La vida cotidiana es la construcción una realidad social, que corresponde a la articulación e interacción entre el ámbito de trabajo productor de bienes y servicios y el ámbito de las actividades que reproducen y en el ámbito del tiempo libre.

Chiara Saraceno es una de las pioneras en reconocer que la vida cotidiana tiene una estructura sexuada. Para ella, las mujeres y los hombres se sitúan de manera diferente y desigual en esta estructura. Este posicionamiento se genera de las relaciones sociales que mujeres y hombres mantienen cada día, en un escenario generalmente invisible que recibe el nombre de vida cotidiana. Al situar la diferencia de la vida cotidiana entre mujeres y hombres nos permite reflexionar sobre cómo nos cuidamos las mujeres y cómo se cuidan los hombres, sobre todo en este contexto de confinamiento.

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Las mujeres al salir a la calle usamos más el cubrebocas que los hombres, pues muchos de ellos consideran que si lo usan son menos “varoniles”,  resultado de una encuesta realizada por Valerio Capraro, profesor titular de Economía en la Universidad de Middlesex, y la matemática canadiense Hélène Barcelo, del Instituto de Investigación de Ciencias Matemáticas de Berkeley.

Por otra parte, las mujeres dedicamos más tiempo a las labores domésticas y los cuidados de las demás personas; además de que quienes tienen trabajo pagado lo hacen, muchas veces en las noches, por ello están durmiendo menos; muchos hombres tampoco duermen por la cantidad de trabajo remunerado que deben hacer, es decir, ni mujeres, ni hombres estamos teniendo sueño reparador, por lo que, constantemente sentimos cansancio.

¿Qué estamos comiendo?

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La mayoría de las personas estamos comiendo lo que podemos, de acuerdo con nuestros presupuestos, ya sea preparado en casa o comprado. En México, la obesidad es un problema de salud pública, y se debe a lo que comemos; no es que en este confinamiento estemos comiendo de forma diferente, lo que agrava la situación, ya que como se ha reportado, la obesidad es un factor de riesgo para contagiarse de la COVID-19.

Así que, si no dormimos, ni comemos bien, somos más susceptibles a contagiarnos, por ello, es importante nuestro autocuidado: dormir, al menos 8 horas, comer lo mejor de podamos, tomar vitaminas e intentar hacer. Sin embargo, difícilmente se puede hacer cuando estamos teletrabajando más de ocho horas diarias y haciendo las labores domésticas y de cuidados, por lo que, es urgente que se diseñen e implementen políticas de conciliación entre la vida laboral, familiar y personal.

Luz Galindo

Twitter: @Luzapelusita

Actualmente docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad social, vida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).