El caso inicia el 21 de junio de 2015 con una denuncia por violencia familiar presentada ante el Ministerio Público de Magdalena Contreras contra su entonces esposo David, según consta en la versión pública del expediente consultado para este reportaje. La historia, por otra parte, comienza muchos años antes. Quizá cuando Berenice y David se casaron en 2003, o, si quisiéramos ir un poco más allá, cuando se conocieron trabajando en el Cisen en 1996.

Esa primera denuncia está acompañada de un certificado en el que constan hematomas en el brazo izquierdo, en el derecho y lesiones en el cuello de Berenice. También hay fotografías y cuatro primeras declaraciones: la de Berenice, la de David, la de su hijo de 9 años y la de la madre de Berenice.

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La discusión inició por la contraseña de Netflix

En la primera declaración, Berenice relata los hechos del 21 de junio. Ese día del padre, ella recuerda haber ido junto con su hijo mayor al cine. Al regresar, su marido -con el que ya habían iniciado los trámites de divorcio-, la esperaba con su hijo menor en la casa. Todas las declaraciones coinciden en lo mismo: la discusión inició por la contraseña de Netflix. “Como estaba nerviosa no me salió a la primera y él se empezó a poner violento delante de los niños…fue horrible”, recuerda Berenice en entrevista. “Fui agredida”, puede leerse en las fojas que van de la 211 a la 215, “en la cara, asfixiándome con las manos, rasguñándome, y ésa no era la primera ocasión”.

Por otro parte, la versión que quedó registrada en el expediente afirma que David declaró negar todos los hechos de los que se lo acusa y aseguró que fue Berenice quien lo esperó ese 21 de junio en la casa “con alevosía e infamia” y después de propiciar una pelea, lo golpeó por la espalda y le dio patadas. Él asegura que solo se defendió.

El tercer testimonio es, sin duda, el más difícil de leer. Si hay algo que queda claro es que los dos menores han estado sufriendo, y que la imposibilidad -o falta de voluntad-, de la justicia para resolver este caso que se extiende ya por más de cinco años, los vulnera y revictimiza.

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"Como siempre tenía todo preparado para huir"

Ese día, Berenice y sus hijos, salieron de la casa y no volvieron jamás. “Yo saqué a los niños, el menor estaba descalzo y en pijama y como siempre tenía todo preparado para huir, nos fuimos”, dice Berenice.

Las llaves pegadas al carro y el teléfono listo para accionar las notas de voz. Así recuerda Berenice sus últimos años de matrimonio, después de que sus amigas le recomendaron grabar lo que estaba pasando. “Al principio lo justificaba, porque estaba nervioso, porque estaba ocupado con su trabajo”, dice. Pero a medida que fueron pasando los años, ella empezó a pensar “esto no está bien” y le solicitó el divorcio.

Hoy, a cinco años de esa primera denuncia, la justicia aún no resuelve. Sobre los tres juicios principales -violencia familiar, patria potestad y el juicio familiar en el que Berenice reclama una compensación económica por los bienes adquiridos en el matrimonio más la pensión alimenticia para sus hijos y David pide convivir con los menores-, la justicia no ha sido determinante.

En este momento, David es presunto responsable del delito de violencia familiar. Al dictarse auto de formal prisión, sus abogados presentaron un recurso de apelación, seguido de un amparo y un recurso de revisión ante el Tribunal Colegiado de Circuito; en las tres instancias se confirmó el auto de formal prisión. Sin embargo, todavía no se dicta sentencia.

Los otros dos juicios también siguen en proceso. Las visitas y convivencias que habían sido ordenadas el 3 de agosto de 2018 para que David conviviera con su hijo menor, fueron suspendidas un mes después por la Jueza Vigésima Primera de lo Familiar.

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“Las autoridades hacen cosas como para que yo crea que me están cuidando, pero a la hora de la hora, no resuelven nada”, dice Berenice. “En el Juzgado 21 de lo familiar llevamos cinco años sin sentencia y dos años sin pensión para alimentos… es como fingir que están trabajando, pero sin hacer nada”.

En medio de todas las denuncias, amparos y pleitos legales hay dos niños. Los peritajes psicológicos, que figuran en el expediente y que fueron revisados para este reportaje, muestran una grave afectación en ambos. ¿Cómo podría ser de otra forma?

Justicia ausente

La justicia expedita, pronta, rápida e imparcial se consolida, una vez más, como una declaración más de forma que de fondo; palabras vacías que para el ciudadano -a quien la justicia debería proteger-, le son absurdas frente a la realidad de burocracias, trámites, expedición de papeles e ineficiente letargo. “¿Qué la justicia defiende a mujeres y niños?”, pregunta Berenice con una mueca irónica, “eso no es verdad”.

Lo dice con la certeza de alguien que lo ha experimentado en carne propia y el miedo de que esta sensación no la abandone jamás.

Para este reportaje se contactó a David con el cual se intercambiaron cuatro correos electrónicos. A pesar de manifestar su interés por dar su versión y ofrecer el expediente, en nueve días no accedió a responder una entrevista escrita, ni confirmar hora para una en video. Tampoco concretó el envío del expediente mencionado. En todos los correos se prohibió la reproducción total o parcial del contenido de estos.