Zully Ramos sólo esperaba el momento en que su acosador hiciera algún movimiento para “descontárselo”, afortunadamente, no hizo nada. Sólo les gritó cosas. La joven iba con su mamá caminando y un hombre en estado etílico comenzó a hostigarlas. Su seguridad para estar dispuesta a atacar se la dio el box. Ella comenzó a entrenar a los nueve años en Monterrey, Nuevo León. Su motivación fue su hermano y mejorar su físico. “Él era flaquito a cada rato tenía que defenderlo, entonces decidí meterme al box”, dice en entrevista para La Cadera de Eva la tricampeona estatal.

“Entré al box porque estaba muy gordita y no me sentía segura, bajé de peso, me sentí mejor conmigo misma. Entré cuando tenía 9 años, entré por mi hermano, luego lo querían agarrar entre dos, estaba muy flaquito y yo me metía a defenderlo, dije pues me meteré a boxear”, comparte.

A sus 15 años estaba preparada para irse a las Olimpiadas en Tokio 2020, pero la pandemia se lo arruinó. Desde hace un año, no ha peleado más. Por el momento se ha dedicado al físico, corre todas las mañanas a las siete de la mañana, hace pesas y brinca la cuerda, sólo cuida su alimentación cuando compite, “le bajo a los carbohidratos y le subo a las proteínas para tener fuerza”. Su vida disciplinada la ha alejado de la posibilidad de consolidar una relación, la cual no le preocupa.

Zully Ramos lado izquierdo

“Ha sido difícil que me duren los ligues, uno nunca tiene tiempo de andar entrenando, los sábados tienes competencia, domingo a correr; entonces se aburren, nadie me a durado por esa razón”, dice sorprendida.

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Zully no se explica por qué la gente asegura que el box es sólo para hombres. Cuando comenzó a entrenar, le tocaba practicar con ellos, a la mayoría les ganaba. “Empecé a entrenar con hombres, si según los hombres están más fuertes por qué si puedo con uno”, se cuestiona.

La tricampeona estatal ha vivido la discriminación de género en su gimnasio. “El año antepasado quería ganar los guantes de oro y no me dejaron pelear, yo tenía 15 años y mi hermano sí pudo, él tenía 12, preguntaba por qué no, yo no podía pelear hasta los 15 y por qué, no sé”, explica.

Esta segregación del género masculino hacia las mujeres, no sólo la vivió en el entrenamiento también fue en redes sociales. A Zully le gustaba comentar en páginas de boxeo, pero cuenta que frecuentemente debía corregir lo que decía ya que era atacada con comentarios misóginos. Incluso, llegaron a decirle que el box era sólo para hombres.

Debido a los comentarios misóginos, la deportista de 15 años decidió abrir su propia página que nombró “Boxeadora”, la cual ya tiene 16 mil 507 seguidores, en este espacio conoció a más mujeres, entre ellas, Itzel y Andrea quienes que han vivido la misma discriminación que ella.

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BOX COMO UNA FORMA DE VIDA

Itzel Alvarado de Tuxtla Gutiérrez Chiapas empezó a entrenar a los quince años, impulsada por su padre. “Mi papá me dijo que conocía a un entrenador y que quería que yo me metiera a probar cómo era el deporte. Yo no quería, me decían ‘box’, yo creía que no era de ahí, creía que era un deporte para hombres. Un día acepté, al principio me aburrí mucho porque sólo éramos dos mujeres. Me fue gustando porque me di cuenta de que no era lo que yo pensaba, es un deporte muy abierto. El deporte cambió mi vida, son experiencias que voy a recodar para siempre, mi primera pelea fue los seis meses de entrenamiento”, comparte.

La boxeadora de Chiapas reconoce que el deporte le ha ayudado a manejar sus emociones y aprender a utilizar su energía. Itzel como sus compañeras coinciden en que las personas consideran que por practicar un deporte de contacto son más violentas. Sin embargo, ellas señalan que es todo lo contrario ya que el deporte les ha ayudado a controlar sus emociones.

“Mi entrenador me ha enseñado que la disciplina es muy importante en este deporte, por eso hay que aprender a utilizarla, si llego a requerir del box para defenderme, lo utilizaré. No me gusta ser una persona violenta, este deporte me ha ayudado a controlarme, antes era más explosiva y peleonera. Muchos creen que te vuelves más agresiva pero no, todo lo contrario, controlas mejor tus emociones, sentimientos, carácter, por todo lo que vas aprendiendo”, compartió.

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Itzel admira a la boxeadora Kenia Enríquez por su forma de ser, “la admiro porque es muy comprometida con el boxeo, además tiene una actitud muy buena, hace que te pares todos los días de tu cama y digas ‘algún día quiero ser como ella, incluso decirte que puedes ser mejor’”.

“No todas las personas son capaces de entender que tienes que dedicarle cierto tiempo a eso, para prepararte. Muy pocas personas entienden, cuando queremos pelear por un peso tenemos que ponernos a dieta, y si esa persona quiere, invitarte algo, no puedes porque estás comprometida con tu deporte, las personas se enojan, que no podemos poner ese pretexto, estamos cien por ciento comprometidas”, cuenta.

Aunque le digan que no pasa nada por faltar a uno de sus entrenamientos, Itzel se niega a faltar, “algo que he aprendido es que así como se puede perder en un segundo, ese día que faltes puede hacer la diferencia. Muchos no entenderán, pero todo el esfuerzo vale”, dice.

CONTROL DE LAS EMOCIONES

Andrea no se dedica al box, pero sí a las artes marciales, es ganadora nacional, inició desde los 14 años a entrenar. A ella la consideraban violenta y por esa razón sus padres se rehusaban a que practicara, hasta que los convenció. Cuando comenzó a entrenar se dio cuenta que las artes marciales hicieron todo lo contrario con su personalidad, controlo mejor sus emociones.

“Cuando entras aprendes a controlar tus emociones, pensamientos, todo, realmente de tanto golpe que ya ni te quedan ganas de más. Todos tienen la idea de que uno aprende para pegarles, realmente cuando le agarras el amor al deporte, el verdadero sentido y objetividad, te das cuenta que no es para eso. Te hace muy paciente. Sólo soy agresiva cuando me toca pelear”, dice Andrea.

Además de los comentarios de sus padres, quienes consideraron que se iba a volver más agresiva sus tíos más grandes son quienes le han dicho que ese deporte es para hombres. “Sí escuchas comentarios de ‘ay de seguro eres machorra, ese deporte es para machorras, sólo los hombres los tienen que hacer porque las mujeres son para otras cosas’, me dicen”, comparte la campeona nacional.

Andrea es la única que vive en la Ciudad de México y quien ha tenido una experiencia más cercana con el acoso. Ella cuenta que una vez mientras esperaba el transporte público, estaba junto a una chica que tenía un escote. Su sentido de alerta le permitió percatarse de que un señor tenía la intención de tocar a la otra chica, cuando él levanta la mano, Andrea lo empujó. “El señor dijo que no iba a hacer nada, pero sabemos que sí. Antes no hubiera sabido cómo actuar, ahora me siento más segura para defender a mi hermana, mi mamá y a mí”, cuenta.

Tanto Zully, Itzel y Andrea no se consideran feministas aunque en la práctica tengan algunos tintes de este movimiento, que las deja ver como mujeres empoderadas. Las tres señalan que coinciden con la lucha feminista, sin embargo, les gustaría entender más sobre lo que las mujeres están defendiendo. Las deportistas esperan que la pandemia termine pronto para poderse subir al ring.