Durante su estancia en Estados Unidos, la activista sueca, Greta Thunberg, de 16 años, se ha convertido en un personaje amado, odiado y cuestionado por su feroz reclamo a líderes mundiales, a quienes acusa de no hacer nada para combatir el cambio climático.

En sus propios discursos, Greta ha relatado que a los ocho años fue la primera vez que en la escuela le hablaron del cambio climático, quedó tan impresionada por la magnitud del peligro al que se enfrenta la humanidad, que llegó a dudar de que fuera cierto, sin embargo, se obsesionó en investigar sobre el tema.

“Y entonces, a los once años enfermé. Caí en una depresión. Dejé de hablar. También dejé de comer. En dos meses perdí unos diez kilos.

Al poco tiempo me diagnosticaron síndrome de Asperger, Trastorno obsesivo compulsivo y mutismo selectivo. Esto último significa que solo hablo cuando lo creo necesario”. 

Ese fue el relato de Greta en una conferencia TedX, donde reveló su condición.

En ese momento, sus padres, Malena Ernman, popular cantante de ópera sueca, y Svante Thunberg, actor, decidieron apoyarla e implementaron un nuevo estilo de vida, dejando de comer carne y evitando los aviones para viajar.

En el verano de 2018, Suecia se vio afectada por una ola de calor que originó cerca de 50 incendios forestales, esto detonó que Greta se decidiera a actuar y el 20 de agosto, en lugar de ir a la escuela, se fue a manifestar frente al parlamento sueco, se empeñó en no retomar sus clases hasta que pasaran las elecciones parlamentarias en su país. 

“Estoy protestando sobre el cambio climático porque a nadie parece importarle lo que está ocurriendo. Nadie parece estar haciendo algo”, declaró.

Su demanda era que el gobierno sueco redujera las emisiones de carbono en base a lo establecido en el Acuerdo de París.

La iniciativa de Thunberg empezó a llamar la atención de más jóvenes que comenzaron a seguir su ejemplo. Pasadas las elecciones, Greta volvió a la escuela, pero decidió continuar su protesta todos los viernes, naciendo así el movimiento #Fridaysforfuture.

Greta Thunberg ha inspirado a miles de estudiantes en el mundo que se han unido a esta causa, realizando manifestaciones en sus propios países. El mensaje es claro y sencillo: apelar a la responsabilidad de los gobiernos para tomar medidas efectivas y escuchar a la ciencia.

A medida que su movimiento ha ido creciendo, ha sido invitada a importantes eventos internacionales, donde sus discursos demoledores le han valido el respeto y la admiración, pero también severas críticas y suspicacias.

En poco más de un año, Greta ha llevado su voz a diversos foros como la Marcha por el Clima, realizada en diversas ciudades europeas; la Declaración de Rebelión XR, en Londres; la conferencia TedX, la reunión de YOUNG COP24 en Katowice ante el secretario general de la ONU; en el Foro Económico de Davos; en el Consejo Económico y Social de la Unión Europea, y, recientemente, en la Cumbre sobre la Acción Climática en la sede de la ONU, en Nueva York.

Los discursos de Greta

Los discursos de Greta han sido contundentes y no se intimida ante la presencia de los grandes líderes mundiales:

“Ustedes solo hablan de un eterno crecimiento económico ecológico porque tienen demasiado miedo de ser impopulares. Solo hablan de seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este lío, incluso cuando la única cosa sensata por hacer es tirar del freno de emergencia. Ustedes no son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a los niños”.

“No hemos salido a las calles para que se tomen selfies con nosotros y nos digan cuánto admiran lo que estamos haciendo. Los jóvenes estamos haciendo esto para que ustedes los adultos despierten. Los jóvenes estamos haciendo esto para que pongan sus diferencias a un lado y comiencen a actuar como lo harían en una crisis”.

“La ciencia nos dice que estamos a unos 11 años de provocar una reacción en cadena irreversible, que escapará con creces al control de los seres humanos y que probablemente será el final de nuestra civilización tal y como la conocemos”.

"No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico. Quiero que sientas el miedo que siento todos los días y luego quiero que actúes".

Estas palabras han incomodado y la han colocado como blanco de severos ataques, sobre todo ahora que se encuentra en Estados Unidos, cuyo viaje lo realizó en un velero pilotado por Pierre Casiraghi, hijo de la princesa Carolina de Mónaco, y por el experimentado navegante alemán Boris Herrmann, que ha dado la vuelta al mundo en barco.

Sus iracundos detractores, principalmente hombres, señalan  que es explotada por sus padres, que es un títere, una chica arrogante, sobreactuada, mentirosa, hacen burlas de su condición mental, le llaman farsante, incluso un activista millonario del Brexit manifestó que deseaba que un extraño accidente destruyera su bote. El presidente Donald Trump, irónicamente tuiteó: “Parece una niña muy feliz en espera de un futuro brillante y maravilloso. ¡Qué agradable de ver!”.

The Sunday Times publicó que el fenómeno Thunberg ha sido impulsado por lobbies y empresas energéticas verdes que utilizan a la joven para “facilitar la transición al corporativismo verde”.

El tiempo dirá cuál es el papel que juega Greta Thunberg en la lucha contra el cambio climático, ahora tiene muchas cosas es contra, su edad, la condición de Asperger, es mujer y se enfrenta a los juicios de quienes asumen que por todo lo anterior no es capaz de pensar por sí misma.

Se vale cuestionarla, dudar, investigar, pero eso no le quita mérito a su activismo, a sus palabras.

Recientemente, editorial Lumen publicó el libro Cambiemos el mundo, el cual reúne los discursos que han hecho famosa a esta chica de gesto serio y determinante, que sin duda, y sin afán de romantizarla, hace su aportación por despertar la conciencia, sobre todo, en los jóvenes de su generación en un tema complejo que grandes poderosos se niegan a ver.

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