En la escuela nos enseñan que la fecundación ocurre de manera sencilla: los espermatozoides entran por la vagina, y compiten en una ardua carrera hasta llegar al óvulo, el que llega primero fecunda al óvulo y los demás pierden la "carrera".

¿Habías pensado que el rol del óvulo (pasivo) y el de los espermatozoides (activos) pueden asemejarse a las asignaciones que tienen hombres y mujeres de acuerdo con los estereotipos de género? Las mujeres como objeto de deseo penetrable y los hombres como sujetos activos que penetran.

En el capítulo, “Mentiras sobre los espermatozoides” del libro Las mujeres que luchan se encuentran, la columnista Catalina Ruiz Navarro enfatiza la manera en que utilizamos las metáforas y el lenguaje para hablar del cuerpo y de las concepciones sociales de lo masculino y lo femenino.

Las mentiras sobre los espermatozoides

En su texto resalta la investigación realizada por Emily Martin, una antropóloga cultural  que se percató que siempre hablábamos del óvulo como “células pasivas que ‘esperan’ al espermatozoide más rápido, como guerreros en una carrera espartana”.

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La investigadora siguió de cerca los estudios de movilidad de esperma realizados por médicos del hospital Johns Hopkins, quienes se percataron de que en realidad los espermatozoides eran pésimos nadadores y sus cabezas rebotaban constantemente por todas partes.

Emily Martin publicó una investigación titulada “El óvulo y el esperma: cómo la ciencia ha construido un romance basado en roles estereotípicos de lo masculino y lo femenino”. En esta, cuenta que la forma en que nos contaron la fecundación refleja y perpetúa los arquetipos de lo femenino y lo masculino.

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El equipo de investigación se dio cuenta de que los espermatozoides escapaban del óvulo, pero eran atrapados por moléculas que se encuentran en la superficie del óvulo. Con ello, el óvulo atrapa y engulle al esperma. El rol del óvulo es mucho más activo y asertivo de lo que nos enseñan.

Los espermatozoides no nadan una carrera espartana 

Por si fuera poco, Martin resalta en la investigación que la metáfora creada sobre la competitividad entre espermatozoides por llegar primero al óvulo está completamente errada, puesto que los espermatozoides toman turnos, como los ciclistas, para avanzar entre la mucosa.

La supuesta competitividad entre espermatozoides se asemeja a la competitividad creada en la masculinidad, con la que los hombres demuestran quién es el más macho o quién le "quita" la virginidad a alguna mujer.

“El ejemplo sirve para mostrar cómo esas metáforas sobre lo masculino y lo femenino construidas socialmente, alteran lo que entendemos por ‘natural’. Ah, y también muestra lo absurdo e irracional que es esa insistencia con que lo femenino es igual a lo pasivo. Nada más alejado de la realidad”, dice Catalina Ruiz en su libro.

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¿Por qué se sigue omitiendo el rol activo del óvulo?

Lo sorprendente, tal como lo menciona Catalina, es que la investigación de Emily Martins fue publicada en 1991, y aún actualmente, se omite el rol activo del óvulo en las lecciones sobre la fecundación: 

“Lo que nos enseñan sobre la reproducción humana sigue usando el mismo lenguaje de hace tres décadas”

La posible respuesta a esta omisión del papel del óvulo, a pesar de lo revelado por la investigación de Emily Martins, es que las construcciones sociales de lo femenino relacionado con pasivo y lo masculino relacionado con activo, están todavía fuertemente arraigadas.