“Nos hacen falta más vallas para anotar el nombre de todas las mujeres que nos han arrancado. Unas vallas no nos van a detener. Pero tampoco sirven para acabar la violencia de género, sirven para proteger edificios pero no para proteger nuestros cuerpos”, dice Araceli Osorio, madre de Lesby, quien asistió a la marcha de este 8 de marzo, acompañó al contingente de madres víctimas de feminicidio.

“No nos cuida la policía, nos cuidamos entre nosotras. El hecho que volvamos a salir aún con la pandemia, no cada 8 de marzo, cada vez que convocamos, lo que nos motiva son ellas, las que ya no están, las que han trascendido; las que no están de manera temporal, y son las amigas y los familiares quienes las están buscando”, dice Araceli.

El clamor de “ni una más, ni una más, ni una asesinada más” retumbó en las calles del centro de la Ciudad de México. Aunque la cita era a las 16:00 horas, la marcha comenzó a avanzar a las 15:30 horas. Algunas de las manifestantes se subieron a El Caballito, en donde hicieron pintas, mientras que abajo las demás gritaban “fuimos todas”.

México registró en 2020 pasado 967 feminicidios, 16,545 delitos de violación y un histórico de más de 260,000 llamadas de emergencia relacionadas con violencia contra la mujer. En las últimas semanas, la actuación de López Obrador ha sido muy criticada por el movimiento feminista, ya que Morena se resiste a cancelar la candidatura a gobernador de Guerrero a Félix Salgado Macedonio, acusado de violación por varias mujeres.

"Ya chole, señor presidente, de dejar libre a quienes mataron a nuestras hijas", gritó la mamá de Fátima, víctima de feminicidio al pie de asta bandera en el zócalo capitalino.

Una parte del contingente avanzó sobre avenida Hidalgo, donde las esperaban un grupo de policías que tenían montado un cerco. Las manifestantes lanzaron piedras y botellas a los policías para que quitaran el bloqueo y les permitieran seguir.

Los elementos trataron de amedrentar a las manifestantes lanzando gas de extintores. Las mujeres, con el rostro completamente cubierto y vestidas de negro, los retaron y se acercaron a ellos, golpearon sus escudos hasta que lograron que los policías se retiraran para que el contingente cruzara.

“Nos encantaría que la violencia contra las mujeres acabara con un discurso pero sabemos que no es así”, dice la madre de Lesby.

VALLAS COMO MEDIDA DE “CONTENCIÓN”

Respecto a las vallas que instaló el gobierno que se hace llamar “la Cuarta Transformación”,  la senadora Patricia Mercado, quien asistió a la marcha señala que “siempre un gobierno debe tener políticas de contención, no de reprensión. Este gobierno no es opresor. Hay que ver una política de contención, pero no con las mujeres. Existe el derecho de la manifestación y la protesta; también, el derecho a protegerse. Lo que se vio fue  imposición. Lo que hizo fue que con la creatividad de las mujeres hubo una respuesta mayor, eso ayuda, es muy padre que se vea al  movimiento feminista como oposición y eso nos pone en la primera línea en la discusión pública”, dice.

Las tres vallas metálicas de dos metros de altura que derribaron las integrantes del bloque negro, también conocidas como anarquistas, fue suficiente para cimbrar el cuerpo de seguridad y de policía capitalina que resguardo Palacio Nacional durante la marcha del día internacional de la mujer.

Inmediatamente las mujeres policías se aglutinaron en ese bloque de aire que puso al descubierto su fragilidad. Intentaron contener a decenas de feministas que golpearon cada valla con todo su enojo, con toda su rabia, frente a los nulos resultados de las autoridades federales, estatales y locales, contra el feminicidio y la violencia contra la mujer en cualquiera de sus modalidades.

Las manifestantes estaban furiosas frente al intento del gobierno federal por pretender contenerlas con kilométricas vallas que no duraron más de tres días y medio. Por eso martillo en mano comenzaron a pegar una y otra vez, una y otra vez, hasta que lograron tirar la tercera valla abriendo un hueco de aproximadamente cuatro metros, suficiente para encender las alertas del cuerpo de seguridad dentro de Palacio Nacional.

Desesperadas, las policías lanzaban desde adentro lo mismo gas pimienta que polvo de extintores. Decenas de ellas se "acuerparon" con sus escudos, en una escena similar a la película "300", intentando hacer una valla plástica desde la cual enfrentaron durante 2 horas botellazos, agua, petardos, insultos y mentadas de madre.

Mientras que del otro lado, las manifestantes aguantaron descargas innumerables de gas pimienta que las hicieron correr junto a reporteros, fotógrafos y camarógrafos hacia la plancha del Zócalo capitalino. Agua y limón no fueron suficiente para contener los daños en sus ojos, garganta y piel, en  momentos en que a nadie importó ser probable víctima de un contagio covid.

Después de dos horas, ambos bandos estaban agotadas del calor, tensión y el intento de vencerse unas a otras. No obstante, ninguna cedió. Iban por todo o nada.

Detrás de la kilométrica valla metálica, La Cadera de Eva pudo constatar otro promedio de cinco vallas entrelazadas, similar a las que la policía capitalina coloco en septiembre 2020 para contener el avance del campamento de Frenaaaa en el primer cuadro de la Ciudad. En el caso hipotético de que las manifestantes hubieran logrado vencer al cuerpo de policía por ese boquete de 4 metros que lograron abrir para intentar acercarse a Palacio Nacional, hubieran tenido que brincar al cuerpo de policía que las esperaba dentro; y después brincar aquellas vallas entretejidas. Y si lo lograban, habrían podido acercarse solamente a la pared de Palacio Nacional. Se antojaba difícil.

En el techo de Palacio Nacional llamó la atención la presencia de hombres sosteniendo lo que precia eran armas, esto hizo pensar que se trataba de francotiradores, pero las autoridades dijeron posteriormente que eran aparatos para derribar drones.

"Pinches putos!", "Cobardes!" "Maricas!", les gritaron ellas a los tres integrantes del cuerpo de seguridad que las miraba desde el techo del edificio del Poder Ejecutivo. Aseguraron que los vieron con sus armas cargadas en la espalda. Por eso ellos se replegaron al verse descubiertos y se colocaron detrás de uno de los muros.

Durante la protesta, activistas en redes sociales denunciaron a supuestas personas apostadas en el techo de Palacio Nacional con armamento, lo cual no pudo ser confirmado.

Con fotografías, también en redes sociales, usuarios afirmaron que el equipo que estaba en poder de personas en Palacio eran rifles Hikvision UAV Jammer, utilizador para derribar drones.

No hubo punto de reconciliación, las policías estaban decididas a no dejarlas pasar; y ellas a no ceder. Por eso tuvo una célula de bomberos que acompañó la marcha del bloque negro desde su salida en el Monumento a la Revolución, llegó para blindar desde fuera, el hueco que lograron abrir las manifestantes.

No fue su único logro. También arrancaron decenas de escudos a las policías. "Se siente bien verga traer uno de estos!", dijo una de las manifestantes que llevaba este "trofeo" en mano. Había accedido ya a dar una entrevista a La Cadera de Eva, pero una bomba de gas pimienta lanzada por la policía para dispensar el contingente, lo impidió. De su historia sólo quedó esta fotografía.

“NI UN AGRESOR AL PODER”

En Bellas Artes la batucada del contingente feminista sonaba, mientras que algunas de las manifestantes golpearon las vallas, aunque no lograron quitarlas. La oficina de Correos no corrió con la misma suerte, ya que quienes iban en la marcha lanzaron hasta los mosaicos del piso, los cuales arrancaron.

En esta ocasión la marcha también tuvo un tinte político, ya que una de las principales exigencias de las mujeres es que Félix Salgado Macedonio no sea candidato a gobernador en Guerrero. Sobre el tema, Patricia Mercado señala que por ética política, el candidato debe renunciar porque es un dolor que afecta a todos y todas. “Ojalá renuncié, eso espero”, dice.

“AMLO y Morena, las mujeres no queremos que nos representen” era el mensaje en una manta que llevaba una de las participantes en la marcha, en la misma se observaba la foto del presidente Andrés Manuel López Obrador junto a Salgado Macedonio.

Al llegar al Zócalo, las mujeres golpearon las vallas que protegían Palacio Nacional. Palos o martillos, cualquier elemento era bueno para tratar de derribar el denominado “muro de paz” que colocó el gobierno.

En ese momento las agresiones aumentaron, ya que la policía lanzó gas lacrimógeno y petardos contra las manifestantes, en varias ocasiones. Lejos de ahuyentarlas, estas medidas enardecían la protesta.

En total se contabilizaron 62 agentes de la Secretaria de Seguridad Ciudadana (SSC) heridas y 19 ciudadanos lesionados, de éstos sólo dos necesitaron ser trasladados a un hospital para recibir atención médica, según informó Maricela Figueroa, subsecretaria de Desarrollo Institucional de la Policía capitalina.

De ellos, nueve policías y una civil fueron trasladadas al Hospital San Ángel Inn Chapultepec para su atención médica; el reporte hasta el momento es que presentan policontusiones y se encuentran estables.

"La mayoría de las manifestaciones por la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas transcurrieron de manera pacífica, en un contexto de plena libertad, sin que hasta el momento exista reporte de daños mayores", informó Presidencia de la República.