Las pistolas de juguete que suenan como metralleta, las que lanzan dardos o balines, las que son coloridas y las que simulan un arma larga del ejército. Todas son parte de los juguetes bélicos que se venden principalmente para niños y adolescentes varones. 

La Navidad y el día de reyes están a la vuelta de la esquina. De acuerdo con vendedores de juguetes en puestos ambulantes de la Ciudad de México, los juguetes bélicos son algunos de los que más se venden, como las pistolas calibre 22 de 70 balines, cuyo costo costo más bajo puede encontrarse en 70 pesos.

Jugar es una forma de elegir quienes queremos ser

Que los niños jueguen con pistolas no los transforma inmediatamente en asesinos o violentos, pero si existe un vínculo entre los juguetes bélicos y la representación de la violencia a través del juego, afirma Carola Cóncaro de la Red Argentina para el Desarme en su columna publicada en el diario Tiempo Argentino. 

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“Jugar es una forma de enseñar y de elegir quienes querríamos ser, quienes podemos ser, quienes somos… es una manera de formar en principios de socialización básicos” afirma Cóncaro, por lo que el juego va siendo parte del proceso bajo el que conformamos nuestra identidad. 

No es lo mismo ser hombre o mujer cuando jugamos

Esta identidad y socialización que se construye a lo largo de la vida de las y los individuos también enseña a los niños y las niñas cuál es su lugar en el mundo, por lo que la impulsora del desarme en Argentina asegura: “No es lo mismo ser mujer que ser hombre cuando jugamos”. 

Por otra parte, la potencialidad de acción y de construcción de identidad es diferente para un niño con armas falsas jugando a matar y ser un héroe a la potencialidad que tiene una niña que juega a cocinar y ser mamá con sus bebés de juguete. 

Expertas en violencia de género y feministas reconocidas han señalado que lo que se le permite jugar a una niña en comparación de un niño va formando su identidad, incrustando en las niñas la idea de la maternidad obligatoria y el servicio a los hombres, mientras a los niños, desde pequeños se les permite jugar a adueñarse del mundo a través de la violencia. 

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Cuando una niña pide un juguete bélico se le mira raro o se le reprende, porque de acuerdo a los estereotipos sociales, las mujeres no ganan guerras, ni son heroínas del mundo. La violencia no es parte de la identidad femenina de las niñas.

Por otra parte, cuando un niño disfruta jugando al papá con un bebé de juguete, se le señala como “afeminado”, en lugar de pensar que a través del juego podrían estarse formando nuevas generaciones de paternidad verdaderamente responsable. 

Jugar violentamente reproduce las relaciones sociales que no promueven la paz

Aunque las niñas cada día se involucran más en juegos que antes sólo estaban permitidos a los varones, como el fútbol o los videojuegos, que las niñas jueguen con juguetes bélicos no representa un avance en favor de la paz.

De acuerdo con la columna de Carola Cóncaro, el principal problema de jugar violentamente es que “resulta un excelente eufemismo para reproducir todas aquellas relaciones sociales que no bregan por la construcción de una generación de hombre y mujeres responsables históricos de una cultura de paz”. 

La eliminación y restricción de los juguetes bélicos tanto en niñas como en niños es un paso para la pacificación social en diversos niveles, entre los que puede incluirse las relaciones sociales entre hombres y mujeres.

 

Con información de: Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Sociales (INECIP)