En México, el trabajo no remunerado doméstico y de cuidados de los hogares es realizado todos los días mayoritariamente por mujeres.

El 76.4 por ciento del tiempo que en los hogares se destinaron a preparar alimentos, limpiar y cuidar de la ropa o el calzado, cuidar y apoyar a otros miembros de la familia, limpiar la vivienda, hacer las compras y administrar el hogar, era de ellas, según las cifras de la Cuenta Satélite de Trabajo no Remunerado de los hogares de México 2018 que presentó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Pero este trabajo no remunerado también implica una carga mental que –de nuevo- afecta más a las mujeres. 

Aunque en la actualidad muchos hombres presumen de “también lavar platos”, “hacer tareas domésticas” y” ayudar con el cuidado de los niños”, la realidad es que estas acciones por lo general deben ser verbalizadas por parte de una mujer para que se ejecuten.

Aunque los hombres siguen dominando en los cargos directivos, en el hogar no es igual. Son las mujeres quienes, inconscientemente, se hacen responsable de todas –o la mayoría- de las obligaciones que implican los trabajos domésticos.

¿Cómo se vive la carga mental?

Supongamos a una pareja heterosexual mirando un programa de televisión un domingo en la noche. Mientras el hombre disfruta el programa, la mujer es muy probable que pasen por su cabeza todos los pendientes por realizar el siguiente día. 

Preparar la comida de la semana, lavar los uniformes, sacar la basura, tener bocadillos para los invitados del viernes, ir al súper, etc.

Y pese a que seguramente muchas mujeres pueden confirmarlo, “El problema está en que hay una falta de conciencia absoluta respecto a esta cuestión” afirma Violeta Alcocer, psicóloga con consulta en Madrid, entrevistada por El País. 

La psicóloga que analizó este estudio contó que “Dentro de esta investigación (hecho en España) se incluye un experimento en el que se le pide a varias parejas reales que apunten en sus teléfonos móviles todas las tareas de casa que han hecho durante una semana. Aunque el 46% de las parejas creen que comparten estas labores, el resultado es revelador porque los hombres hacen muy pocas anotaciones. Son muchos y muchas los que nunca han oído hablar de este concepto y se sorprenden cuando descubren que sobre ellas recae no solo la mayor parte de las tareas, sino también la labor de estrategia”.

Una carga silenciosa, doblemente pesada

La carga mental, que representan las labores domésticas, es silenciosa, y esa cualidad la hace doblemente pesada. 

La sociedad no reconoce este trabajo porque no valora ni remunera los cuidados domésticos, a pesar de ser un pilar fundamental de la economía. 

Si el valor de estos trabajos cotidianos se tradujera en dinero, podríamos decir que las mujeres producen 4.1 billones de pesos anualmente con estas actividades, el equivalente al 70% del Presupuesto de Egresos de la Federación que la administración actual destinó para 2020 (6.1 billones).

Una mujer debería percibir por el trabajo doméstico y de cuidados que realiza 76 mil 163 pesos cada año, dos salarios mínimos al día. En contraste, la participación de los hombres casados en las labores del hogar y de cuidados, es de 23 mil 788 pesos, apenas poco más de medio salario mínimo al día. 

ONU Mujeres señala que la falta de reconocimiento al trabajo no remunerado y de cuidados de los hogares refuerza la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres. “Es un factor estructural que restringe notablemente la posibilidad de las mujeres de contar con ingresos propios, tener acceso a la protección social y participar plenamente en la política y la sociedad”.

Mujeres dedican el 64% de su tiempo a trabajo no pagado 

En los últimos 10 años, dice el INEGI, el tiempo que las personas destinan a las actividades no remuneradas que realizan en sus hogares se ha incrementado y, por tanto, su contribucio´n a la economi´a a partir de los servicios que se generan. Las mujeres son las que más horas le dedican: el 64 por ciento de su tiempo de trabajo está enfocado en estas actividades y no les es pagado. 

Esto pese a que las labores domésticas y de cuidados realizadas exclusivamente por mujeres equivale a 17.7% del PIB nacional, una proporción mayor, incluso, a lo que aporta la industria manufacturera (17.3%), también de los servicios inmobiliarios (9.7%), la industria de la construcción (7.6%) e, incluso, le pisa los talones al comercio, que aportó el 18.8 por ciento del PIB el año pasado.