la mayoría no nos conocíamos, quizá a muchas no las volvamos a ver, pero ese día sellamos un pacto de sororidad, nos acompañamos y nos cuidamos. Lo mismo ocurrió con los demás contingentes, pude ver cómo quienes tenían más experiencia en marchas compartían consejos de seguridad, para la mayoría era la primera vez que acudíamos a la marcha del día de la mujer.

(Foto: Cuartoscuro)

Poco a poco los grupos fuimos encaminándonos hacia el Monumento a la Revolución y nos encontramos con un panorama que superó, en lo personal, las expectativas, la plancha llena de una diversidad de mujeres quizá nunca reunida: niñas, jóvenes, adultas, ancianas, indígenas, de clases altas, medias y bajas, trans: el espacio público lo hicimos nuestro con el fin común de exigir un alto a la violencia de género y a los feminicidios. 

“Ni una más ni una más ni una asesinada más”.

La espera fue larga y el avance muy lento, los rayos del sol no tuvieron piedad, pero el ánimo se mantuvo intacto.

De la explanada del monumento hacia avenida Juárez se veía un río morado de mujeres con pancartas.

“Señor, señora, no sea indiferente se mata a las mujeres en la cara de la gente”.

En ese paso de contingentes, también pasaron continuamente los grupos de las polémicas chicas encapuchadas, con sprays haciendo pintas, las tuve muy cerca, morras, como ahora se les dice, que deben de andar por los 20 años, con una agilidad tremenda para treparse a los edificios y postes, sin ninguna intención de dañar a alguna persona, en los momentos que las topé no sentí que estuviéramos en riesgo, hubo un instante en que las mujeres que no estaban de acuerdo con los actos de vandalismo les gritaban, ¡fuera!, sin ninguna agresión por respuesta.

(Foto: Cuartoscuro)

Sin embargo, ya cerca de Bellas Artes la situación se tornó confusa, los ánimos estaban más encendidos, la información no era del todo clara y para muchas ahí terminó la marcha. 

Durante el recorrido, vale la pena destacar que hubo hombres que en todo momento se mostraron solidarios y respetuosos, no vi que por parte de los contingentes fueran agredidos. Las mujeres policía son otros de los grupos más vulnerables en este tipo de marchas, les toca recibir las agresiones de las manifestantes y grupos de choque, muchas de ellas, tal vez, les hubiera gustado venir de nuestro lado, también las violentan y discriminan en su trabajo. 

Hace unos años, justo en la conmemoración del Día de la mujer, tuvimos de invitada del programa que produzco a la entonces jefa de ellas, no recuerdo su nombre (una disculpa), pero recuerdo perfecto lo que dijo, no se tomaban personal las ofensas y agresiones físicas de los manifestantes, porque no eran para ellas como personas, sino a lo que representan. Hoy deseo una pronta recuperación para la policía lastimada en esta marcha, y para las demás personas que también fueron afectadas y que se encuentre a quienes deliberadamente cometieron estos actos que intentan manchar una protesta que fue, por mucho, más grande y emotiva que una pared o monumento rayado, como siempre se reduce a ver.

Éramos más, mucho más, de 80 mil personas caminando, viviendo la marcha de diferentes maneras, éramos una ola morada, con las jacarandas cómplices acompañándonos, alzando la voz por las que ya no están, por nosotras y las generaciones de mujeres y hombres que ya vienen y queremos que se encuentren con una mejor sociedad.

Ayer fuimos silencio y ausencia, quienes tuvimos el privilegio de poder hacer el paro. 

Hoy los feminicidios siguen, el machismo también, pero algo ha cambiado, ya nada volverá a ser lo mismo, no hay vuelta atrás.