A propósito de las recientes fiestas de fin de año y la apertura de un nuevo ciclo en donde las expresiones de una supuesta generosidad se estimulan socialmente: dar y recibir bienes materiales es propio de esta época -favoreciendo al consumismo-, así como se estimula el experimentar un clima de paz, amor, reconciliación dentro y fuera de las familias -aunque sólo sea por este periodo del cierre del año-. Dicha situación se presta al análisis de las relaciones de tipo familiares. 

De manera común se entiende a la familia como un lugar en donde prevalece el afecto y el cuidado entre las personas que la integran, pero ¿qué supone esto? Algunos dichos de dominio público lo intentan describir: “siéntete en familia”, “viva la familia”, “los amigos son la familia que uno elige”, aludiendo a un concepto de familia idealizada, que suponen cualidades a este tipo de relación social que no necesariamente se asemejan con la realidad que se experimenta al interior de las mismas.

La sociedad en general tiene interiorizado este concepto de familia ideal de corte axiomático, incluso a la familia se le considera como un valor casi universal; en las encuestas mundiales de valores, se sigue reportando como algo fundamental para las personas. De la misma manera, se encuentra en una escala importante a nivel axiológico en la identidad de los individuos, por consiguiente en el plano comunitario la familia guarda un valor casi “sagrado”. También es común la frase “con mi familia no te metas”.

A pesar de la importancia que guarda la familia como institución en los individuos y las sociedades, es trascendental enfocar la mirada hacia otra realidad de las familias, por ejemplo, aquella en donde se observan los múltiples desencuentros entre las personas que las conforman y las expresiones de violencia a su interior. Pues no todos/as los que viven en familia han recibido de ella la protección, el apoyo, el afecto, entre otras cosas atribuibles al vínculo familiar.

Indagando a fondo en lo que comúnmente se entiende como familia y sus bondades que de esta idea emanan, habría que ubicar que el concepto de familia es controvertible, ya que en diferentes estudios sociales se ha cuestionado la imagen de un tipo en particular de ella, que tradicionalmente se ha ligado a lo conyugal, heterosexual, monógamo y nuclear. Ejemplificando, la familia se constituye a partir de un vínculo formado por dos personas de diferente sexo, la finalidad primordial de esta unión, por lo general, es engendrar; criar y socializar nuevos seres -vimos recientemente muchas figuras que representan `El Nacimiento de Jesús’-.

Cabe señalar, que para que este modelo de familia exista, de fondo hay una cultura patriarcal que lo avala, con una carga importante de valores morales y religiosos particulares que se equiparan con ideologías conservadoras. Por lo que es importante evidenciar que las familias se constituyen de manera diversa y que cada vez más se alejan de este esquema en que tradicionalmente se ubicó.

Otra vertiente que se abre en los estudios de la familia, desde una perspectiva de género, es aquella que analiza el papel de esta institución como reproductora de modelos de desigualdad, puesto que al ser una de las principales unidades de socialización de las personas, reproduce esquemas de relaciones entre los sexos bajo un esquema de poder patriarcal. Mujeres, menores de edad, adultos mayores, son la población más vulnerable de sufrir maltrato y violencia de todo tipo al interior de los grupos familiares; la violencia sexual que sufren los menores, por ejemplo, sucede con mucha frecuencia al interior de las familias. 

Las mujeres siguen teniendo la mayor carga de trabajo al interior de las familias o ¿a cargo mayoritariamente de quién estuvieron las comidas y cenas del pasado fin de año? Por supuesto de las mujeres; aunque haya cada vez más varones involucrados en las labores de cuidado de los hogares, una realidad palpable es que las mujeres trabajan más en casa.  

Gracias a los estudios sociales con perspectiva de género es posible visibilizar estas relaciones de inequidad al interior de las familias, así como cuestionar los relatos idealizados que se tienen de la familia, para dar el paso a evidenciar y por qué no denunciar las relaciones desiguales en el marco de los derechos humanos, aspirando a relaciones más justas, equitativas y satisfactorias. 

Tania Lizbeth Meléndez Elizalde      

Twitter: @MelendezTania20

Socióloga, Maestra y Candidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: Sociología de la Familia, Sociología de la Religión, Perspectiva de Género, Cambio social y cultura.