En el marco del Día Internacional de la Agricultura es importante reconocer el arduo trabajo de las mujeres agricultoras, que son un pilar importante de la economía rural. De acuerdo con el Grupo Banco Mundial, las mujeres representan casi la mitad de las personas dedicadas a la agricultura de todo el mundo, y son una pieza clave en países en vías de desarrollo. 

Además, en medida que los hombres han migrado a la ciudad, las mujeres son quienes cumplen con la atención y dirección de un amplio número de hogares rurales. En este contexto, no solo cumplen las tareas de cuidado, también son las encargadas de la explotación agrícola.

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Las estimaciones de la Food and Agriculture Organization (FAO)  muestran que las mujeres representan una proporción sustancial de la fuerza de trabajo agrícola, como productoras de alimentos o trabajadoras agrícolas, y que aproximadamente dos tercios de la fuerza de trabajo femenina de los países en desarrollo participa en el trabajo agrícola.

Las mujeres agricultoras se han convertido en agentes de cambio fundamentales a través del desarrollo rural y la nutrición. 

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El género y la agricultura, persiste la desigualdad

De acuerdo con la organización Greenfacts, el género es un factor determinante  de la reestructuración agrícola permanente, pero la incorporación de la mano de obra femenina no siempre se trata de algo positivo:

“Aunque estas dinámicas han resultado, en algunos sentidos, beneficiosas, en general la mayor parte de las mujeres de las zonas rurales en todo el mundo siguen viéndose afectadas por condiciones de salud y trabajo cada vez peores, un acceso limitado a la educación y al control de los recursos naturales, falta de seguridad en el empleo y un nivel bajo de ingresos. Esta situación se debe a diversos factores, como la creciente competencia en los mercados agrícolas, que aumenta la demanda de mano de obra flexible y barata, la creciente presión y los conflictos en torno a recursos naturales, la disminución del apoyo de los gobiernos a las explotaciones pequeñas y la reasignación de los recursos económicos a favor de grandes agroempresas.”

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En los últimos decenios la responsabilidad de las mujeres en la reproducción y mantenimiento de la familia es cada vez mayor, casi en todos los países de bajos ingresos se traduce en una estrategia de subsistencia compleja, que plantea muchas exigencias.  De acuerdo con Food and Agriculture Organization (FAO) de las Naciones Unidas, esta estrategia diversificada de subsistencia es una respuesta a una serie de fenómenos internos y externos que con frecuencia repercuten en las familias rurales, tales como la inmigración de los hombres a la ciudad, mayor vulnerabilidad ante las fuerzas del mercado, así como crisis locales y regionales.

 

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