El asesinato de Ingrid Escamilla, el pasado 8 de febrero, ha sacudido al país entero, nos ha indignado, nos ha hecho salir a las calles una vez más y pedir justicia, enfrentarnos con personas que la han juzgado y revictimizado. Ahora, el caso de la niña Fátima también remueve cuestionamientos ¿nadie se dio cuenta? ¿Por qué pudo llevársela una mujer extraña? ¿Qué se hizo al respecto?

El caso de Ingrid nos hizo temblar la semana pasada. Ahora, el de Fátima, donde el abuelo declaró para el diario El Heraldo de México que no era la primera vez que pasaba. En una ocasión anterior, la escuela primaria Enrique Rébsamen había pedido apoyo a una patrulla para que trasladara a la pequeña a la alcaldía de Xochimilco.

La desaparición de Fátima fue reportada el 11 de febrero y seis días después fue encontrada sin vida en una bolsa en la delegación Tláhuac.

Además, el abuelo señaló en el noticiero con Adela Micha que en la zona en donde su nieta desapareció, no existía seguridad, y es que en raras ocasiones la policía rondaba las inmediaciones. Este es el caso de Fátima, donde la escuela no fue sensible con la situación por la que atraviesa su madre, quién asegura el abuelo no padece ninguna discapacidad mental y para solventarse económicamente vende dulces.

En redes, la responsabilidad se atañe a la escuela, pero en el caso de Ingrid se le cuestionó ¿por qué seguía con su agresor? Hay testimonios de vecinos que aseguran haber escuchado gritos y golpes meses anteriores.

El caso de Ingrid, me hizo recordar a Ana y Pedro, una pareja joven que vivía en la misma unidad habitacional donde yo crecí y que cada fin de semana sus gritos y golpes nos despertaban a todos. Recuerdo perfecto esos golpes que retumbaban en el edificio y los gritos desesperados de ella, hasta que un día algunos vecinos decidimos ir a hablar con ellos para intentar arreglar el problema. En verdad nos angustiaba mucho esa situación. Al abrirnos la puerta, Pedro, con ceño fruncido y mal encarado nos preguntó qué se nos ofrecía, a lo que respondimos- “queremos saber que está pasando, van varias semanas que escuchamos a Ana gritar”, Ana con cara de angustia lo empuja y sale a decirnos que está bien, - “Yo lo hago enojar y él explota, a veces tengo la culpa, pero ya todo está bien, se pueden ir”. La historia podría continuar, pero, para resumir, ellos siguen juntos. 

Nos han hecho creer que el amor duele, que el amor golpea, que el amor posee, que el amor condiciona.

Un amor creado por el patriarcado, donde hemos naturalizado estas conductas agresivas que se dan en toda clase social, a tal grado que seguramente muchas personas que alcanzaron a ver la violencia que podría estar viviendo Ingrid, la normalizaron para después atacarla y culparla a ella. 

En el caso de Fátima, ¿dónde queda, también, el apoyo de otros padres? Me imagino que la última persona que recogió a su hijo, la vio sola, ¿por qué no espero? Sí, no es su responsabilidad, ¿pero de la escuela?

El asesinato de Ingrid ni el de Fátima no debe ser en vano. Debemos dejar de naturalizar la violencia, esto nos hará ir cambiando poco a poco, si tu pareja no te ve a los ojos cuando hablas, no avala tu opinión, trata de “enseñarte” todo, duda y cuestiona tus decisiones, debes callar hasta que sea el momento “correcto” para que él te escuche. ES VIOLENCIA, NO ES NORMAL. Si no la vives tú, pero ves que tú amiga, hermana, vecina, sí, compartamos lo que ya sabemos.

En el caso de los niños y niñas, si vemos que sus madres o padres no tienen el tiempo de recogerlos ¿por qué no crear alianzas? o en las escuelas, ¿por qué no son más sensibles con el entorno? 

Ahora, vemos tipos de violencia como el abandono a una pequeña en las inmediaciones de una colonia insegura, en el caso de Ingrid, los gritos de la joven fueron ignorados. 

Francisca Expósito, Doctora en Psicología por la Universidad de Granada y catedrática de Psicología Social, en algunas de sus investigaciones mencionó que “con frecuencia nos preguntamos cómo una mujer puede permanecer en una relación de maltrato. La respuesta es multidimensional al tratarse de un fenómeno cultural, muchas de ellas estás socializadas en la aceptación de patrones de conducta abusivos, sin ser conscientes de ellos”.

En el caso de la niña Fátima deja ver la falta de regulación en las escuelas y comprensión de la realidad, donde se realicen mecanismos de seguridad.

Para Fátima, Ingrid, Abril y Raquel, seguiremos luchando en su nombre. 

Periodista, comunicóloga, co- conductora de Fórmula DDN, feminista, amante de los animales.

@estefyquar