El feminismo es un movimiento social que busca el reconocimiento, igualdad y equidad de género, sin embargo es una lucha que inspira y mueve a distintas mujeres en búsqueda del bien común desde su trinchera. 

Gloria Anzaldúa fue una escritora que habló sobre la mujer migrante y su no-lugar en los espacios fronterizos. Describió los sentimientos del otro, de mujeres invisibilizadas por su falta de ‘privilegio’ social. 

La escritora chicana nació en 1942 en el sur de Texas y propuso en su obra que con el feminismo se debía reflexionar sobre género, cuerpo, raza y la interrelación con las zonas geográficas fronterizas. Proveniente de una familia de agricultores, Anzaldúa creció rodeada de pobreza, enfermedad e inmigración. Sin embargo, su obra propone que al hablar de género nos cuestionemos más allá. 

Feminismo interseccional 

Gloria Anzaldúa en su obra Boderlands/La frontera reflexiona sobre la relación entre género, cuerpo, raza, clase y espacio geográfico (especialmente la zona fronteriza de Estados Unidos y México). Esto es clave para el feminismo interseccional ya que la lucha de género pretende visibilizar a todas las mujeres intentando comprender los distintos sistemas de opresión, dominación y discriminación que sufren en cada contexto. 

La frontera no es un concepto que habla de una zona geográfica únicamente, sino también existen fronteras lingüísticas. En este aspecto nos permite transitar diversos géneros literarios, propuestas y reflexiones para re pensar la identidad sexual y la complejidad de los sujetos. 

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La frontera: una herida abierta 

La escritora chicana analiza la complejidad de los sujetos fronterizos sin idealizar su condición y más bien evidenciando cierta falta de identidad por pertenecer a dos mismos espacios, en este caso, México y Estados Unidos. 

La propuesta del feminismo fronterizo de Anzaldúa no es que una de sus muchas aportaciones a un pensamiento político para ver a la mujer desde otra perspectiva y entender el funcionamiento de las jerarquías y espacios. 

La escritora definió a la frontera de Estados Unidos con México como una herida abierta, en sentido simbólico, esta representaba una herida que atraviesa el cuerpo de la mujer. Walter Mingolo conceptualizó la herida y la llamó “diferencia colonial”. 

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El poder decolonial 

Anzaldúa marcó una diferencia entre el colonizado y el colonizador, una diferencia para reorganizar categorías sociales en la que los de afuera, los fronterizos, los de la periferia eran lo incivilizado o el indio y mientras en el centro se podía encontrar la civilización o el progreso, al colonizador. 

Cuestionó el profundo eurocentrismo y clasismo en los discursos hegemónicos y una de las principales características en su escritura fue la hibridez y el mestizaje. La chicana se definía como atrapada en dos culturas a las que apenas pertenecía sin reconocerse totalmente en ninguna, escribió: “Ni del todo mexicana, ni del todo estadounidense”. 

Describió el no-lugar que ocupa una mujer de origen migrante en una sociedad que la ve como una extraña y evidenció cómo la frontera delimita, divide y separa los ‘peligros’ de forma simbólica e ideológica. 

Les otres 

Anzaldúa perteneció a la generación de autoras chicanas que desplazó el pensamiento feminista de mujeres heteronormadas. En sus escritos hace presente la idea de raza y clase porque ella no perteneció al grupo privilegiado de mujeres blancas sino a las invisibilizadas; apelando por las mujeres que no eran vistas pero también existían. 

Gloria Anzaldúa complejizó el discurso del feminismo y lo polítizó proponiendo que la raza, el cuerpo y la clase social van de la mano con el género. Ella se preguntó qué fue y concluyó afirmando lo siguiente: “Una lesbiana feminista tercermundista inclinada al marxismo y al misticismo. Me fragmentarán y a cada pedazo le pondrán una etiqueta”. 

Foto: Amy Poehler Smart Girl

Con información de El Salto