Mujeres que no pueden ponerse un tampón o no les duele el coito, pueden padecer vaginismo, que se refiere al espasmo de los músculos que rodean la vagina que ocurre en contra de su voluntad, cierran la vagina y pueden evitar la actividad sexual y los exámenes médicos, de acuerdo con Medline Plus.

Esta patología sexológica puede o no tener causas, algunas de ellas son el trauma, abusos sexuales o factores de salud sexual, para tratarlo se puede combinar con terapia física, educación, asesoría y ejercicios de Kegel, que constan de la contracción y relajación del piso pélvico, también se recomienda la dilatación vaginal, escribió para Pikara Magazine María Fábregas González.

Desde su propia experiencia, María Fábregas cuenta que el vaginismo deriva del sistema patriarcal, ya que puede ser causado por abusos sexuales y factores psicológicos. Además, muchas mujeres que lo padecen llegan a fingir orgasmos para que su pareja hombre termine rápido.

Las relaciones basadas en el cisheteriopatriarcado, neologismo acuñado por la comunidad LGTBA, se trata de un sistema sociopolítico en el que el género masculino y la heterosexualidad tiene supremacía sobre otros géneros y sobre otras orientaciones sexuales, describe el blog Rebelión Feminista; el sexose reduce sólo coito.

Ilustración de p.nitas.

En el sistema patriarcal prevalece la cultura del falocentrismo que  “hace referencia al ejercicio de ubicar al falo (entendido como el pene y genitales masculinos)  en el centro de las explicaciones sobre la constitución psíquica y sexual”, según la revista Psicología y Mente, el placer se enfoca en el falo y la penetración. Las mujeres muchas veces son tratadas como un objeto sexual, que las lleva a pensar que deben satisfacer al hombre.

En las sesiones de sexualidad, se centran en la cisheterosexualidad en pareja, invisibilizando el gran espectro de la sexualidad humana, en ninguna sesión se ha hablado de las patologías sexológicas, es decir, no se hablan de los problemas sexuales que las personas pueden presentar como el vaginismo.

Conocer que otras mujeres padecían lo mismo que María Fábregas la liberó, ya que dejó de sentirse extraña:

“Yo misma me he encontrado con varias personas que no comprendían la situación y la menospreciaban, con argumentos como ‘pero si ponerse un tampón es muy fácil”. En una sociedad como la nuestra es difícil integrar el vaginismo, ya que junta dos tabús muy significativos: la enfermedad psicológica y el sexo”, escribió Fábregas.

Dejar de reducir la sexualidad e invisibilizar su patologías genera gran frustración en las personas, en el caso de las mujeres con vaginismo llegan a sentir “odio y vergüenza por su cuerpo, y gran parte de estos sentimientos autodestructivos se derivan de no cumplir con el modelo de sexualidad que impone la sociedad donde vivimos”, señaló

(Diana Juárez)

Con información de Pikara Magazine