“Me encuentro en lo que era antes la CNDH”, afirma Erika Martínez. Se escucha segura de lo que dice, habla sin titubeos y así, directa, confirma a La Silla Rota “está ya no es la Comisión de Derechos Humanos, a partir de la toma es Okupa casa refugio Ni una Menos y Frente Feminista bloque negro. Y la primer habitante que pidió el refugio soy yo porque tengo tres años viviendo en la calle”.

Esta mañana ella y Silvia Castillo salieron de Cuba 60 en el centro histórico, para asistir a una reunión con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. También estuvieron presentes Fabiola Alanís, titular de la comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres y Alicia Leal, secretaria técnica del Grupo Interinstitucional de Estrategias contra las Violencias (GIEV). Ahí Erika planteó el caso de abuso que sufrió su hija y junto a Silvia, exigieron justicia para ambas y otros casos más.

En comunicado oficial Segob informó “la secretaria Olga Sánchez Cordero enfatizó que “se va a avanzar con ellas en sus reclamos y darles solución como Estado mexicano”…  Instruyó a la comisionada de la Conavim a realizar visitas en los estados para escuchar a las víctimas porque “esta mesa de trabajo tiene como fin dar una respuesta puntual a las demandas”.

No nos la creímos

Con esa impresión se queda ella pasadas algunas horas de la reunión. No obstante, da un voto de confianza a la ex ministra de Corte, más esto no es un voto ciego. “Estamos esperando respuesta porque están estudiando nuestras peticiones; es un pequeño paso pero un gran logro y la señora Sánchez Cordero se comprometió a conocer cada uno de nuestros casos”.

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-¿Cuál es la justicia que usted espera?

-La agresión a mi hija ocurrió en noviembre de 2017, el agresor de mi hija está libre porque el juez decidió que no podía violentar sus derechos. Esas son las autoridades y las leyes, mire. Y estoy pidiendo justicia para mi hija.

Pero Erika no sólo quiere ver la detención del agresor; su concepto de justicia es más amplío y así lo describe. “Soy de la Ciudad de México y en mi caso quiero justicia. Quiero todo: que este señor pague porque las pruebas ya las tenemos, quiero la reparación del daño y la seguridad para mis hijas y toda mi familia, quiero un lugar digno y libre de violencia”.

Luego, se refiere específicamente al incidente del retrato de Madero hecho por el artista plástico Juan Manuel Núñez. Una fotografía que se difundió rápidamente en redes sociales cuando las feministas y la hija de Erika pintaron sobre el personaje histórico unos labios rojos, sombras de color en párpados y cabellera morada. Una escena que el presidente López Obrador condenó y por la que, dijo, quien hace algo así es un conservador.

“Quiero una disculpa pública -no del presidente ¿verdad?-, sino del artista que pintó ese cuadro que pintó mi hija y por el que se indignó. Para mi hija lo mejor sería si él le regalara este cuadro como muestra de que no quisieron violentar a mi hija haciendo esa comparación”.

Llegaron para quedarse

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Erika dice que ella es pueblo para el pueblo. Y que el tema de devolver el inmueble a la CNDH no fue parte de la reunión con Sánchez Cordero. “En ningún momento se trató ese punto de devolver el lugar. Y no estamos en disposición de salir porque tenemos aquí ya muchas familias. En estos momentos viene en camino una familia, son 40 personas”.

“Somos víctimas ayudando a otras víctimas, la CNDH ya vino por sus documentos y otros están bajo llave, pero no los hemos tocado. No sabemos si en esos archiveros contengan documentos, pero ellos ya quedaron de venir por el inmobiliario y se los vamos a entregar. Necesitamos el lugar, no sus cosas”, aclara.

En la ocupación de este espacio, describe, las oficinas dejaron de serlo para convertirse en recámaras; donde ella duerme con sus hijas junto a otras víctimas caben un total de ocho personas. “Depende el tamaño de oficina, es el número de personas que duerme en estas, ahora, habitaciones ¡La cocina es enorme! Una cocina industrial. Batallamos en la ducha porque tuvimos que improvisarla en el baño de caballeros; nos bañamos a cubetadas, calentamos el agua con una resistencia en una cubeta, tenemos gas. Alguien dijo que nos iban a cortar los servicios para que nos saliéramos, pero eso en su momento le daremos solución. Podemos cocinar con carbón o leña. Y si nos quitan la luz alumbraremos con velas”.

“Nosotros ya demostramos que llegamos y llegamos para trabajar; estamos trabajando por estas víctimas. Con o sin justicia, no vamos a abandonar el lugar. Lo que le pasó a mi hija también le ha pasado otros niños y estos niños también tienen necesidad de este edificio. Demostramos que el gobierno no estaba interesado en nosotras y que solamente ejerciendo presión fue como obtuvimos respuesta. Gracias a todo el apoyo de la ciudadanía, otras víctimas, colectivas feministas, el grupo LGTB que nos han traído comida y colchonetas. Habíamos hecho marchas, pintas y muchas cosas y no se nos atendió. Vemos que sí fue necesario hacer esto porque ya se comprometieron a que nos van a atender. Si un partido político estuviera involucrado aquí como dicen, quizás yo estaría ya pero con una casa”.